?Y si vemos el Mundial en el colegio?
Entre gol y gol cabe un mundo, siempre y cuando seamos capaces de disparar la imaginaci¨®n y perderle la desconfianza al f¨²tbol
La aborrecible honestidad. C¨®mo estar¨¢ el patio para que actos de honestidad deportiva causen conmoci¨®n en Argentina. Boca y Racing se jugaban el campeonato en el ¨²ltimo partido de Liga. Boca part¨ªa con un punto de ventaja y le alcanzaba con ganarle a Independiente, rival hist¨®rico de Racing, para consagrarse. Racing deb¨ªa ganar y esperar noticias, nada menos que jugando contra River, rival feroz de Boca. Contra todo pron¨®stico, Boca empat¨® y Racing lo tuvo en sus manos cuando, a dos minutos del final, el ¨¢rbitro le concedi¨® un penalti. Marcarlo val¨ªa un campeonato, pero el portero de River lo par¨® produciendo una apoteosis¡ en la cancha de Boca. Tanta grandeza ¨¦tica le sent¨® mal a una parte importante de la hinchada de River. Al final Gallardo, entrenador leyenda de River, puso contexto: ¡°En un pa¨ªs en donde todo se sospecha y parece vac¨ªo de valores, nosotros tuvimos dignidad y respeto por la profesi¨®n¡±. Eso vale m¨¢s que un campeonato, pero al f¨²tbol siempre le cost¨® entenderlo.
Los mi¨¦rcoles al sol. El Bar?a se cay¨® de la Champions y conozco a madridistas que lo festejaron. Hasta el subt¨ªtulo de este art¨ªculo tiene algo de irrespetuoso. Mal hecho. Nunca entend¨ª la alegr¨ªa sin honor. Otra cosa ser¨ªa si el causante de la eliminaci¨®n hubiera sido el Real Madrid, pero no le encuentro la gracia a eso de ganar por equipo interpuesto. Siempre cre¨ª que un gran Bar?a hace m¨¢s grande al Madrid y viceversa, pero el instinto futbol¨ªstico es de naturaleza salvaje y no est¨¢ para sutilezas. Por eso las declaraciones de Gallardo a muchos les habr¨¢n parecido una ingenuidad y este art¨ªculo, a esos mismos, un acto inoportuno y hasta desagradable de puritanismo futbol¨ªstico. Como aceptamos que el f¨²tbol despierta al animal que fuimos, lo relacionamos m¨¢s con la miseria que con la grandeza. Raz¨®n de m¨¢s para aprovechar su fuerza at¨¢vica y convertirlo en veh¨ªculo de formaci¨®n.
El Mundial como problema. No se abren las p¨¢ginas de deporte para recibir lecciones ¨¦ticas, porque ese es un ¨¢mbito en el que todos nos sentimos campeones. Incluido yo, que fui el primero en abrazar a Maradona cuando, con la ayuda de dios, le meti¨® aquel gol con la mano a los ingleses. Pero seguir¨¦ en mi empe?o de santificar el f¨²tbol, llev¨¢ndolo m¨¢s all¨¢: proponi¨¦ndolo como ejercicio educativo. Se viene el Mundial en pleno periodo escolar y hay dos maneras de verlo. Una como interferencia, si tenemos en cuenta su poder de distracci¨®n, que en el mejor de los casos provocar¨¢ una inoportuna curiosidad durante los partidos y, en el peor, una inadmisible deserci¨®n escolar. La otra posibilidad es utilizarlo como factor motivante, y aqu¨ª me voy a meter en un terreno inexplorado, pero que, desde el d¨ªa en que los intelectuales abrazaron el f¨²tbol, ya no parece aberrante.
El Mundial como soluci¨®n. ?Por qu¨¦ no una televisi¨®n en el aula ante un partido importante? No me dir¨¢n que eso no producir¨ªa una expectaci¨®n novedosa y extraordinaria. Y aqu¨ª viene la parte que le dar¨ªa valor al experimento. Treinta y dos selecciones dan para hablar mucho de geograf¨ªa y de historia; un Mundial en Qatar podr¨ªa abrir un debate interesante sobre derechos humanos; el f¨²tbol mismo podr¨ªa ser la mejor excusa para buscar las fronteras entre raz¨®n y pasi¨®n, entre patria y selecci¨®n, entre picard¨ªa y trampa. Si algo demuestra este art¨ªculo es que en el f¨²tbol caben la miseria y la grandeza. ?Qu¨¦ mejor que un aula para iluminar su lado noble y convertirlo en un aliado en la lucha por captar la atenci¨®n de los j¨®venes, al parecer cada d¨ªa m¨¢s dispersa? Entre gol y gol cabe un mundo, siempre y cuando seamos capaces de disparar la imaginaci¨®n y perderle la desconfianza al f¨²tbol.
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