El hambriento Djokovic
Nole es de esos deportistas que siempre mueren ante la posibilidad de mejora. Viven por y para la superaci¨®n
El tenis masculino se asoma a un momento emocionante. Como si de una met¨¢fora de la vida se tratase, el ciclo se presenta ante nosotros. Unos pasan al recuerdo, algunos permanecen y otros tantos llegan, record¨¢ndonos con el br¨ªo de la juventud lo inevitable del relevo. Porque siempre hay relevo. Por m¨¢s grande que sea el presente e incierto luzca el futuro.
Sin embargo, parece osado saltarse casillas en el tablero. Hace apenas unos d¨ªas, Novak Djokovic cerraba la temporada individual levantando el torneo de maestros, igualando con seis trofeos el hist¨®rico r¨¦cord del recientemente retirado Roger Federer. No suele suceder a menudo, pero el presente marca la excelencia absoluta de un deporte centenario. Ese es el legado que reciben los j¨®venes nada m¨¢s llegar al vestuario.
Con apenas 19 a?os, Carlos Alcaraz es la principal figura de futuro del tenis profesional. Una lesi¨®n abdominal le priv¨® de competir en Tur¨ªn junto a los mejores del a?o, un estatus que ha conseguido en una temporada hist¨®rica. Y ese va a ser el gran reto que encuentre: caminar por un sendero repleto de leyenda, de virtud permanente, que han venido marcando algunos de sus contempor¨¢neos.
Es una realidad fant¨¢stica de observar y uno de los grandes alicientes para 2023. Figuras como Djokovic y Nadal siguen dando el 100% de su rendimiento, hablamos de absolutos genios competitivos capaces de sobreponerse a cualquier obst¨¢culo. Su profesionalidad les hace prevalecer a una edad notable en el circuito y ante esa veteran¨ªa llega la fuerza de Alcaraz antes de cumplir los 20 a?os. Ambas realidades se dan la mano en uno de los momentos m¨¢s emocionantes de los ¨²ltimos a?os.
Carlos ha terminado la temporada como el n¨²mero uno mundial m¨¢s joven de siempre. Es cierto que Djokovic solo ha podido disputar dos grandes, apenas puntuar en uno, y se ausent¨® en grandes torneos de pista dura a lo largo de la temporada. Su situaci¨®n en la clasificaci¨®n masculina es irreal, aunque eso no reste un ¨¢pice de m¨¦rito a la haza?a de Alcaraz. Reci¨¦n llegado al circuito ha sido capaz de mirar a los ojos a cualquier rival sobre las pistas.
La manera en que Djokovic ha terminado el a?o, ganando el torneo de maestros sin perder un partido, demuestra que su hambre por la historia sigue m¨¢s viva que nunca. Jugando poco, lo ha ganado pr¨¢cticamente todo. En un a?o intermitente, ha logrado regularidad. Ante la gran dificultad, ha terminado embols¨¢ndose el mayor premio econ¨®mico en la historia del tenis. Donde muchos encuentran una excusa, ¨¦l parece alimentar su esp¨ªritu ganador.
Tal es la amplitud de sus habilidades que enumerarle virtudes como atleta es un ejercicio de riesgo. Esa finura f¨ªsica, esa flexibilidad, una mentalidad superviviente¡ personalmente, creo que es el tenista m¨¢s completo del momento. En una temporada muy particular, ha sabido aislarse, recomponerse y rendir al nivel acostumbrado. Ha tolerado una enorme presi¨®n y asumido el rol de favorito para los mayores eventos del a?o.
Hablamos de un deportista con todo demostrado. Alguien con la licencia para darse por satisfecho ante lo conseguido, pero tambi¨¦n de alguien distinto. Esos deportistas que siempre mueren ante la posibilidad de mejora. Viven por y para la superaci¨®n. Y su oportunidad est¨¢ en la pr¨®xima hoja del calendario.
Hace una semana trascend¨ªa su permiso para entrar y competir en Australia. Su gran hogar deportivo, la base de su enorme leyenda, vuelve a aparecer en el camino. En Melbourne intentar¨¢ levantar su 22? trofeo de Grand Slam y volver a liderar la lucha por la grandeza hist¨®rica. Palabras que parec¨ªan imposibles de pronunciar hace apenas unos meses. Pero tambi¨¦n, un aviso importante: el cambio de guardia no se ha consumado.
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