Productivo despegue de Nadal ante Draper
El campe¨®n de 22 grandes sortea un estreno peliagudo contra el ingl¨¦s (7-5, 2-6, 6-4 y 6-1, en 3h 41m) y recarga el dep¨®sito an¨ªmico antes del encuentro con McDonald
Aun lesionado, el joven Jack Draper se niega a ceder. Tiene agallas el chico y guerrea hasta el ¨²ltimo pelotazo, que se va largo y certifica el triunfo de Rafael Nadal: 7-5, 2-6, 6-4 y 6-1, en 3h 41m. En esta puesta de largo en Melbourne, donde defiende el t¨ªtulo logrado el curso pasado, el espa?ol obtiene oro y firma aut¨®grafos feliz, porque se marcha al vestuario con el dep¨®sito an¨ªmico creciendo despu¨¦s de una generoso repostaje. No ganaba un partido oficial desde el 17 de noviembre, entonces contra el noruego Casper Ruud en Tur¨ªn, ya eliminado del Masters; acumulaba seis derrotas en sus siete ¨²ltimos compromisos; el adversario amenazaba y cumple en la arremetida, incordio de principio a fin. Sin embargo, la jornada es de lo m¨¢s productiva.
¡°Esta victoria me va a ayudar. Ha sido un inicio muy positivo, contra un rival muy duro y que tiene un gran futuro¡±, valora el de Manacor, que se medir¨¢ el mi¨¦rcoles con el estadounidense Macenzie McDonald, de 27 a?os, 65? de la ATP y con el que ya se cruz¨® en Roland Garros hace tres a?os. Otra buena oportunidad para seguir tomando impulso despu¨¦s de un debut exigente, rumiado y curvil¨ªneo, traducido en un buen chute an¨ªmico.
El joven Draper propone y no se arruga, juega con personalidad. Antes de saltar a la pista, cuando Nadal se acerca a ¨¦l y lo envuelve con toda su m¨ªstica por la espalda, el brit¨¢nico se toma su tiempo para ultimar los enseres y una vez sobre el cemento, rebate con buenos argumentos. Tiene 21 a?os y es el 38? del mundo, despu¨¦s de haber superado un periodo espinoso por las lesiones y de haber dado un se?or aceler¨®n el curso pasado, escalando desde el 262? puesto; ofrec¨ªa buenas pistas como j¨²nior y en julio se le cogi¨® definitivamente la matr¨ªcula cuando le birl¨® un set al mism¨ªsimo Novak Djokovic en el tapete de Wimbledon, viniendo a decir que ha llegado hasta aqu¨ª para hacerse notar. Y as¨ª es. Ah¨ª hay tenista.
De entrada, Nadal cierra un primer set aseado, pero en los peloteos hay miga y el guion no es ni mucho menos unidireccional. Transcurre el duelo parejo, a un ritmo m¨¢s bien pastoso porque esta bola australiana es remolona ¨C¡±son de peor calidad, a los pocos golpes pierden presi¨®n¡±, describ¨ªa en la antesala del torneo el mallorqu¨ªn¨C y le cuesta coger velocidad; azotan los dos zurdos, pero a duras penas consiguen golpes ganadores por m¨¢s que armen el brazo y descarguen. No hay chispa, no hay electricidad. Es d¨ªa de cabeza y pizarra, de no dudar, de no dar pasos en falso y menos a¨²n de abrir la puerta porque el ingl¨¦s, erre que erre, es bien agradecido y si le invitan, acepta la cortes¨ªa.
Enredos y soluciones
En todo caso, en la resoluci¨®n de esa primera manga peca de ingenuidad, al tirar una dejada inoportuna y mal ejecutada que Nadal encara relami¨¦ndose para decantar a su favor el parcial. Hasta ah¨ª, el campe¨®n de 22 grandes ha ofrecido correcci¨®n, un par de brochazos interesantes con la derecha y buen tono con el servicio, que decae de manera notable en la continuaci¨®n; del 82% obtenido con los primeros y el 88% con los segundos, pasa a retener solo un 57% y un 40%, respectivamente. El espa?ol se desinfla como si hubiera sufrido un baj¨®n de az¨²car y est¨¢ inc¨®modo, acusa la falta de ritmo; no le salen las cosas y el pulso se enmara?a contra sus intereses.
Las cuatro gotas que de repente caen (esto es Melbourne) detienen unos minutos el partido; una bola se pincha y los recogepelotas se arman un buen l¨ªo a la hora de hacer circular las dem¨¢s; por error, solicita encordar una de las raquetas que ya estaba lista, aunque finalmente la recupera; llueve pero no llueve, y el juez decide reanudar el partido cuando ha transcurrido el tiempo justo para que los dos jugadores se hayan quedado fr¨ªos; llora un beb¨¦, despu¨¦s otro y el tercero completa el coro, si no intervienen un par de pajarillos que acostumbran a asomarse por la central de Melbourne Park; las bolas se despeluchan con un par de juegos y esta no vale, la otra tampoco y la siguiente a¨²n menos; y, casualidad o no, la reconfortante salida del sol (s¨ª, esto es Melbourne) coincide con la reacci¨®n del espa?ol, m¨¢s entonado y 3-1 arriba tras la rotura.
First hurdle cleared ??@RafaelNadal ? @wwos ? @espn ? @eurosport ? @wowowtennis ? #AusOpen ? #AO2023 pic.twitter.com/u0ZC6254ZR
— #AusOpen (@AustralianOpen) January 16, 2023
Nadal, de naranja reflectante, coge mejor color pero solo a ratos, va y viene su tenis y lo aprovecha Draper para activar el debate y meter m¨¢s presi¨®n. El de Sutton, con una carrocer¨ªa m¨¢s que considerable ¨C1,93 de estatura y 85 kilos¨C, se desplaza bien y discute sin parar, lo que significa dos cosas: de un lado, apuros y zozobra para el balear, exigido en cada punto; de otro, el ir recuperando sensaciones, automatismos y los mecanismos necesarios para competir a pleno gas despu¨¦s de la intermitencia del ¨²ltimo medio a?o. Nadal sortea fases de agobio y a la vez se quita ¨®xido; los cuerpos tienen memoria y el suyo precisa de movimiento continuado para recargar el instinto competitivo. Sufre, pero en el fondo lo agradece. Frente a la adversidad responde con soluciones.
Dos sets a uno por encima, bien resuelto el enredo que se ha formado en el tercero y replicado el break que Draper logra al inicio del cuarto, el n¨²mero dos del mundo saca partido a la viveza que el sol le aporta a la pelota ¨Cm¨¢s bote, m¨¢s efecto¨C y tambi¨¦n al declive f¨ªsico del rival, que al ir a devolver hacia el pasillo hace un gesto y frena. Ah¨ª se acaba todo. Acalambrado y erosionado de tanto ir y venir, presa del sobreesfuerzo, el brit¨¢nico se rompe pero no se inclina. Pese al dolor, sigue hasta el final con un saque de m¨ªnimos y la grada de Australia le premia con la ovaci¨®n. Efectivamente, loable resistencia la de Draper y pr¨®spero despegue para Nadal.
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