Salir enamorado de un secuestro
Fabrizio De Andr¨¦ explic¨® dram¨¢ticamente: ¡°Para escribir canciones se debe mantener cierta distancia sobre eso que escribes y para m¨ª el Genoa es demasiado importante¡±.
Hace unos a?os, en una redacci¨®n de clase, un ni?o de ocho a?os, Matteo, describi¨® una flor como ¡°petalosa¡±, es decir, llena de p¨¦talos. La palabra no existe, el diccionario no la contempla y en la calle nadie dice ¡°petaloso¡±, pero la profesora del ni?o, Margherita Aurora, no la tach¨®, ni la corrigi¨®, ni reconvino al ni?o. La palabra, razon¨®, estaba bien formada, ten¨ªa gramaticalmente raz¨®n de ser (p¨¦talo + oso, ¡°lleno de¡±) y, adem¨¢s, era bien bonita; su alumno no s¨®lo no se hab¨ªa equivocado, sino que hab¨ªa inventado una palabra. As¨ª que el ni?o, con la ayuda de la mujer, escribi¨® a la Accademia dell Crusca, la instituci¨®n que vigila la lengua italiana instalada en Florencia, para reclamar su opini¨®n: ?no podr¨ªa existir esa palabra? Respondi¨® una fil¨®loga, Maria Cristina Torchia. ¡°Es una palabra hermosa y clara. Est¨¢ bien formada y podr¨ªa ser utilizada en el idioma italiano¡±, dijo antes de a?adir que, para que eso ocurriese, mucha gente deber¨ªa usarla y comprender su significado. La profesora de Matteo colg¨® la carta en Facebook, dando a conocer la historia, y las redes hicieron el resto. #petaloso fue trending topic mundial. Todo de repente era susceptible de ser ¡°petaloso¡±. Por ejemplo, como recuerda Toni Padilla en su hermoso ?nico grande amore (Panenka, 2023), el juego de Roberto Baggio, ?no era un juego petaloso?
Padilla ha escrito un viaje por Italia a trav¨¦s del f¨²tbol, o sea un libro de muchas p¨¢ginas. Recuerda, por momentos, a un gigante del g¨¦nero, Enric Gonz¨¢lez, y sus historias de Londres, Nueva York y por supuesto Roma. No es una sorpresa encontrar a Gonz¨¢lez en el pr¨®logo, donde revela lo que distingue a los italianos del resto del mundo: el detalle. ¡°El detalle explica muchas cosas, desde la elegancia en el vestir hasta la exquisitez de la cocina popular, pasando por la belleza urbana e incluso por ciertos rasgos del calcio¡±. El viajero Toni Padilla consigue que este libro futbolero sea mucho m¨¢s precisamente por su afici¨®n a pararse en los sitios y contarnos el detalle que tiene delante. Ese detalle a veces puede ser siniestro y tener forma de ciudad. Latina es su nombre y la orden¨® hacer Mussolini. Orden¨® reconvertir un barrizal al sur de Roma en una llanura y mand¨® para all¨¢ a 30.000 personas desde el norte de Italia. ?Y qu¨¦ tiene que tener una ciudad? Un club de f¨²tbol. El Latina Calcio se fund¨® tras la muerte de Mussolini. Roz¨® la serie A con la yema de los dedos; perdi¨® en un playoff, y el club volvi¨® a desplomarse a los infiernos de categor¨ªas remotas hasta que en 2017 desapareci¨® por bancarrota. Mejor suerte corri¨® en el pa¨ªs el neofascismo.
Cuenta Padilla una peque?a historia de amor en G¨¦nova. El cantante Gino Paoli era hincha del Genoa, como Frabrizio De Andr¨¦. Y ninguno, curiosamente, le dedic¨® nunca una canci¨®n a su club. De Andr¨¦ lo explicaba dram¨¢ticamente: ¡°Para escribir canciones se debe mantener cierta distancia sobre eso que escribes y para m¨ª el Genoa es demasiado importante¡±. Es ese De Andr¨¦ popular que ¡°cantaba a marineros, putas, Cristos y homosexuales con la misma determinaci¨®n con la que escup¨ªa hablando del poder¡± y que, tras ser secuestrado durante unas vacaciones en Cerde?a, volvi¨® a casa tras su liberaci¨®n sin odio y completamente enamorado de la lengua sarda. Por su parte De Gregori escribi¨®, relata Padilla en ?nico grande amore, La leva calc¨ªstica della classe¡¯68, una canci¨®n en la que un ni?o debe lanzar un penalti. Con ella homenajeaba al capit¨¢n de la Roma Agostino Di Bartolomei, que se dispar¨® al coraz¨®n exactamente diez a?os despu¨¦s de perder la final de la Copa de Europa contra el Liverpool. ¡°Me siento encerrado en un agujero¡±, dej¨® escrito. Pero esto a¨²n no lo sab¨ªa De Gregori cuando le escribi¨® la canci¨®n. La vida tambi¨¦n es petalosa.
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