Higuita gana en Amorebieta en la previa del desenlace de la Itzulia

Llegar¨¢ el s¨¢bado y ser¨¢ el apocalipsis, y no lo dicen los posos del caf¨¦ que analiza un vidente, ni las entra?as de un cordero sacrificado para conocer los augurios, sino un dan¨¦s escu¨¢lido, de tez blanca, casi transparente, que lidera la Itzulia. Lo dice Vingegaard. ¡°Siempre es as¨ª en la ¨²ltima etapa¡±, profetiza desde el estrado de la casa de cultura de Amorebieta, donde se sienta para desmenuzar la etapa. ¡°Espero el caos total; que Landa d¨¦ todo lo que tiene¡±, pero tambi¨¦n cree que el Jumbo, su equipo, responder¨¢, ¡°porque lo ha hecho toda la temporada¡±.

En Eibar se resuelve la Itzulia, y no en Arrate, donde acostumbra, sino en el centro de la ciudad, porque una competici¨®n hispano-francesa de tiro pich¨®n impide que la carrera llegue all¨ª, aunque las cargas explosivas que han colocado los organizadores durante el recorrido pueden reventar la etapa. Y Vingegaard es el dinamitero por antonomasia de la prueba, aunque Landa, a 13 segundos, solo perdi¨® dos, porque los dem¨¢s pertenecen a las bonificaciones.

Pero antes de la ¨²ltima etapa se corri¨® la pen¨²ltima, claro est¨¢, y en Amorebieta triunf¨® un colombiano. En los vi?edos de Hika, el mi¨¦rcoles, a Sergio Higuita, que dice que es muy disciplinado, ¡°como un alem¨¢n cuadradito¡±, y tal vez por eso corre en el Bora, un equipo de aquel pa¨ªs, se le amarg¨® la tarde, porque sudaba por remontar el muro hacia la bodega que era meta de la tercera etapa, y se encontr¨® junto a la valla, un mec¨¢nico, que no estaba all¨ª puesto por el Ayuntamiento, sino por la UCI, con una bicicleta de repuesto.

Pero era un paso muy estrecho y no cab¨ªan todos. Con la sorpresa inesperada, el colombiano tuvo que soltar el pedal. Y volver a arrancar en una pared del 24% de porcentaje no es cuesti¨®n balad¨ª. El mec¨¢nico empuj¨®, pero Vingegaard ya volaba hacia la llegada.

Pero Higuita, que es capaz de hacer una oda al ciclismo en cualquier entrevista, que ¡°es mi gran amor¡±, porque, ¡°cada vez que monto en bicicleta me siento libre, me siento feliz¡±, no se resign¨® y en Amorebieta se tom¨® una revancha, que no una venganza, porque en ning¨²n caso hubo dolo en Hika, sino una casualidad.

As¨ª que gan¨® la etapa tirando de sus recursos para imponerse en la llegada al grupo de favoritos, y alguno m¨¢s, que rompieron al pelot¨®n a nueve kil¨®metros para llegar a Amorebieta, cuando Mas tens¨® al grupo y, como siempre, Jonas Vingegaard acept¨® el reto. Lo aceptaron todos los que tienen algo que decir en la ¨²ltima etapa en Eibar; que no significa que lo vayan a decir.

¡°Es por lo que me muevo, es por lo que cada d¨ªa amanezco¡±, dice Higuita de su deporte, que le cost¨® enfocar cuando era un chaval, porque su padre trabajaba en una empresa por las ma?anas, y por la noche en otra; y aunque su madre vend¨ªa cosm¨¦ticos por cat¨¢logo, no les llegaba para la bicicleta. Y ahora que s¨ª le llega, es feliz, y reconoce que gan¨® porque corri¨® muchas veces la Cl¨¢sica de Primavera, que acaba en el mismo escenario, ¡°y sab¨ªa que deb¨ªa atacar desde lejos¡±. Le sali¨® bien. Lo celebr¨®, cen¨® y se fue a la cama, que llega Eibar con sus emociones, las estrechas diferencias en la General y el ojo puesto en Vingegaard y su anuncio de que el caos est¨¢ al caer.

Clasificaci¨®n 5? etapa

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