Regreso a Roka Puta
El libro ¡®Potxoka¡¯ (Buru Lan) recopila escapadas por las costa vasca y viajes por el mundo y refleja dos d¨¦cadas de amistad entre un surfista y un fot¨®grafo
El surf tiene mucho de conexi¨®n con la naturaleza. Tanto que incluso puede llegar a generar una ilusoria sensaci¨®n de dominio. Se da en ese momento en el que, orientada ya hacia la costa, la tabla espera la ola, se eleva desde la parte posterior y se impulsa ayudada por la fuerza de los brazos. Entonces se activa esa especie de interruptor ¡ªun clic al mismo tiempo f¨ªsico y mental¡ª que indica que ha habido conexi¨®n entre el deportista y el mar. La ola ser¨¢ surfeada. Tras unos instantes de descenso, el deportista jugar¨¢ a ser Neptuno por unos segundos. Negociar¨¢ con el agua, que le permitir¨¢, en ocasiones, vencer hasta casi alcanzar la orilla. Luego, todo el proceso volver¨¢ a empezar. Una y otra vez. Ser¨¢ una experiencia ¨ªntima y solitaria. A no ser que haya cerca un ojo con criterio y audacia para captarlo.
El surfista Aritz Aranburu, campe¨®n de Europa en 2007, y el fot¨®grafo Javi Mu?oz (que firma sus fotograf¨ªas como Pacotwo) se conocieron el 10 de marzo de 2003. Coincidieron en Getaria, el parking de Roka Puta, un emplazamiento que, por sus caracter¨ªsticas, genera una de las olas m¨¢s atractivas y respetadas del mundo. Dicen que el nombre se lo pusieron los propios surfistas. Aquel encuentro fue el inicio de una relaci¨®n que se fue consolidando con escapadas por la costa vasca y viajes por el mundo. Esas dos d¨¦cadas de amistad se consolidan ahora en el libro Potxoka (Buru Lan), en el que Aritz aporta los textos y Pacotwo las im¨¢genes. Dice Aritz que lo que m¨¢s le gusta de las fotos de Paco es que son capaces de captar todo lo que hay alrededor de las olas que surfea. Dice Pacotwo que la determinaci¨®n y la fuerza de Aritz lo han ayudado a vencer algunos miedos y a ser mejor fot¨®grafo.
El resultado es un libro con una cuidada edici¨®n de las im¨¢genes a las que acompa?an las impresiones, emociones y sentimientos de Aritz al contemplarlas. Desde aquella primera instant¨¢nea, en la que una sonrisa juvenil se asomaba a la Nacional 634, hasta la reflexi¨®n final en la que Aritz se da cuenta de que hoy, en aquellas im¨¢genes que ¨¦l ve¨ªa en las revistas que compraba y los p¨®sters que colgaba en su habitaci¨®n, aparece ¨¦l como protagonista gracias a su amigo. Unas p¨¢ginas que recogen sus experiencia compitiendo entre los 44 mejores surfistas del mundo, el trabajo artesanal y local que hay detr¨¢s de la fabricaci¨®n de las tablas que utiliza, una larga colecci¨®n de tubos y una permanente b¨²squeda de las sensaciones que genera estar dentro de uno, la duda casi filos¨®fica de si es mejor un agua un poco m¨¢s caliente y repleta de gente o la fr¨ªa a solas o con un amigo. Una constataci¨®n ¡ªal volver la vista atr¨¢s sobre estos 20 a?os de amistad¡ª de que el camino sigue siendo mejor que la morada. Tambi¨¦n en el mar.
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