La elecci¨®n m¨¢s inteligente de Messi
En Miami disfrutar¨¢ de un f¨²tbol exigente, pero compatible con la vida
De sospechoso¡
Hay que tener mucha clase y mucho coraje para llevar durante 14 a?os la camiseta n¨²mero 9 del Madrid teniendo alma de 10. En ese desajuste anid¨® una desconfianza hacia Benzema que sobrevol¨® el Bernab¨¦u durante mucho tiempo. Algunos lo rechazaban, otros no se le entregaban. Al maestro de la pausa, la imaginaci¨®n y la t¨¦cnica sedosa, le ped¨ªan fiereza. Le ped¨ªan, en definitiva, que no fuera Benzema. Pero Karim descifraba el f¨²tbol como un sabio un manuscrito y la pelota, que no es tonta, siempre lo buscaba. Era el complemento que necesitaba Cristiano, al que con sus movimientos y asociaciones le regalaba los goles que ¨¦l no marcaba. Una sociedad muy productiva, pero con un actor tan principal que era imposible no sentirse secundario. Florentino siempre lo admir¨® y protegi¨®, pero si Karim sobrevivi¨® a la presi¨®n fue porque le sobraba personalidad.
¡ a jugador aclamado.
La marcha de Cristiano le ayud¨® a sentirse con m¨¢s autoridad. Y asumi¨® nuevas obligaciones que fueron un desaf¨ªo para su talento. Pas¨® de ser hermano menor a padre de sus j¨®venes socios. De tener que defender su juego con palabras a ser defendido por los n¨²meros. Jugaba y goleaba. Jugaba y hac¨ªa jugar. Los cr¨ªticos dedujeron que era ¡°otro jugador¡±. No se?or, era el mismo crack de siempre en un contexto diferente y en plena madurez. Termin¨® desatado, levantando la Champions de los milagros y recibiendo un indiscutible Bal¨®n de oro que premiaba sus logros, pero tambi¨¦n la lealtad a un talento singular no siempre comprendido. Esta semana nos dijo adi¨®s con la calma de siempre, al tiempo que la historia del Real Madrid le daba la bienvenida por la puerta grande.
Se va el mejor Asensio.
Tambi¨¦n se va Marco Asensio sin llenar, dicen, las alt¨ªsimas expectativas. Yo creo que el sistema no le dio cobijo y que no le dieron tiempo. Un jugador exquisito, potente, armonioso en la conducci¨®n, preciso en el pase y con una pegada pulcra y mortal. Una especie de timidez en su juego se agrav¨® con una grave lesi¨®n de rodilla. La falta de decisi¨®n para mostrar todo su potencial gener¨® un prejuicio. Y el prejuicio no dej¨® ver que, esta temporada, su juego cambi¨®. Dej¨® de ser el jugador que recib¨ªa el bal¨®n, lo soltaba, siempre bien, y se desentend¨ªa. Se conect¨® con el juego de una manera m¨¢s colaborativa. Tocando y acompa?ando, tocando y buscando el espacio vac¨ªo, tocando y buscando posici¨®n para sus tiros letales. Me deja la sensaci¨®n de que el club sembr¨® y, cuando el fruto estuvo maduro (ha entrado en la plenitud de su carrera), se olvid¨® de cosechar.
Messi, el f¨²tbol, la vida.
Tambi¨¦n Messi, que en la imaginaci¨®n del barcelonismo estaba de vuelta, se aleja de Catalu?a, de Espa?a, de Europa. En realidad, cerr¨® el quiosco en Qatar levantando una Copa del Mundo cinematogr¨¢fica. Con unos meses de retraso, deja el f¨²tbol grande con todo el derecho que le dan los 36 a?os que se avecinan y una trayectoria impecable. El Bar?a le promet¨ªa gloria con riesgo y Arabia Saud¨ª dinero sin gloria. La MSL es la elecci¨®n m¨¢s inteligente. Le pondr¨¢n una alfombra roja porque su sola presencia disparar¨¢ la celebridad de la Liga. Disfrutar¨¢ de un f¨²tbol exigente, pero compatible con la vida. Le pondr¨¢n el pr¨®ximo Mundial en el jard¨ªn de su casa, lo que ayudar¨¢ a alargar el sue?o de disputarlo. Y nos permitir¨¢ a todos despedirnos poco a poco de su talento sin que la camiseta (no conozco a nadie que odie al Inter de Miami) interfiera. Se va Messi y, el que lo festeje, no sabe nada de f¨²tbol. Ni de la vida.
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