El Sevilla y la locura de lo inesperado
Mendilibar logr¨® que un equipo que miraba al precipicio se viera conquistando la cima de un t¨ªtulo europeo
Y Sevilla, Sevilla, Sevilla¡
El Sevilla, que llevaba toda la temporada preparando un funeral, en un rito de inversi¨®n pocas veces visto, se puso de fiesta con la locura de lo inesperado, con el orgullo de un nuevo t¨ªtulo, con la alegr¨ªa de haber conquistado el honor y el dinero que depara ser equipo de Champions la pr¨®xima temporada. La transformaci¨®n ocurri¨® con Jos¨¦ Luis Mendilibar al frente, con la ventaja de que para un funeral o para una fiesta, le vale la misma ropa. Logr¨® que un equipo que estaba mirando hacia el precipicio, de pronto se viera conquistando la cima de un t¨ªtulo europeo. Nadie sabe en qu¨¦ consisti¨® la terapia de choque y conviene no aventurar hip¨®tesis porque, los milagros que depara el f¨²tbol, son disfrutables, pero no analizables. Lo que sabemos es que la pelota parec¨ªa una roca que hab¨ªa que empujar colina arriba y, de pronto, la roca empez¨® a alivianarse, la colina empez¨® a allanarse y el f¨²tbol, que parec¨ªa imposible, empez¨® a ser f¨¢cil.
La transformaci¨®n
Desde lejos, la sensaci¨®n es que Mendilibar supo simplificar el mensaje para hacer el f¨²tbol m¨¢s digerible. A la fabricaci¨®n de confianza contribuyeron los resultados, que sirvieron para quitar angustia, y la suerte, que dio alg¨²n empuj¨®n providencial. Me remito al partido de ida contra el Manchester, con un primer tiempo que anunciaba cat¨¢strofe y que termin¨® con un 2 a 0 abajo que hasta pareci¨® una buena noticia. En el segundo tiempo dos goles en contra permitieron un empate sorprendente. La superioridad del Manchester, sin embargo, hab¨ªa llegado a ser abusiva, y quedaba la vuelta. Pero a la vuelta el que abus¨® fue el Sevilla, con una afici¨®n que se subi¨® arriba de su himno y no par¨® de empujar a un equipo heroico que multiplicaba su confianza y esfuerzo en cada gol, y fueron tres. Desde ese d¨ªa, los jugadores empezaron a creer en s¨ª mismos y en Mendilibar.
La indestructible espada de madera
?Qu¨¦ significa simplificar? Ya est¨¢ aqu¨ª un f¨²tbol nuevo con entrenadores con espadas l¨¢ser y todas las contribuciones tecnol¨®gicas a su alcance para sofisticar, sobre todo, las respuestas colectivas del equipo. Ante eso, Mendilibar sac¨® su espada de madera y combati¨® en igualdad de condiciones hasta lograr lo imposible. Trabaj¨® sobre el estado de ¨¢nimo, le sac¨® brillo a la plater¨ªa o, lo que es lo mismo, mejor¨® las individualidades, y consigui¨® algo muy importante: desenterrar el instinto de los jugadores, que muchas veces est¨¢ aplastado por varias capas de metodolog¨ªa. Ese regreso al amateurismo, a la esencia del jugador, dot¨® al equipo de una sobreconcentraci¨®n que facilitaba todas las conexiones, y de una fiereza competitiva que despejaba todos los miedos que ven¨ªa arrastrando. En esta reacci¨®n del Sevilla hubo verdad. F¨²tbol de verdad.
El jugador antes que el juego
En una larga charla que tuve con Xavi esta semana, llegamos a Pedri como unidad de medida del f¨²tbol de siempre. La expresi¨®n natural de un gran talento. Le pregunt¨¦ si ese tipo de jugadores no est¨¢n desafiando la tendencia. Jugadores cada vez m¨¢s f¨ªsicos, equipos cada vez m¨¢s t¨¢cticos, mayor peso de lo colectivo sobre lo individual. Xavi me tranquiliz¨®. Dentro de veinte a?os, me dijo, seguiremos diciendo estas cosas (estas bobadas, quiso decir) y el talento seguir¨¢ imponi¨¦ndose por encima de todo. El tema creo que hasta lo enfad¨® porque ¨¦l mismo, como jugador, fue sospechoso de tener ¡°solo¡± talento durante varias temporadas, hasta que su superioridad termin¨® con todas las discusiones. Pero no hace falta ser Xavi o Pedri. Este Sevilla demostr¨® que permitir a los jugadores cierta libertad para expresarse, contribuye a la confianza, al esp¨ªritu de equipo y, en este caso, a una inesperada y merecida gloria.
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