Dos neerlandesas se derrumban cuando tienen el oro del Mundial de atletismo al alcance de la mano
Ca¨ªdas de Sifan Hassan y Femke Bol en una jornada en la que Noah Lyles y Fred Kerley se citan para la final de 100m y los tres del 1.500m espa?ol se clasifican con brillo para semifinales
La noche cae sobre Budapest cuando dos atletas de Pa¨ªses Bajos, brillante como un sol sus camisetas naranjas, se acercan imparables hacia una medalla de oro. Como condenadas por una maldici¨®n del cielo h¨²ngaro, ninguna de las dos alcanza su destino. Las dos caen cuando ya su mirada acaricia la ¨²ltima l¨ªnea. Sifan Hassan y Femke Bol, tan impresionantes ambas, se derrumban en dos finales que ser¨ªan ins¨®litos si no se hubieran, incre¨ªblemente, repetido.
Ya se ha puesto el sol hace tiempo cuando la neerlandesa Sifan Hassan cambia el ritmo, como se esperaba, cuando quedan 250 metros de la prueba de los 10.000m. La prueba, muy lenta, ha estado controlada en todo momento por las atletas et¨ªopes, que, desconfiadas, pues ya han sufrido la experiencia dolorosa en los Juegos de Tokio, miran a su espalda esperando el momento en el que la atleta de naranja les ataque. Est¨¢n preparadas para su ataque la rapid¨ªsima Gudaf Tsegay y la magn¨ªfica Letensenbet Gidey, que tras un momento de indecisi¨®n la persiguen. La alcanza Tsegay al salir de la ¨²ltima curva y las dos, Hassan, horas apenas despu¨¦s de haber corrido una serie de 1.500m en la que ha probado su sprint, y Tsegay se lanzan en un codo a codo terrible, igualad¨ªsimo. Hassan imperceptiblemente se abre a su derecha y golpea con el codo, una, dos, tres veces, a Tsegay, tan pegada est¨¢ esta. Despu¨¦s, como si hubiera alcanzado ya su l¨ªmite, y la l¨ªnea final est¨¢ a 20 metros, Hassan, exhausta, se derrumba, se queda en el suelo, se deja adelantar, y solo cuando han pasado casi todas, se levanta y hasta sonr¨ªe. La campeona hace una a?o en Eugene, Gidey, que termina segunda, se vuelve, la caricia, la besa, se espanta ante el codo sangriento de la ni?a Hassan, que buscaba tres medallas de oro en Budapest (1.500m, 5.000m y 10.000m).
Solo un cuarto de hora antes, poco despu¨¦s de que Ryan Crouser, de Portland (Oreg¨®n) exigiera desde el c¨ªrculo de lanzamiento de peso que el p¨²blico le adorara y le aplaudiera con ritmo su sexto lanzamiento, Femke Bol, la maravillosa corredora de 400m vallas, sus piernas interminables, su zancada ligera, el testigo del relevo en la mano, acogotada por la estadounidense Alexis Holmes en los ¨²ltimos metros del relevo mixto, se derrumba a 10 metros de la l¨ªnea, su mano golpea el caucho y suelta el testigo. Pa¨ªses Bajos, la gran favorita, queda descalificada del relevo mixto 4x400m, su orgullo. El cuarteto de Estados Unidos (Justin Robinson, Rosey Effiong, Matthew Boling y Homes) bate el r¨¦cord del mundo que deber¨ªa haber batido Holanda (3m 8,82s) y logra el segundo oro de la noche para Estados Unidos, despu¨¦s de la maravilla de Crouser, su medio pasito a la izquierda antes de empezar a girar para mejorar su impulso, su velocidad inicial, su inercia, y lanzar la bola de 7,260 kilos hasta 23,51m, a solo cinco cent¨ªmetros de su r¨¦cord mundial. El primer atleta que pasa de 23 metros en un Mundial.
Antes, d¨ªa de maniobras en el estadio al sol poniente, ni una nube sobre el Danubio, cuando los tres espa?oles del 1.500m, las stars Adel Mechaal, Mario Garc¨ªa y Mo Katir, por orden de actuaci¨®n, se clasifican para las semifinales (domingo, 17.35) con peque?as exhibiciones incluidas, cuesti¨®n de marcar territorio tras el intangible Jakob Ingebrigtsen. Mechaal, que corre en la serie del noruego favorito lo hace a su espalda, con tiempo para analizar sus cambios imperceptibles e infinitos y tambi¨¦n para admirar, quiz¨¢s, la audacia del degrad¨¦ de sus parietales que afilan su cabeza, tan alta. Corren muy r¨¢pido para ser el primero de los tres 1.500m que les esperan, tributo a la rapidez del caucho de la Mondo, una pista como la de Tokio, dice Mechaal. Gana Ingebrigtsen con 3m 33,94s y el espa?ol controla y pasa tercero, relajado pese a la urgencia con la que, a su espalda, quiere pasarle el portugu¨¦s Isaac Nader y su perillita crecida en el bosque de Valonsadero, en Soria, bajo el ojo cr¨ªtico de su entrenador, y el de Ferm¨ªn Cacho hace 30 a?os, Enrique Pascual Oliva. La serie m¨¢s lenta (3m 46,77s) la gana, calmo, Mario Garc¨ªa Romo, un rabo de lagartija en los ¨²ltimos 50 metros, cuando se hace un hueco entre las tortugas al estilo, quiere recordar ¨¦l, de Verstappen en una parrilla de salida. Mo Katir corre como si fuera la final y le esperara el oro al final de la recta, y lo hace as¨ª, dice, porque prefiere llegar as¨ª, ¡°apretado¡± y libre que jug¨¢ndose al sprint con 10 m¨¢s uno de los seis puestos que daban el paso a la semifinal.
En las series de 100m, el exuberante Noah Lyles, u?as manicuradas a lo manga, como su pelo, y su adem¨¢n de Goku feliz lanzando una bola, y el tan serio Fred Kerley y su historia de vida de ni?o sin padres en los barrios duros de San Antonio, Texas, esquinas de camellos, crack, opioides, disparos. Un choque de vidas y de estilos de correr, y la misma ambici¨®n. Lyles y su lentitud en los primeros diez metros, su progresi¨®n interminable, su final en plena aceleraci¨®n (9,95s) en su serie apurado por el keniano Ferdinand Omanyala (9,97s), que ma?ana (19,10) puede romper la contienda y convertirse en el primer africano campe¨®n del mundo de 100m; Kerley (9,99s), puro control, casi introspecci¨®n, en su mundo tras sus gafas de sol macarras y doradas, la seriedad de su rostro que parece tallado en m¨¢rmol, del que despierta cuando el chaval jamaicano Oblique Seville (9,86s) le pasa en los ¨²ltimos 40 metros, una exhalaci¨®n.
Seville, 22 a?os, es la esperanza de la isla de Usain Bolt para recuperar el dominio de la velocidad, pero la verdadera joya de Jamaica, el atleta caribe?o que deja a todos con la boca abierta, no es un velocista, sino un saltador de triple salvaje y relajado, una contradicci¨®n que se resuelve en una sonrisa despreocupada, un bamboleo de caderas terminado el salto, una carrera corta, y tres explosiones, tres saltos en el triple, a¨²n corto el segundo, que le llevan hasta 17,70 metros como quien no quiere la cosa. Un atleta natural, de 18 a?os, que crece en el atletismo universitario de Estados Unidos.
Antes a¨²n, a las dos de la tarde, casi tres, ya soleadas tras la tormenta, las saltadoras de longitud maduradas por Iv¨¢n Pedroso en Guadalajara, F¨¢tima Diame (6,61m) y Tessy Ebosele (6,65 en su primera experiencia en un Mundial absoluto), se clasifican para la final, la primera vez con dos espa?olas en la cumbre (16.55), minutos despu¨¦s de que Dani Arce se clasificara para la final (martes, 21.42) de los 3.000m obst¨¢culos, y casi simult¨¢neamente al pase de Marta P¨¦rez y Esther Guerrero a las semifinales de 1.500m (domingo, 17.05).
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