Siempre Bellingham: otro gol del ingl¨¦s rescata al Real Madrid del atasco
Los blancos superan en el descuento al Uni¨®n Berl¨ªn, que aguant¨® con una s¨®lida defensa comandada por Bonucci
El Uni¨®n Berl¨ªn conoci¨® la Champions, el Real Madrid, el Bernab¨¦u y el efecto Jude Bellingham en una misma tarde que crey¨® haber descifrado, hasta que se dio cuenta de que ah¨ª estaba precisamente el truco: cuando se cree que se ha llegado a la meta del aguante, a¨²n queda un poco m¨¢s. Y ah¨ª, en el 93.20, a 100 segundos del l¨ªmite, puro territorio Real Madrid, con ese nuevo propietario llamado Bellingham, vio que todo hab¨ªa sido una ilusi¨®n, de m¨¢s de 90 minutos, pero igualmente fugaz. Un tiro lejano de Valverde, un rebote, un gol del ingl¨¦s a medio metro de la l¨ªnea y el estribillo de Hey Jude en la grada.
En el primer partido de Champions del curso, el Madrid se sacudi¨® el susto como otras muchas noches m¨¢s cercanas al ¨²ltimo.
Hasta entonces, el Uni¨®n, que acud¨ªa al estadio de las 14 Copas de Europa con el prop¨®sito de no dejarse arrastrar por las leyendas, hab¨ªa marcado el tono del choque bajo la banda sonora de 4.000 entusiastas que sostuvieron la canci¨®n hasta 10 minutos despu¨¦s de la decepci¨®n. En el primer acto, el Madrid sucumbi¨® m¨¢s al Uni¨®n que al rev¨¦s.
Los alemanes se clasificaron para la Champions terminando cuartos en la Bundesliga con la defensa menos goleada. Al Bernab¨¦u no trajeron sorpresas: su misma defensa de cinco. Si acaso, la novedad del capataz, el viejo Leonardo Bonucci, que debutaba en el Uni¨®n la tarde que el Uni¨®n debutaba en la Copa de Europa. Despu¨¦s de 12 temporadas en la Juventus, se vio apartado, fuera del grupo, expulsado del lugar que hab¨ªa dominado m¨¢s de una d¨¦cada. Y con 36 a?os, lo rescat¨® el equipo de Urs Fischer, que pesca en el caladero de los futbolistas impulsados por la desesperaci¨®n de demostrar que se han equivocado al olvidarlos en otra parte. Hasta a Isco estuvieron a punto de contratar.
Ah¨ª estaba de nuevo Bonucci en el Bernab¨¦u, en el centro de operaciones de la defensa de un equipo reci¨¦n llegado que pretend¨ªa aguantar m¨¢s all¨¢ del cartel de primerizo. Se juntaron mucho atr¨¢s apoyados en esa l¨ªnea de cinco, con Juranovic alargando el muro hacia la derecha y Goesens hacia la izquierda. Y el Madrid se atragant¨®.
Iba de un lado al otro, sin dar con la rendija, sin sorprender por el centro. Ni Modric, ni Camavinga, ni Tchouameni inventaban. Bonucci contemplaba tranquilo el atasco desde su guarida, cuerpeando de cuando en cuando con Bellingham, que no daba con el modo de abrir espacios, ni con carreras hacia delante ni explorando un poco m¨¢s atr¨¢s, lejos del italiano. El Madrid era un equipo pastoso al que apenas espabilaba la cabeza de Joselu. Remat¨® centros de Lucas, de Bellingham y un c¨®rner de Modric, todos fuera. Y se qued¨® a un par de cent¨ªmetros de conectar otra. Eso era todo. A esa velocidad, solo sorprend¨ªa la estatura del nueve.
El paso por el vestuario provoc¨® una peque?a sacudida el¨¦ctrica en el Madrid. La trinchera alemana era la misma, pero Ancelotti hab¨ªa conseguido que su gente la agitara con algo m¨¢s de vigor, con m¨¢s velocidad. Rodrygo comenz¨® a aparecer lejos de la banda, donde se hab¨ªan esfumado muchos de sus esfuerzos del principio, y corr¨ªa m¨¢s la pelota entre ¨¦l, Modric, Bellingham y Joselu. Y se mov¨ªan m¨¢s ellos, y con ellos la l¨ªnea Bonucci, en la que se le abri¨® alguna esperanza al Madrid.
Lucas empez¨® la carga con un bal¨®n a la espalda de la defensa, donde hasta entonces no ve¨ªan nada. Lo alcanz¨® Rodrygo a la carrera y lo revent¨® contra el cuerpo de Ronnow. La jugada regres¨® a Lucas, y tambi¨¦n a Rodrygo, que tir¨® al palo, y enseguida Camavinga fuera. No estaba la noche para Rodrygo, que se hizo un nudo con la pelota en el ¨¢rea peque?a cuando le cay¨® otro pase de Lucas y se encontraba solo ante el portero. Y luego otra que se le enred¨® en la espuela.
Ancelotti introdujo a Kroos y Valverde por Tchouameni y Camavinga y consigui¨® aclarar el juego, con mejor cabeza y m¨¢s arrojo. Para entonces, el Uni¨®n ya se hab¨ªa quedado sin aire, contemplando c¨®mo le iba golpeando el oleaje. Pero resist¨ªa. Sobre todo a Joselu.
El delantero, que se estrenaba en la Champions con 33 a?os, acumul¨® 11 tiros sin premio, entre los que terminaron en el palo, los que se escaparon fuera por poco y los bloqueados por la defensa e incluso por alg¨²n compa?ero desubicado en un barullo en el ¨¢rea. Nada. Hasta que volvi¨® a ver la luz Bellingham. Como siempre.
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