Muere Michel Jazy, modelo, ¨ªdolo y ejemplo para todos los atletas en los a?os 60
El mediofondista franc¨¦s bati¨® nueve r¨¦cords del mundo, fue dos veces campe¨®n de Europa y subcampe¨®n ol¨ªmpico de los 1.500m en Roma 60
Ha muerto Michel Jazy, publica con tristeza infinita L¡¯?quipe, su peri¨®dico, y en Espa?a sus coet¨¢neos, los dioses de los a?os 60, la primera d¨¦cada prodigiosa del atletismo nacional, sienten con fuerza el v¨¦rtigo del paso del tiempo, tan veloz.
Jazy, nueve veces plusmarquista mundial ¨Cde la milla (3m 53,6s), de las dos millas, de los 3.000m y de los 2.000m, pero nunca de los 1.500m: no pudo con Herb Elliott, el australiano que le derrot¨® magn¨ªficamente en la final de la distancia reina en Roma 60-, subcampe¨®n ol¨ªmpico y dos veces campe¨®n de Europa en unos tiempos en los que no hab¨ªa Mundiales, muri¨® en el hospital de Dax, en las Landas, a los 87 a?os.
¡°Estamos cayendo todos los cercanos¡±, sentencia, pesaroso, Jorge Gonz¨¢lez Amo, mediofondista de 1.500m en M¨¦xico 68, a pesar de que es 10 a?os m¨¢s joven que el atleta franc¨¦s idolatrado. ¡°Era mi modelo, mi ¨ªdolo, un ejemplo¡±, dice Gonz¨¢lez Amo, que recuerda la tarde de mayo del 63 en que ¨¦l, joven hambriento de conocimiento y de atletismo, estuvo de espectador en la inauguraci¨®n, con Franco en la tribuna, de las pistas de la Ciudad Deportiva del Real Madrid junto al hospital de La Paz. ¡°Fue un intento de r¨¦cord del mundo de 1.000m. Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, que hab¨ªa entrenado con ¨¦l en Par¨ªs, hizo de liebre. Se qued¨® en 2m 19,1s, a dos segundos del r¨¦cord¡±.
Tambi¨¦n le recuerda el pertiguista bilba¨ªno Ignacio Sola, r¨¦cord ol¨ªmpico unos minutos, 5,20 metros, tambi¨¦n en M¨¦xico 68, que ayer, justamente, cumpli¨® 80 a?os ¨C¡±tuve mucha relaci¨®n con ¨¦l, pues trabajamos muchos a?os en el departamento de marketing de Adidas. ?l y su mujer estaban en la oficina de Par¨ªs, donde se hac¨ªan muchas de las reuniones. Me dijo que Julio Iglesias era su cantante preferido y yo, cuando ¨ªbamos a tener reuniones, le llevaba discos, pero los ten¨ªa todos y los compraba seg¨²n sal¨ªan. Una gran y cari?osa, persona¡ª. Y Javier ?lvarez Salgado a?ade: ¡°Le recuerdo en el 5.000 de Tokio 64, en un final ag¨®nico por una medalla de oro que ten¨ªa a su alcance y en los ¨²ltimos metros lo perdi¨® todo¡±, dice el fondista gallego, finalista de 5.000 metros en M¨²nich 72, y su memoria viv¨ªsima de unos minutos que en Francia a¨²n se recuerdan como una de las grandes tragedias de su historia deportiva.
¡°Eran los tiempos en los que una prueba de atletismo ten¨ªa el poder de hasta retrasar el comienzo del sacrosanto telediario de las ocho en la televisi¨®n¡±, recuerda el periodista Marc Ventouillac en el obituario publicado en L¡¯?quipe. ¡°Francia viv¨ªa compartiendo dos ¨ªdolos deportivos, Jazy y la jazyman¨ªa que le acompa?aba, y Jacques Anquetil, el dios del Tour de Francia¡±. Jazy, como Jean Stablinski, ciclista campe¨®n del mundo en el 62, era nieto e hijo de mineros polacos emigrados al norte de Francia tras la primera gran guerra. De adolescente se fue a vivir a Par¨ªs, donde su gran talento atl¨¦tico conmovi¨® a Marcel Hansenne, redactor jefe de L¡¯?quipe y explusmarquista mundial de los 1.000m, que logra que Jacques Goddet, el director del diario, le ofrezca un puesto de tip¨®grafo en los talleres con un horario ajustado a sus necesidades de entrenamiento y competici¨®n. Dej¨® el f¨²tbol, que le gustaba m¨¢s que nada, y a¨²n hab¨ªa d¨ªas que prefer¨ªa entrenarse jugando al f¨²tbol y no corriendo. Se hizo atleta casi invencible.
En Melbourne 56, sus primeros Juegos Ol¨ªmpicos, qued¨® eliminado en series de los 1.500m, pero regres¨® feliz a Francia, ¨¦l un chaval de 20 a?os, hab¨ªa gozado y aprendido compartiendo habitaci¨®n con Alain Mimoun, ganador del marat¨®n ol¨ªmpico. En Roma 60 fue plata en los 1.500m tras Elliott. Sus terceros Juegos, los ¨²ltimos, fueron los de Tokio 64.
Peter Snell, el fen¨®meno neozeland¨¦s del medio fondo, y Jazy jugaron al escondite antes de los Juegos. No quer¨ªan encontrarse en ninguna carrera, tanto se tem¨ªan. Jazy, finalmente, eligi¨® correr los 5.000m. Snell corri¨®, y gan¨® las dos distancias, los 800m y los 1.500m. ¡°Si hubiera estado Jazy no habr¨ªa corrido los 1.500m¡±, dijo despu¨¦s. Para prepararse, Jazy se concentr¨® el verano en Volodalen, la localidad sueca, bosques y prados, que a?os despu¨¦s frecuentar¨ªan para prepararse los mejores espa?oles, Mariano Haro o Gonz¨¢lez Amo. Un d¨ªa se torci¨® el tobillo. La lesi¨®n la arrastr¨® casi hasta los Juegos de Tokio, a los que lleg¨® sin experiencia en pruebas de 5.000m. Toda Francia le espera y ¨¦l, en sus propias palabras, corre ¡°como un imb¨¦cil¡±. Bajo la lluvia que convierte en barrizal la pista de ceniza de Tokio. Ataca con el sonido de la campana. ¡°A falta de 200m me sent¨ªa tan fuerte que habr¨ªa apostado una fortuna por mi medalla de oro¡±, asegur¨® despu¨¦s. En la recta final le adelantan el norteamericano Robert Schul, el alem¨¢n Harald Norpoth y otro norteamericano, William Dellinger. Termina cuarto.
Solo un a?o despu¨¦s pudo borrar Jazy la decepci¨®n de aquel d¨ªa de oto?o japon¨¦s. Helsinki. 30 de junio de 1965. Jazy es un volc¨¢n en ebullici¨®n. Intocable. En tres semanas de junio ha batido cuatro r¨¦cords del mundo. Para cerrar el mes en el que todo fue posible le espera un desaf¨ªo ¨²nico en la capital finlandesa. Es un 5.000m bautizado en todos los medios como la carrera del siglo. Sus rivales, los fenomenales Ron Clarke y Kip Keino. Jazy ha dudado. Ron Clarke, el prodigioso australiano, acaba de batir el r¨¦cord del mundo de la distancia (13m 25s) y despu¨¦s, generoso, le ha hecho de liebre en sus r¨¦cord de las dos millas y en el paso por los 3.000m. La prensa dice que despu¨¦s de Tokio est¨¢ acabado y ello le convence. Si renuncia, teme que le llamen cobarde. Acepta el desaf¨ªo y lo gana. Ataca desde lejos, como en Tokio, pero resiste a Keino, que tres a?os despu¨¦s maravillar¨¢ al mundo ganando los 1.500m en M¨¦xico 68 y a Clarke, que levanta su brazo reconociendo su derrota. ¡°Esa victoria¡±, escribi¨® Jazy, que se retir¨® al a?o siguiente, ¡°fue la consecuencia de un trabajo denodado y la prueba del nueve de que la derrota de Tokio fue un accidente¡±.
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