Ana Peleteiro, oro en los Europeos de atletismo de Roma con un salto que la propulsa hacia Par¨ªs
La atleta gallega consigue su primer t¨ªtulo europeo al aire libre con un intento de 14,85 metros, a dos cent¨ªmetros de su r¨¦cord nacional y mejor marca mundial del a?o
Es la estrella, y le gusta. La exalta. El nubifragio ligero empapa el estadio, ligero. Rompe el bochorno del domingo romano al anochecer. El aire se carga de electricidad, droga para velocistas y saltadores, esfuerzos cortos, intensos, m¨²sculos de dinamita, que la absorben y la transforman. Y las saltadoras, privilegiadas, y Ana Peleteiro con ellas, no se mojan. La tarima sobre los andamios huecos est¨¢ cubierta por la tribuna del Ol¨ªmpico erigida cuando el Mundial de f¨²tbol del 90.
Las condiciones perfectas. Cuando salta ella, el estado se paraliza. Como una reina. La que dicta las reglas. Aqu¨ª se juega como digo yo. Lo proclama. As¨ª se quiere Ana Peleteiro. As¨ª la quiere su entrenador, Iv¨¢n Pedroso. Su ley: dar fuerte en el primer salto. Meter presi¨®n a todas, hacerlas bailar a su alrededor. As¨ª sea en la vida, en las redes, en el estadio. En la pasarela elevada, casi de desfile de moda, que es la peana de saltos del Ol¨ªmpico, en la que en su primer intento llega a 14,37 metros, y eso que bate para hop, el primer salto, a 21 cent¨ªmetros de la l¨ªnea del nulo que antes era de plastilina. Despu¨¦s contin¨²a, sin perder apenas velocidad, step y jump. Pero eso no basta. Tampoco el segundo salto, m¨¢s cerca de la tabla (a 14 cent¨ªmetros), m¨¢s largo en la arena (14,46m). La ceremonia de afirmaci¨®n de la medallista de Tokio, su promoci¨®n como favorita para los Juegos de Par¨ªs y, de paso, su primer t¨ªtulo europeo, exigen algo m¨¢s. Se lo exige la turca Tugba Danismaz, una fuerza de la naturaleza que alarga descomunalmente el paso en el segundo salto y que en su segundo intento, unos minutos despu¨¦s, bate el r¨¦cord nacional de su pa¨ªs y se coloca primera, 14,57m.
Lo mejor de la turca, de 24 a?os, en toda su vida, es lo normal, lo medio de la gallega, de 28, que hace unos meses, en Glasgow, vol¨® hasta 14,75m y en Tokio 21, cuando fue de bronce ol¨ªmpico, salt¨® 14,87 metros.
Comienza otra prueba. La reina reclama el trono. Lo ataca con la misma fiereza con la que en las redes, ella, la influencer orgullosa de su sangre africana cuya rabia alimentan los ¨²ltimos d¨ªas los insultos racistas con que responden los haters, envalentonados en la campa?a electoral europea, a su amor declarado por la equipaci¨®n naranja oro de la selecci¨®n espa?ola.
Mientras las dem¨¢s saltan, Peleteiro se sienta al lado de Pedroso, que no para de hablarle. La motiva, la exige, la aconseja. Trucos t¨¦cnicos, trucos mentales. ?No fue ¨¦l, acaso, el que guio a Yulimar Rojas desde Guadalajara hasta la luna, inalcanzable para todas la venezolana invencible que se rompi¨® hace nada el tend¨®n de Aquiles?
Hace nada Peleteiro afirm¨® que solo piensa, que solo trabaja, que solo entrena, pensando en ser campeona ol¨ªmpica, que la vida no vale nada si no es para competir y ganar, que solo los t¨ªtulos merecen la pena. Pedroso la escucha y la refuerza. ¡°Siempre ha entrenado para hacerlo bien. Y entrenar al lado de Yulimar ha sido fundamental. La ten¨ªa ah¨ª y todos los d¨ªas la ve¨ªa. Sabe todo lo que hac¨ªa Yulimar y d¨®nde ca¨ªa.
Pero yo siempre se lo he dicho. Yulimar empez¨® tambi¨¦n as¨ª. Le ganaban otras, pero tuvo constancia, constancia, constancia¡±, dice Pedroso. ¡°Y lo mejor que tiene Yulimar es que conf¨ªa mucho en m¨ª. Cuando t¨² conf¨ªas en una persona, las cosas se te hacen m¨¢s f¨¢cil. Ana conf¨ªa mucho tambi¨¦n. Dice que despu¨¦s de ser madre conf¨ªa m¨¢s todav¨ªa. Y al final, me dice siempre, ten¨ªas raz¨®n. Ha sido, desde que entr¨® conmigo, ha sido como un experimento. He ido poquito a poquito, ya la conozco, ya s¨¦ lo que le viene bien, s¨¦ lo que le pone mal. Y todo es m¨¢s f¨¢cil ahora con ella¡±.
Los grandes saltadores, Pedroso tambi¨¦n, hablan del primer salto para marcar territorio y del quinto para machacar definitivamente. Peleteiro, su fuerza incontrolada, tantas emociones, su hija L¨²a que ya habla y todo, tanto amor, no espera al quinto. La rabia puede m¨¢s. En el cuarto llega el gran salto. 14,85 metros. Incontestable. El segundo mejor de su vida. El oro de Roma. Y, all¨ª, cerca, la torre Eiffel, Par¨ªs, los Juegos, ya empiezan a hacerle se?ales. Y la reina, la mejor atleta espa?ola, no parar¨¢ hasta conseguir ser campeona ol¨ªmpica.
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