¡®Conchi, mejor no toques las botellas¡¡¯
A Rafa se le ha querido enterrar muchas veces, pero siempre volv¨ªa, una y otra vez. Y cada vez m¨¢s fuerte. Siempre supo regenerarse. Su legado es el compromiso
El recorrido profesional que ha hecho Rafa Nadal era inimaginable, y quien diga lo contrario seguramente miente. Pod¨ªamos sospechar que iba a ser bueno, incluso muy bueno, pero no que llegar¨ªa hasta donde lo ha hecho ni que tendr¨ªa una regularidad de ese calibre en los resultados. Lo que ¨¦l ha hecho a?o tras a?o y durante tanto tiempo es, sencillamente, impresionante. Aunque quede ya lejos, recuerdo a ese chico t¨ªmido y todav¨ªa por definir que aterriz¨® en el circuito con mucha hambre, que no daba una sola pelota por perdida, que ten¨ªa una excelente movilidad de pies y al que no se le pod¨ªa dejar una sola bola corta porque, si el rival lo hac¨ªa, lo pulverizaba. Era como un remolino: pura energ¨ªa, todo ¨ªmpetu. Puro esp¨ªritu.
Conforme escribo estas l¨ªneas me viene a la mente el triunfo contra Federer en Miami, en forma de advertencia para Roger: aquel chico iba a ser una seria amenaza para ¨¦l. Ese mismo a?o, 2004, lleg¨® a Roland Garros en muletas y no pudo competir por el pie, pero despu¨¦s asistimos a la explosi¨®n de la Copa Davis de Sevilla, donde descubrimos a un competidor hecho de otra pasta. El chico ten¨ªa una garra fuera de lo normal y yo pensaba para mis adentros: perfecto, pero cuidado. Proyectando a largo plazo, esa virtud supon¨ªa al mismo tiempo un arma de doble filo por el desgaste que pod¨ªa llegar a acumular al celebrar cada punto como si fuese el ¨²ltimo y por el riesgo de que las lesiones surgieran con mayor frecuencia de la deseada. La gesti¨®n del f¨ªsico, pues, iba a convertirse en el gran desaf¨ªo.
A Rafa se le ha querido enterrar muchas veces, pero siempre volv¨ªa, una y otra vez. Y cada vez m¨¢s fuerte. Siempre supo regenerarse. Ha sido un tenista que ha sabido adaptarse a su realidad, evolucionar y sortear circunstancias muy adversas. Muy completo. E inteligente. Por su forma de construir el punto y de desgastar al rival con la t¨¢ctica, siempre se sinti¨® m¨¢s c¨®modo en superficies lentas, pero la edad, las lesiones y la velocidad de las pistas fueron dibujando un jugador cada vez m¨¢s agresivo, menos pasivo, m¨¢s profundo y que con el paso de los a?os supo pulir mucho el rev¨¦s para abrir ¨¢ngulos o bien cortar, adem¨¢s de haber alcanzado un alto grado con la volea. A m¨ª, particularmente, me encantaba cada vez que se invert¨ªa con la derecha; desde ah¨ª era demoledor.
Afortunada yo, tuve la oportunidad de comentar muchos de sus partidos en la televisi¨®n. Por ejemplo, la final de Wimbledon contra Federer en 2008. Recuerdo esos intercambios, ese maravilloso t¨² a t¨² y la oscuridad, por las horas. Un privilegio para m¨ª, como seleccionadora nacional en los Juegos de R¨ªo, fue compartir c¨®mo logr¨® la medalla de oro, porque no fue nada f¨¢cil. Lleg¨® en una situaci¨®n complicada y, aun as¨ª, lo consigui¨®. Demostr¨®, una vez m¨¢s, que cuando decid¨ªa ir a por todas, iba a por todas. Cuando nadie lo esperaba, ?zas!, otro ¨¦xito. Otro Grand Slam. As¨ª hasta 22. Como capitana de la Davis viaj¨¦ con ¨¦l a Dinamarca y tambi¨¦n a la India, y recuerdo a un hombre comprometido y fiel a su palabra, que desde el primer momento quer¨ªa ayudar y as¨ª lo hizo: entonces sufr¨ªa de la mu?eca, pero contribuy¨®.
Al final, ese es su m¨¢ximo legado: el compromiso. Porque Nadal representa la lucha, el trabajo y ese instinto de superaci¨®n que pueden llegar a inspirar a las pr¨®ximas generaciones. El tenis es un deporte que no ofrece atajos y el que intente buscarlos no llegar¨¢ demasiado lejos, lo cual refleja lo bien que lo ha hecho ¨¦l durante todos estos a?os. Pero lo de Rafa va m¨¢s all¨¢ del ¨¦xito o los t¨ªtulos. Es carisma, es dedicaci¨®n, es ejemplo. Jam¨¢s ha negociado el esfuerzo, ni siquiera en los entrenamientos. Por eso lo situar¨ªa entre los grandes atletas de la historia; por su talento, por su empe?o y, sobre todo, por esa cabeza privilegiada que le ha permitido llegar tan lejos, cuando la gran mayor¨ªa, en un momento u otro, termina desfalleciendo. Si cualquier pieza falla, todo suele caerse. No en su caso.
Recuerdo una eliminatoria en la que yo, como capitana, estaba ayud¨¢ndole con el tema de las botellas. Todo iba bien, hasta que empez¨® a torcerse un poco el partido y prefiri¨® recuperar el ritual. Yo le notaba un poco nervioso, hasta que no pudo contenerse y termin¨® dici¨¦ndome: ¡®Conchi, casi mejor no las toques¡¡¯. Aquel d¨ªa, como tantos otros, gan¨®. No sin esa alineaci¨®n milim¨¦trica. De principio a fin, Rafa ha sido fiel a s¨ª mismo.
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