Desplome inesperado del Real Madrid en la Euroliga
En el peor momento, los de Chus Mateo pincharon, una gran decepci¨®n, pues supone no lograr el principal objetivo de la temporada
En el ¨²ltimo acto dram¨¢tico, despu¨¦s de un camino impoluto, el Madrid se extravi¨® qued¨¢ndose a las puertas de la gloria. Una derrota dolorosa y sorprendente por c¨®mo se produjo, pues comenz¨® mostrando su mejor baloncesto para acabar ofreciendo su peor cara en mucho tiempo, siendo superado deportiva y an¨ªmicamente por un excelente Panathinaikos. Los griegos mostraron su mejor versi¨®n y durante los cuarenta minutos siempre tuvieron orden, aguante y criterio. No se descompuso con la salida en tromba de los de Chus Mateo, asfixi¨® a los dos directores de juego madridistas, Campazzo y Sergio Rodriguez, cortocircuitando su habitual creatividad ofensiva. Meti¨® a las primeras de cambio en problemas a Tavares, que vivi¨® una noche aciaga. Sac¨® el m¨¢ximo provecho a un jugador por momentos err¨¢tico pero con muchos puntos en las manos como Nunn. Y siempre tuvo un faro llamado Sloukas, alma del equipo griego, MVP del partido y que fue creciendo seg¨²n avanzaba el partido hasta reventar lo que quedaba de resistencia blanca a mediados del ¨²ltimo cuarto. Nada que objetar, por tanto, al ¨¦xito griego.
El Madrid se desplom¨® en el momento m¨¢s inesperado. Llegaba a esta final con el aval de haber sido de largo el mejor equipo de la Euroliga, que refrend¨® en la semifinal con un lucido triunfo ante el siempre inc¨®modo Olympiacos. No solo eso, sino que durante el primer cuarto jug¨®, sobre todo en ataque, como los ¨¢ngeles. A imagen de lo que pas¨® en la semifinal, el Madrid se fue a unos guarismos ofensivos nada habituales en una final a cuatro. Hasta treinta y seis puntos clavaron los blancos en diez minutos.
Aunque sigui¨® dominando en el marcador, durante el segundo cuarto el Madrid comenz¨® a dar pistas de que la noche no iba a ser f¨¢cil. Seg¨²n pasaban los minutos se iba perdiendo poco a poco la fluidez ofensiva, la eficacia defensiva y sobre todo, la punter¨ªa. El tiro tiene dos componentes, el puramente mec¨¢nico y el mental. Cuando te falla lo primero, entra en juego lo segundo. Esos triples que han entrado durante toda la temporada empezaron a negarse, y el Madrid entr¨® en una din¨¢mica perniciosa que tuvo su m¨¢xima expresi¨®n en el segundo tiempo.
Ante la cada vez m¨¢s pegajosa defensa griega, el Madrid se obcec¨® queriendo encontrar la red desde lejos para alejar fantasmas y no supo o pudo buscar otras alternativas. Cada fallo era un anticipo del siguiente error. Crec¨ªa la precipitaci¨®n y disminu¨ªa la pausa mientras la estad¨ªstica alcanzaba paup¨¦rrimos porcentajes pocas veces vistos en este equipo.
En estas circunstancias, con un Panathinaikos cada vez m¨¢s crecido, urg¨ªa la aparici¨®n de un salvador, ese jugador que se eleva por encima de todos y cambia las din¨¢micas. No ocurri¨®. Ni Hezonja, horroroso en el lanzamiento, ni las penetraciones de Musa, ni la magia del Chacho, los tiros imposibles de Llull o la intimidaci¨®n de la pareja Tavares-Poirier. Chus Mateo intent¨® reactivar al equipo con una zona, que fue destrozada por Sloukas con dos triples consecutivos. El Madrid no estaba ya para casi nada.
En el peor momento, el Madrid ha pinchado. Una gran decepci¨®n pues supone no lograr el principal objetivo de la temporada. No tiene mucho tiempo para lamentarse, pues el mi¨¦rcoles llega el Barcelona al Palacio para comenzar la serie semifinal de la Liga ACB. Aunque a veces se nos olvida, no hay equipo infalible. Este Madrid lo parec¨ªa, pero el Panathinaikos le convirti¨® en humano.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.