?A d¨®nde vas, Lamine Yamal?
El jugador del Barcelona se corona en el f¨²tbol mundial a una edad temeraria, irresistible. Una edad que anticipa una ¨¦poca
No est¨¢ ni siquiera en la frontal del ¨¢rea, de hecho est¨¢ tan lejos que, si en un adulto el disparo desde all¨ª exige un esfuerzo, una clase y una confianza tremenda, en un chico de 16 a?os cuesta pensar siquiera que se atreva a mirar la puerta, o que llegue a verla.
?A d¨®nde vas, Lamine Yamal? En unas semifinales de la Eurocopa y perdiendo contra la Francia de Mbapp¨¦, ?a d¨®nde vas? Ense?a la pelota a su marca y le indica con la bota y el cuerpo la ruta interior apenas durante unas d¨¦cimas para luego abrir el ¨¢ngulo a la zurda, su pierna implacable; recuerda al primer amago de Messi en la final de Copa 2015 contra el Athletic. Ya con su pierna buena, y un poco m¨¢s de visi¨®n, tiene todo a favor para buscar un pase envenenado entre l¨ªneas o abrir a banda y mandar a bascular a Francia.
Puede hacer lo que quiera dentro de un orden, siguiendo unas reglas, ajust¨¢ndose a unos par¨¢metros, a una l¨®gica interna que tiene que ver esencialmente con la biolog¨ªa. Pero no hay l¨®gica, ni reglas, ni orden en la vida de Lamine Yamal. El jugador del Barcelona es la irrupci¨®n m¨¢s salvaje del f¨²tbol mundial desde Pel¨¦ a los 17 a?os en el Mundial de Suecia 58. Es el caos en un deporte, el f¨²tbol, que rinde cuentas al caos.
Lamine Yamal levanta la mirada y ve a lo lejos la porter¨ªa. Hay tentaciones a las que uno solo se puede resistir si no sabe de ellas. Obsesiones que uno sobrevuela porque no mira abajo. A los 16 a?os lo que quieres lo tomas, sobre todo si llevas pantal¨®n corto. Yamal entonces levanta la pelota de un zapatazo perfecto; perfecto de forma literal, perfecto de tal manera que no pod¨ªa ir ning¨²n cent¨ªmetro m¨¢s a la izquierda ni m¨¢s la derecha, ni m¨¢s arriba ni m¨¢s abajo. A veces salen disparos as¨ª. A veces uno los ejecuta en escenarios legendarios y momentos inolvidables, y se convierten esos disparos en disparos inmortales que se quedan en el imaginario popular. Ese gol del chaval de Esplugues de Llobregat se ha quedado ya. Hay victorias con gol y victorias sin gol: Espa?a llega a la final de la Eurocopa a lomos del mejor gol del campeonato.
El partido, que empez¨® con una victoria estrat¨¦gica de Mbapp¨¦ sobre Navas (se cre¨ªa que lo derrotar¨ªa por velocidad, y se la jug¨® con la l¨ªnea del fuera de juego), se dobl¨® a favor de Espa?a porque, como contra Alemania, no perdi¨® la cara frente a la desgracia, dio una lecci¨®n sobre c¨®mo sufrir sin histerismos y con el bal¨®n remont¨® en un pu?ado de minutos gloriosos. Al golazo de Yamal le sigui¨® el control de Dani Olmo acomod¨¢ndose la pelota en el ¨¢rea como uno se acomoda la vida a los 60 prescindiendo de aquello que decide que le sobra. A Olmo le sobr¨® todo y todos en el ¨¢rea. La par¨® y se sac¨® de en medio a un franc¨¦s con tanta rapidez que no dio tiempo a saber qui¨¦n era. Su zurriagazo lo empuj¨® antes de tiempo Kound¨¦ a puerta.
Lecturas individuales y colectivas, muchas. La m¨¢s deslumbrante es que en el reino de Mbapp¨¦, jugador descomunal que forz¨® a Argentina a una pr¨®rroga tras empatarle dos goles en una final del Mundial, se coron¨® en sus narices Lamine Yamal a una edad temeraria, irresistible. Una edad que anticipa una ¨¦poca.
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