Otra Espa?a gloriosa para so?ar
La selecci¨®n, de nuevo en la cumbre, levanta su cuarta Eurocopa, m¨¢s que nadie, en un partido abierto por Lamine y Nico y cerrado por Oyarzabal tras resistir el breve despertar de una Inglaterra sometida
El gol de Marcelino en el Bernab¨¦u en 1964, el de Torres en Viena en 2008, el de Iniesta en Sud¨¢frica en 2010, el desparrame coral contra Italia en Kiev en 2012, el divertimento letal de Nico Williams con Lamine y el tanto de Oyarzabal en 2024. Incluso la salvada de Olmo sobre la l¨ªnea en los ¨²ltimos instantes. Espa?a a?adi¨® en el Ol¨ªmpico de Berl¨ªn otro cap¨ªtulo de gloria a la historia con la cuarta Eurocopa, m¨¢s que nadie, al llevarse por delante a una desconsolada Inglaterra que acumul¨® su segunda derrota seguida en una final despu¨¦s de los penaltis en Wembley contra Italia.
La Roja ha reencontrado el hilo de aquel juego que la condujo a los a?os dorados. Y no solo eso: despu¨¦s de reencontrar la hebra ha seguido construyendo sobre aquello, con el mismo talento exquisito, con un derroche de energ¨ªa y entrega y con una fe formidable que resiste cualquier momento de duda o de contrariedad. Funciona, resiste y mata incluso si pierde a su faro, Rodri, el jugador del torneo, que se retir¨® lesionado despu¨¦s de solo 45 minutos. Y todo eso lo corona el v¨¦rtigo descubierto en Lamine Yamal y Nico Williams, engarzado sin fricci¨®n en la vieja maquinaria del control.
As¨ª lleg¨® el primer fogonazo para el recuerdo. De un exterior de primeras de Carvajal a la carrera de Lamine, de las maniobras de distracci¨®n de Morata y Olmo, de la carrera por el otro lado de su socio, su amigo, a veces su hermano, a veces un poco su padre. El catal¨¢n encontr¨® a Nico, y Nico encontr¨® la red. El partido lo descorch¨® la pareja convertida en s¨ªmbolo de manera instant¨¢nea, el d¨²o que cualquiera habr¨ªa apostado a que lo har¨ªa. Esas son las amenazas peores, las inevitables incluso cuando se ven venir.
Tambi¨¦n lo sab¨ªa Southgate, claro, de nuevo desconsolado con esa Inglaterra suya que no levanta copa desde 1966. Aunque para la final hab¨ªa recuperado la pieza m¨¢s ansiada, la que dec¨ªa que hab¨ªa hecho cojear todo el conjunto. El seleccionador ingl¨¦s atraves¨® el torneo con un equipo contrahecho, colocando como lateral izquierdo a Trippier, un diestro, a la espera de que Luke Shaw se recuperara. Y as¨ª avanz¨®, siempre sobre el alambre, mientras el futbolista del Manchester United iba regresando poco a poco. Hasta que contra Espa?a, el ¨²ltimo d¨ªa, fue titular por primera vez despu¨¦s de 147 d¨ªas de penalidades. Era la noche que ten¨ªa cita con Lamine, al que recibi¨® con un primer encontronazo a los dos minutos. El torneo ha supuesto una sucesi¨®n de trampas para el barcelonista, que dos d¨ªas antes hab¨ªa dejado de tener ya 16 a?os. Ninguna lo apres¨® lo suficiente.
Al otro lado Walker se present¨® a Nico Williams, que le iba sondeando, pero cuando le burlaba se cruzaba por all¨ª con Stones, al que tir¨® una bicicleta virguera. Lo dej¨® atr¨¢s brevemente, pero el instante que necesit¨® el espa?ol para armar el tiro le bast¨® al del City para recuperar el paso y bloquearlo. No hab¨ªa un solo tipo dormido sobre el campo. Mucha lija en cada encontronazo. Tampoco se escond¨ªa nadie en una refriega de pie tenso. Las primeras tarjetas las vieron dos atacantes, Kane y Olmo.
Espa?a volvi¨® a sacar el manual que la hab¨ªa llevado de vuelta a Berl¨ªn: un poco de control, un poco de pinchar arriba. Con las bandas cegadas al comienzo, empezaron a aparecer Morata y Olmo por el centro para tratar de agitar desde ah¨ª y desatar el desorden. Se empezaron a encontrar Rodri y Fabi¨¢n y se despejaba la niebla.
Inglaterra manten¨ªa las precauciones. Hab¨ªa visto ya a demasiadas selecciones irse a la lona cuando se les desataba un poco el entusiasmo. Buscaba encontrar a Saka a solas en la derecha con Cucurella, que aguant¨® las oleadas y otra noche que empez¨® con pitos cuando tocaba la pelota. Los asaltos del extremo del Arsenal no prosperaban porque Espa?a se exprimi¨® en otra noche de entrega y persecuci¨®n. Carvajal at¨® a su compa?ero Bellingham como si no le conociera de nada. O porque le conoc¨ªa demasiado bien. Ninguna concesi¨®n en una noche as¨ª, de las mejores del lateral del Real Madrid.
Bellingham se desgastaba en esos duelos, en sus propias persecuciones en busca de un robo, en algunas carreras que no encontraban espacio ni pasador. El despliegue gremial de la Roja no les permit¨ªa ni a ¨¦l ni a Foden ligar en el medio y buscar luego a Kane, por ejemplo, que solo estuvo una hora sobre el campo, un tanto a la deriva.
Antes incluso hab¨ªa tenido que irse Rodri, lesionado, que dej¨® su lugar a Zubimendi. De la Fuente se qued¨® sin su piedra angular, pero su equipo, en lugar de resentirse, comenz¨® a castigar en serio a Inglaterra. Empezando por el gol de Nico, obra a medias con Lamine.
El equipo de Southgate, que despertaba siempre al verse por detr¨¢s, no encontraba el modo con Espa?a. La Roja volvi¨® a percutir de la misma manera: avance por la derecha que liber¨® a Nico al otro lado. El extremo del Athletic encontr¨® entonces en el ¨¢rea a Olmo, que tir¨® demasiado cruzado. Luego Lamine conect¨® con la carrera de Morata, a quien tambi¨¦n se le escap¨® el disparo. La carga ol¨ªa a definitiva. Inglaterra hab¨ªa dejado de hacer pie. Se le abr¨ªan grietas por todas partes. Era incapaz de achicar el agua. Lamine se vio en el ¨¢rea cara a cara con Pickford y el portero desactiv¨® el que pod¨ªa haber sido el zarpazo definitivo.
Entonces, los ingleses encontraron a Saka en la derecha, que gan¨® tiempo para que apareciera Bellingham y se estirara para ceder a Palmer, que encontr¨® una esquina por la que alcanzar la red de Unai Sim¨®n.
Pero esta Espa?a sobrevive a todo. Cucurella, que soport¨® otra noche de pitos inexplicable sac¨® el centro definitivo a Oyarzabal, que acab¨® con la rebeli¨®n inglesa y sum¨® la cuarta Eurocopa, que anuncia otra era para so?ar.
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