¡®Hegoak ebaki banizkio¡¯ o la contradicci¨®n de celebrar con la derrota
Los seguidores de la Real decidieron disfrutar del recorrido, del momento, del escenario y los que estaban en el c¨¦sped sintieron que el esfuerzo hab¨ªa valido la pena y que no caminaban solos cuando cayeron ante el PSG en la Champions
Cantaban los seguidores de la Real al final de la eliminatoria que les acababa de enfrentar al PSG y celebraban el excelente recorrido de su equipo en la Champions League, ese que les hab¨ªa llevado a los octavos de final, ese que all¨¢ por el mes de diciembre o incluso, al final de la primera parte disputada en el Parque de los Pr¨ªncipes auguraba buenas noticias para los realistas, pero que el talento individual y colectivo de los parisinos lo hab¨ªa convertido en una misi¨®n imposible.
Celebraban los seguidores con esa contradicci¨®n que supone celebrar con la derrota, que no la derrota, que no es lo mismo, en este mundo actual solo hecho para ganadores, tal vez porque ya est¨¢n acostumbrados a saltar de espaldas al campo cuando la Real marca en Anoeta y sus aficionados se abrazan y saltan creando un compacto muro que se revuelca en la felicidad sin mirar al campo cuando lo actual es buscar el selfie de la celebraci¨®n mirando al c¨¦sped.
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— F¨²tbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) March 5, 2024
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Contradicciones que me llevaban a una noche valenciana del siglo pasado cuando al regreso de la final perdida contra el Deportivo de La Coru?a, aquella final que tuvo que aplazarse por la tormenta de granizo, los aficionados ches nos recibieron con aplausos y petardos festivos y que nuestro entrenador, Luis Aragon¨¦s, tras sonre¨ªr, saludar y apretar unas cuantas manos, defini¨® al entrar en el autob¨²s como un aut¨¦ntico desastre. Cre¨ªa el Sabio Luis que las derrotas no se deben celebrar, que los subcampeonatos no sirven para nada y que quien es feliz en la derrota nunca estar¨¢ preparado para la victoria.
Vamos, que la mejor gasolina para el futuro es la frustraci¨®n y el dolor del presente y a mi reflexi¨®n de que tambi¨¦n hab¨ªa que celebrar el recorrido, el camino, la aventura hasta llegar a la final y disputarla hasta el ¨²ltimo segundo, su respuesta fue algo as¨ª un ?usted cree? escueto, que junto a unas cejas bajas y una mirada por encima de las gafas me hac¨ªan ver que mi idea no hab¨ªa calado ni le hab¨ªa proporcionado un segundo de satisfacci¨®n, ya no digo de felicidad.
El caso es que los seguidores de la Real decidieron disfrutar del recorrido, del momento, del escenario y los que estaban en el c¨¦sped sintieron que el esfuerzo hab¨ªa valido la pena y que no caminaban solos. Y si no busquen las im¨¢genes de Imanol, su entrenador, que lo explica con sus gestos mucho mejor que yo con mis palabras.
Miren si no a Marcelino, al que el destino le ha llevado a mirarse en un espejo que ya pensaba caducado al volver a Marsella y volver al V¨¦lodrome. Ese destino que le agradece que su dominio del franc¨¦s es todav¨ªa de principiante para no entender nada de lo que desde la grada le lanzaban y a quien tambi¨¦n el destino le daba la posibilidad de demostrar sobre el c¨¦sped marsell¨¦s su val¨ªa como entrenador.
Hay veces, la mayor¨ªa de las veces, que la victoria es la capacidad de enfrentarnos a nuestros propios fantasmas, a nuestros propios miedos, a nuestras dudas y ese es el escenario del que se sale mejor si se es capaz de afrontar sea cual sea el resultado final del partido (aqu¨ª Luis Aragon¨¦s me volver¨ªa a decir: ?Est¨¢ usted seguro, Zubi?).
Porque eso nos llevar¨ªa a un debate sobre lo que es ganar y lo que es perder, que nos ocupar¨ªa mucho m¨¢s que este art¨ªculo, pero que nos conecta con esas palabras que cantaban a coro en Anoeta el poema de Joxean Artze con m¨²sica del m¨ªtico Mikel Laboa: ¡°Hegoak ebaki banizkio, / nerea izango zen, / ez zuen alde egingo. / Bainan, honela, / ez zen gehiago txoria izango, / eta nik... / txoria nuen maite¡± (Si le hubiera cortado las alas / habr¨ªa sido m¨ªo / no se me habr¨ªa escapado. / Pero entonces, / habr¨ªa dejado de ser p¨¢jaro / Y yo¡ / lo que amaba era el p¨¢jaro).
Porque igual, para solo celebrar las victorias, hay que dejar de ser p¨¢jaro y convertirse en halc¨®n, en puro depredador. Y para eso tambi¨¦n hay que valer.
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