Guardiola nunca se acaba
Espa?a, Alemania y, sobre todo, Inglaterra recibieron a Guardiola con la misma desconfianza: ¡°este tipo de juego aqu¨ª no va¡±, dec¨ªan. Va a resultar que ese tipo de juego s¨ª que va y no tiene fronteras
Pep Guardiola volvi¨® a hacerlo y no existen precedentes. Ganar su cuarta Premier consecutiva ya es historia. Ganarla con 91 puntos es un esc¨¢ndalo. Ganarla siendo dominante en todos los partidos es admirable. Gan¨¢rsela a Arteta, que es su disc¨ªpulo, es una prueba m¨¢s de la influencia que est¨¢ teniendo en la Premier y en el f¨²tbol mundial.
Antes de la eliminatoria contra el Madrid, lo visit¨¦ en M¨¢nchester y arrim¨® una silla para hablar. La silla ten¨ªa ruedas y, a los tres minutos, al comp¨¢s de su discurso, la silla era un veh¨ªculo que no hab¨ªa manera de parar. Durante una hora volc¨® toda su locura competitiva y yo termin¨¦ con tort¨ªcolis siguiendo sus zigzagueos. La pasi¨®n, componente natural de su personalidad, es ejemplo y el ejemplo es contagioso. Es hermoso ver la pasi¨®n en funcionamiento y es imposible no salir entusiasmado de la experiencia. Entusiasmado por la elocuencia, por la obsesi¨®n, por el amor al f¨²tbol que est¨¢ impl¨ªcito en tanta energ¨ªa. Guardiola estimula el af¨¢n de triunfo de sus jugadores, pero antes les obliga a pensar y a poner el talento al servicio de la orquesta que es el equipo. Ser jugador suyo debe ser tan fascinante como extenuante. Hacer historia tiene ese honor y ese precio.
Cuando Guardiola termin¨® su ciclo en Barcelona, necesit¨® de un a?o sab¨¢tico para descansar y resetearse. En aquella ocasi¨®n me dijo que estaba tan cansado que Messi lleg¨® a parecerle un jugador normal. Muerto debi¨® estar. Para que tengamos un dato m¨¢s de su personalidad, hay que decir que sali¨® de aquel descanso hablando alem¨¢n. Si a eso le llama descanso, imag¨ªnense ustedes c¨®mo interpretar¨¢ la palabra trabajo. Lo cierto es que el Bar?a, adem¨¢s de su primera experiencia, era profesi¨®n y sentimiento, combinaci¨®n muy poco recomendable, como muy bien sabe Xavi en estos d¨ªas.
Ahora, en un ambiente laboral que no encontrar¨¢ en ning¨²n otro sitio, porque sus jefes, adem¨¢s de grandes profesionales, son amigos que lo protegen, su energ¨ªa est¨¢ hecha de amor a la tarea y de compromiso. Seguramente tambi¨¦n de miedo, el que siente un ganador que sabe que nadie est¨¢ dispuesto a perdonarle que no gane.
Guardiola nunca se acaba. Las temporadas no empiezan donde termina la anterior, sino que ese es, apenas, una referencia para un nuevo giro. En lugar de buscar refugio en aquello que le dio resultado, sorprende con nuevas creaciones que obligan a sus jugadores a renovar la atenci¨®n y a los rivales a reinterpretar sus respuestas. Siempre se parte de la posici¨®n, posesi¨®n y presi¨®n, pero el f¨²tbol es funcionamiento y ah¨ª sus equipos nunca son el mismo equipo. Ma?ana jugar¨¢ otra final y no sabemos, nunca sabremos, lo que nos espera.
Hay muchas maneras de jugar bien y la de Pep no es una m¨¢s. No es f¨¢cil que la eficacia se entienda con la belleza ni que la inteligencia se entienda con la emoci¨®n. Los futbolistas juegan para ganar, pero lo que les provoca orgullo es jugar bien. Y para jugar bien, primero hay que tener permiso, luego sentirse protegido por el equipo y, finalmente, disfrutar de lo que se hace. Como hace Rodri, due?o y se?or del campo entero; como hace De Bruyne, clarificando; como hace Foden, acelerando; como hace Haaland, finalizando. Como hacen todos, jugando. Si el m¨¦todo Guardiola permite todo eso, dan ganas de decir: viva el m¨¦todo.
Espa?a, Alemania y, sobre todo, Inglaterra recibieron a Guardiola con la misma desconfianza: ¡°este tipo de juego aqu¨ª no va¡±, dec¨ªan. Aunque se lo seguir¨¢n pidiendo cada a?o, yo creo que seis Premiers, cuatro de ellas seguidas, no necesitan m¨¢s pruebas. Va a resultar, entonces, que ese tipo de juego s¨ª que va y no tiene fronteras.
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