Pero el f¨²tbol debe continuar
La industria futbol¨ªstica es un negocio boyante y fr¨¢gil a partes iguales para el que cualquier imprevisto supone un derrumbe
En un camino arenoso e inestable, la m¨¢xima dice que para no caerse de la bici lo recomendable es mantenerse veloz. Cuanto m¨¢s, mejor. As¨ª, digamos, se abren los surcos al paso y uno avanza con m¨¢s seguridad, aunque parezca que baila sobre el alambre. Bajar el ritmo es una ca¨ªda casi segura. En la sede de La Liga, entre el martes 29 de octubre y el jueves 31, debi¨® de producirse alguna reuni¨®n entre las cabezas pensantes de este organismo para plantearse un debate parecido. Cuando varias comunidades aut¨®nomas del pa¨ªs hab¨ªan quedado embarradas y enfangadas en un pozo de p¨¦rdidas materiales y humanas, en esa supuesta reuni¨®n de urgencia puede que algunos fueran partidarios de tomarse un respiro en el calendario futbol¨ªstico, mirar hacia la dana y continuar cuando las cosas hubieran mejorado. Es seguro, por otro lado, que hubo quien opinar¨ªa lo contrario: el f¨²tbol no deb¨ªa detenerse. Seguramente utilizaran el conocido argumento de que para volver a la normalidad lo mejor era empezar desde ya. Y para ello, nada mejor que darle a la gente lo m¨¢s normal del mundo: otro domingo de f¨²tbol.
Tuvo que haber alg¨²n momento en la historia en que el f¨²tbol se volviera imprescindible solo para s¨ª mismo. Porque da igual que ni aficionados, ni entrenadores, ni los propios futbolistas quisieran jugar. El f¨²tbol deb¨ªa de seguir adelante porque se ha convertido en una industria multimillonaria sin margen de error. Y tal y como est¨¢ el calendario, con cada vez m¨¢s partidos y competiciones para llenar las arcas de los clubes, jugadores, patrocinadores o mandatarios, una dana a finales de octubre es una desgracia, s¨ª, pero poco m¨¢s. El f¨²tbol debe continuar porque si se para se rompe. Un negocio boyante y fr¨¢gil a partes iguales para el que cualquier imprevisto supone un derrumbe. Ya pudimos ver c¨®mo el obligado confinamiento durante el covid y la consiguiente suspensi¨®n de las competiciones sumi¨® en una crisis financiera a casi todos los equipos profesionales de la que algunos, incluso a d¨ªa de hoy, todav¨ªa no se han recuperado. El aplazamiento de dos jornadas de liga podr¨ªa ser un cataclismo casi tan grande como el del propio desastre natural que ha arrasado Valencia.
Alberto ¡ªun joven de 24 a?os que regenta un quiosco en el barrio de Embajadores junto a Merche, su madre¡ª opina que en estas casi dos semanas el f¨²tbol est¨¢ siendo ¡°un ruido al fondo de su casa¡±, un deporte ¡°de partidos que parecen amistosos¡±. Todas las portadas de revista que cuelgan del negocio familiar, desde las del coraz¨®n hasta las de motor, pasando por los diarios, hablan de la dana. Alberto va leyendo los reportajes uno a uno mientras llegan los clientes. Alfredo, un hombre mayor que sale de casa un poco antes de la hora de comer, aparece por el quiosco para saludar y recordarle a Alberto que este a?o su equipo ¡ªel Real Madrid¡ª no va a ganar nada, ¡°ni en f¨²tbol ni en baloncesto¡±. El joven responde con un gesto de indiferencia, le sonr¨ªe, le desea los buenos d¨ªas, y cuando ya se ha marchado, comenta que le ¡°da un poco igual¡±. Alberto es un forofo al que la dana parece haber anestesiado. Cuenta que la goleada del Barcelona ha sido la derrota menos dolorosa por todo lo que vino despu¨¦s. ¡°Es como si me hubieran puesto a la fuerza a relativizar las cosas¡±, sostiene.
Alberto volver¨¢ a su forofismo madridista tarde o temprano, y una derrota de su equipo, una mala decisi¨®n del ¨¢rbitro, ser¨¢ un motivo de rabia o enfado m¨¢s que loable para irse jodido a la cama. A eso conduce el f¨²tbol mal entendido, el que se desvive por s¨ª mismo frente al espejo a pesar de todos los pesares. Hay otros, en cambio, que lo viven de un modo distinto. Por ejemplo, esos cuatro chavales que esta semana se hicieron virales en Aldaia al abrirse paso entre el barrizal inestable a base de pelotazos, para no desplomarse, qui¨¦n sabe, en la tristeza. Se les ve¨ªa sumergidos en ese sabor irrepetible de las primeras veces, dichosos, como afanados en una diversi¨®n que acababan de descubrir. Porque puede parecer que el f¨²tbol de sus ¨ªdolos y el suyo sea el mismo juego, pero no lo es.
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