El sue?o ol¨ªmpico: entre la fragilidad y la fortaleza de sentirse una elegida
Participar en unos Juegos es hallarte entre tus ¨ªdolos, el centro de algo muy grande para lo que una se prepara durante a?os y donde la realidad supera cualquiera de las expectativas que pod¨ªas tener
El d¨ªa en que nuestros atletas pisaron las instalaciones ol¨ªmpicas en la inauguraci¨®n de los Juegos de Par¨ªs se vieron colmadas gran parte de sus expectativas, puesto que participar en una cita ol¨ªmpica es el sue?o, casi siempre no conseguido, de los miles y miles de deportistas que dedican a?os clave de sus vidas para conseguir este objetivo.
Recuerdo levitar sobre el c¨¦sped del Estadio Ol¨ªmpico de los Juegos de Londres 2012, cuando los miembros de la delegaci¨®n espa?ola pase¨¢bamos por detr¨¢s de Pau Gasol, que portaba nuestra bandera. La ilusi¨®n y las expectativas no s¨®lo eran las nuestras, sino que nuestras familias y nuestros amigos no despegaron la cara de la pantalla de la televisi¨®n, hipnotizados por nuestra presencia. Como ellos, todo un pa¨ªs vibraba por nosotros y con nosotros.
Sobrellevar este alud de emociones puede llegar a ser sobrecogedor.
A pesar de ello, despu¨¦s de todo lo vivido vuelves a tu habitaci¨®n, en la Villa, y sabes que eres una m¨¢s entre miles de deportistas que se dejar¨¢n la piel para conseguir el ¨¦xito ol¨ªmpico. La sobredosis de emociones debe compatibilizarse con la rutina mec¨¢nica del entrenamiento, miles de veces repetida, y esencial para conseguir tu objetivo.
Los retos de cada deportista son diferentes: en algunos casos son batir una marca, en otros conseguir una medalla y, en una tercera opci¨®n, simplemente participar. Si tu objetivo es la medalla, como era en mi caso en Londres 2012, vives la intensidad y el desgaste de una competici¨®n dur¨ªsima, y la grandeza de los Juegos sucede a tu alrededor, casi sin vivirla; por momentos conectas con ella y sin quererlo, tus ojos se llenan de l¨¢grimas viviendo tu particular s¨ªndrome de Stendhal. Quieres volver a tu rutina mec¨¢nica y a lo que has vivido los ¨²ltimos cuatro a?os, pero sin ninguna duda aquello no se parece en nada a todo lo experimentado hasta el momento, y menos para los deportistas de deportes emergentes, en los que la visibilidad de los Juegos es una oportunidad ¨²nica, ya que jam¨¢s antes has competido en condiciones similares.
Mentalmente nos preparamos para ser capaces de encajar esta dimensi¨®n grandiosa de los Juegos con ejercicios en los que visualizamos todo lo que nos ¨ªbamos a encontrar; el objetivo es ser capaces de gestionar las emociones y que estas no descarriar¨¢n el proyecto trabajado. Cuando una cent¨¦sima, un punto o una canasta deciden tu futuro, todos los detalles son esenciales. Nada debe desviarte de tu objetivo. Una mala mirada puede desconcentrarte, un resbal¨®n puede apearte de la final o una diarrea puede debilitarte y hacerte quedar fuera de la competici¨®n.
Recuerdo sentir esta fragilidad como una angustia constante todos los d¨ªas que permanec¨ª en la Villa, pero al mismo tiempo ello se tornaba en una fortaleza especial que nos hizo capaces de superar todos los obst¨¢culos. Te sientes una elegida al hallarte entre tus ¨ªdolos y ser el centro de algo tan grande. Esta sensaci¨®n es, en realidad, un agradecimiento a todos y por todos los que han hecho posible vivir este sue?o.
Sue?as con este momento durante a?os, en mi caso ocho, y puedo afirmar que la realidad supera cualquier expectativa que pudieras tener. La grandeza de los Juegos no se halla en las instalaciones y la expectaci¨®n medi¨¢tica, sino en el trabajo y esfuerzo tit¨¢nico de los deportistas que participan, ya que los Juegos culminan el trabajo de a?os clave de sus vidas, en los que los afanes de los j¨®venes de su edad quedan supeditados a sus sue?os deportivos.
So?ar es siempre una aventura de riesgo y la aventura ol¨ªmpica puede cambiar tu vida. Trat¨¢ndose de j¨®venes valientes, los pa¨ªses respectivos deber¨ªan prepararse para aminorar el da?o posible por los sue?os no cumplidos y evitar que esos a?os de trabajo casi en exclusividad no lastren negativamente el futuro de nuestros valientes.
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