Espa?a deja atr¨¢s el techo de cristal
Estar en la mente de un pa¨ªs no debe generar presi¨®n sino una motivaci¨®n interna, un impulso para buscar los objetivos
Es inevitable sentir una ilusi¨®n cercana a lo infantil ante la Copa del Mundo de f¨²tbol. Sean los cromos, tan ligados a la ni?ez; sean los d¨ªas previos, con un aroma similar a una fecha se?alada; o sean las estrellas, elevando el alma de un pa¨ªs necesitado de buenos momentos. No importa el tiempo que haya pasado, por muy lejos que quede la juventud, ese cosquilleo propio del torneo sigue latente en el interior.
Para el futbolista, junto a unos Juegos Ol¨ªmpicos, representar al pa¨ªs es la aspiraci¨®n m¨¢xima como profesional. Celebrado cada cuatro a?os, es una oportunidad muy complicada de aprovechar, un sue?o para cualquier competidor y todo un espect¨¢culo para los aficionados. Esa es la responsabilidad que recae en Luis Enrique, un seleccionador espont¨¢neo, natural, con un car¨¢cter ideal para fortalecer un grupo. Tras conocer la lista de jugadores que armar¨¢n el bloque, los chicos que buscar¨¢n colocar la segunda estrella en el pecho de la camiseta espa?ola, la cuenta atr¨¢s ya est¨¢ en la cabeza de todos.
Las comparaciones deben quedar a un lado. Espa?a nos acostumbr¨® al triunfo por norma a?os atr¨¢s, con la gesta del Mundial de 2010 como momento cumbre para una generaci¨®n. El ¨²nico superviviente de aquel grupo es Sergio Busquets, veterano de un grupo con hasta 20 debutantes en una cita mundialista. Un pa¨ªs que buscaba la experiencia se pone ahora en manos del convencimiento, de chicos que han crecido sin los antiguos techos de cristal, viendo que es posible optar a lo m¨¢ximo. Es un cambio psicol¨®gico que empezaremos a observar con este relevo.
El camino hacia lo desconocido se alimenta con el hambre de ¨¦xito. No hay nada m¨¢s bonito que ver los rostros de ilusi¨®n, la alegr¨ªa que mostraban jugadores al verse inscritos en la lista. Una responsabilidad enorme afrontada con valent¨ªa, con figuras como Hugo Guillam¨®n o Ansu Fati como ejemplos, j¨®venes que aspiran a todo viendo su sue?o hecho realidad.
Espa?a es un pa¨ªs donde el impacto del f¨²tbol siempre ha sido notable. Es el deporte m¨¢s popular, los jugadores han crecido con ese sentido de pertenencia ante la afici¨®n y saben que el estado de ¨¢nimo general puede depender durante unos minutos de sus propios pasos. Estar en la mente de un pa¨ªs no debe generar presi¨®n sino una motivaci¨®n interna, un impulso para buscar los objetivos. La rev¨¢lida ser¨¢ grande para un vestuario situado ante la necesidad de unirse, de hacer un esfuerzo coral para superar cualquier obst¨¢culo. Un grupo con Alemania, Jap¨®n y Costa Rica es el examen que conocen desde hace meses, con el objetivo de hacerse respetar y exprimir su capacidad competitiva. Cualquier billete hacia los cruces va a estar car¨ªsimo, como debe ser en un evento de este calibre.
Estos d¨ªas previos tienen siempre un componente mental extremo para el deportista. Visualizar la situaci¨®n, analizar cada detalle y mimar el cuerpo al m¨¢ximo son tareas a desarrollar sin errores. La cita de este a?o, adem¨¢s, dejar¨¢ a los jugadores m¨¢s rodados de lo habitual antes de un Mundial, pero su consecuencia pr¨¢ctica ser¨¢ una inc¨®gnita hasta el inicio de la competici¨®n. Todos jugar¨¢n con este factor en las manos, tras haber dejado ligas detenidas para acudir al evento.
La cuenta atr¨¢s ha comenzado para todos. Es momento de afrontar ese pulso entre los nervios personales y la seguridad interna en el grupo. Estas competiciones ponen a prueba la capacidad de trabajar en equipo, la humildad entre compa?eros y la habilidad para buscar soluciones pr¨¢cticas por el bien de todos. La gesti¨®n m¨¢s complicada camino del mayor sue?o en un terreno de juego.
Preparados para el espect¨¢culo.
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