Dicen que hay un Mundial en Qatar
El vac¨ªo peatonal en las principales avenidas de Doha, saturadas de personal de servicios y muchos reclamos futbol¨ªsticos, contrasta por ahora con la inminente celebraci¨®n del gran evento
Doha es una ciudad en guardia, avizor de un Mundial del que no est¨¢ muy claro qu¨¦ espera y a qui¨¦n espera. A dos d¨ªas de la inauguraci¨®n, la capital catar¨ª tiene un aire fantasmal. Son las 9.30 de la ma?ana (las 7.30 en Espa?a) y en el paseo mar¨ªtimo de Corniche, una de las arterias principales, no hay m¨¢s almas que las de una extensa hilera de agentes de polic¨ªa entremezclados con personal del servicio de limpieza. Todos a cobijo. No hay bien m¨¢s preciado y escaso que una sombra protectora de los 30 grados que ya abrasan y el 40% de humedad que ya sofoca. Los cuerpos sudan como regaderas, al menos los de una docena, no m¨¢s, de valientes transe¨²ntes sin uniforme. Los que lo llevan se empapan para nada. No hay a qui¨¦n vigilar, ni siquiera hay tr¨¢fico que dirigir porque todo est¨¢ cortado y vallado. Y porque en esta capital, de momento, no hay tr¨¢nsito peatonal. De no ser por el tr¨¢fico, silencio, silencio. En las calles, por el d¨ªa y por la noche. En Doha se conduce, no se callejea. Nada que ver con lo que presuntamente se espera. De ser as¨ª, un cambio de agujas total.
En realidad, todo Doha es un recinto vallado, vallas, vallas y m¨¢s vallas. Al ret¨¦n de polic¨ªas le secunda quienes se empe?an en recoger la basura que no hay, porque no hay quien manche. Pero es lo que toca.
Unos y otros, gendarmes y limpiadores, suponen que en breve tendr¨¢n tarea. En Doha todos suponen. Tambi¨¦n el personal con chaleco amarillo que indica al peat¨®n por d¨®nde cruzar una avenida, como si los sem¨¢foros estuvieran en otro idioma. Est¨¢n tan arbitrariamente sincronizados y hay tan pocos peatones que a estos se les invita a cruzar con el monigote en rojo para evitar esperas de cuatro y cinco minutos a pleno sol y con el asfalto en brasas.
Hay gu¨ªas peatonales como hay sherpas que indican por d¨®nde salir y entrar al metro o se?alan convenientemente qu¨¦ escalera mec¨¢nica sube y cu¨¢l baja. Hay personal, mucho personal, de todo tipo, a todas horas y por todas partes. Todo son timoneles. No importa que en la zona de la Bah¨ªa ¡ªla habilitada para los hinchas, los fake y los originales¡ª y esa secuela de Manhattan que pone por las nubes el cogollo financiero y administrativo de la capital, no haya clientela a la que proteger del tr¨¢fico o hacer de lazarillo por el tren subterr¨¢neo. Un metro adelantado por la llegada del Mundial en el que podr¨ªa merendar en el suelo el m¨¢s escrupuloso del universo. Una obra de palacio, todo resplandeciente. Con tres l¨ªneas basta. Como pasa en el exterior, a falta de aficionados, lleguen o no en masa (la organizaci¨®n, optimista, prev¨¦ un mill¨®n), hay muchos m¨¢s monitores, no importa de qu¨¦ materia, que pasajeros. No falta el atrezzo futbolero, claro, con balones de metal incrustados entre los barrotes de agarre. Se suponen que nadie los desmontar¨¢ tras el Mundial. Al fin y al cabo tendr¨¢n m¨¢s utilidad posterior que los siete estadios del m¨¢s all¨¢ construidos para el gran evento futbol¨ªstico. En Qatar, llegada la liga catar¨ª, el f¨²tbol no da para tanto.
Hay motivos mundialistas por toda la ciudad, se mire por donde se mire. Pintadas evocadoras en el suelo, farolas insinuantes, banderitas por aqu¨ª y por all¨¢¡ en el asfalto y por las nubes. Las im¨¢genes de numerosos futbolistas abrochan los infinitos rascacielos que sobrepasan el horizonte celestial. Guardado, Neuer, Bale, Luis Su¨¢rez, Modric¡ Y Pedri, imagen sin fin del edificio del Instituto de Planificaci¨®n y Estad¨ªstica. Es habitual, claro, que las ciudades se vistan de Mundial, pero hay algo singular en Doha: no abundan, ni much¨ªsimo menos, los reclamos locales. Las im¨¢genes de los futbolistas catar¨ªes apenas se perciben de forma m¨¢s difusa en las escalinatas de alguna parada de metro. No cabe pensar, por ejemplo, en un Buenos Aires emperifollado con una lona de Cristiano. Qatar como una Suiza futbol¨ªstica. Neutral hasta con los suyos.
Qatar 2022 es el monocultivo de pr¨¢cticamente todas las cadenas de televisi¨®n locales, aunque en el zapeo de este jueves uno se quede asombrado al darse de bruces con un Manresa-Barcelona de la ACB. En las escenas referentes al Mundial abundan los aficionados postizos, los reclutados por casa para animar a quien corresponda, lo mismo da que no sepan los colores de la bandera o la alineaci¨®n m¨¢s b¨¢sica.
Andamios parados
La actividad laboral y escolar se ha puesto entre par¨¦ntesis. Las gr¨²as inm¨®viles en las plantas 45 o vaya a saber usted si en una 50 o 60. En la ma?ana de este viernes solo se advierte movimiento en un complejo de apartamentos y oficinas situado en una avenida principal tras las oficinas de Qatar Energy. Media docena de autobuses de otra ¨¦poca con las ventanillas bien abiertas dan salida y entrada a los trabajadores. En las manzanas colindantes, hoteles lujosos como los que ellos construyen ahora, en los que se ha reforzado la seguridad. En los de alguna estrella menos, tambi¨¦n. Es obligatorio pasar por un arco de seguridad mientras verifican todo bulto. En los de m¨¢xima categor¨ªa, si se desea visitar el bar o el restaurante, el portero de turno exige sin vacilar el pasaporte, que de inmediato es debidamente escaneado. Si se busca por la red la recomendaci¨®n de alg¨²n lugar de ocio, r¨¢pidamente se descubre una pesta?a que subraya: se ha reforzado la seguridad.
S¨ª, debe ser cierto. Desde luego, en Doha, que parece una ciudad entre par¨¦ntesis con el foco planetario sobre el cogote, no faltan detalles que hagan pensar que, efectivamente, este domingo comienza el Mundial m¨¢s ins¨®lito de la historia.
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