No es Qatar, es el f¨²tbol
El ruido no se lleva bien con los negocios. Y aqu¨ª el estruendo es descomunal. No va a quedar en pie nada despu¨¦s de este espect¨¢culo.
Toca decir ahora que el Mundial de Qatar es una verg¨¹enza. La Capilla Sixtina de la violaci¨®n de los derechos humanos. Una aut¨¦ntica mierda de la que no podr¨¢ disfrutar sin sentirse culpable. Tambi¨¦n es verdad que llega usted algo tarde. Ya lo hemos dicho todos los periodistas, algunos pol¨ªticos y hasta H¨¦ctor Beller¨ªn, cuando constat¨® que ni iba convocado ni le esperaban como recambio por lesi¨®n. Si han visto el fant¨¢stico documental de Netflix (Los entresijos de la FIFA) estos d¨ªas, queda poco que a?adir a lo evidente. Pero, ?y si Qatar fuese solo el reflejo de lo que vemos cada fin de semana? Mejor todav¨ªa: ?y si fuese una grieta en el sistema para cambiarlo desde dentro? Porque este Mundial, sin ninguna duda, va a acabar con las migajas de reputaci¨®n que le quedaban a la FIFA y ha convertido en un despiadado Gran Hermano el cortijo de los emires. Pero, no nos enga?emos, tampoco es tan distinto a lo que muestra este negocio el resto del a?o.
Qatar, un pa¨ªs m¨¢s peque?o que C¨¢ceres, es ahora nuestro retrato. Algo valleinclanesco y dist¨®pico, pero bastante reconocible. ?Qu¨¦ sucede en Doha que no pase en la Liga o en la Serie A? Los jugadores se quitan el brazalete arco¨ªris por miedo a una tarjeta amarilla, mientras la homosexualidad sigue siendo un grotesco tab¨² en nuestro f¨²tbol (cuando no objeto de chistes entre dos capitanes de la Selecci¨®n en Twitter) y nadie se atreve a salir del armario por miedo, sobre todo, al propio vestuario; deslocalizamos la supercopa de Espa?a en Arabia Saud¨ª, esa democracia libre cuyo pr¨ªncipe heredero, Mohammed Bin Salman, mand¨® descuartizar al periodista Jamal Khashoggi, seg¨²n la inteligencia de Estados Unidos; los clubes han vendido durante a?os la publicidad de la camiseta a la propia Qatar o a sus aerol¨ªneas; cada fin de semana se insulta de forma racista en los estadios o le cae a alguien una piel de pl¨¢tano; y el l¨ªo de la cerveza¡ ?llevamos sin podernos tomar una ca?a en el estadio 15 a?os! ?A qu¨¦ viene este ruido?
La palabra de moda ahora es sportswashing. Lavar la podredumbre de un r¨¦gimen o una empresa con alguna competici¨®n deportiva de relumbr¨®n Pero la FIFA ya le permiti¨® celebrar a Argentina un Mundial en 1978 en plena dictadura. Un centrifugado de imagen fabuloso al r¨¦gimen de Jorge Rafael Videla mientras el teniente general lanzaba a gente de los aviones y torturaba a embarazadas en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada, a 700 metros del estadio. A la Rusia de Putin tampoco le vino mal celebrar la edici¨®n de 2018 mientras preparaba esta guerra y ya hab¨ªa anexionado ilegalmente Crimea. Y el de 2026, el primero que asignaba Infantino, fue directo a la EEUU de Trump. Ha habido de todo. Y m¨¢s que veremos ahora que Infantino ha convertido la FIFA en una empresa planetaria donde cada pa¨ªs representa un voto y Asia y ?frica adquirir¨¢n mucho m¨¢s poder. La pr¨®xima edici¨®n del trofeo deber¨ªa celebrarse en Corea del Norte. Y la verdad, visto el da?o que va a hacer este Mundial, quiz¨¢ no sea mala idea.
La noticia es que a la FIFA y a Qatar les ha salido el invento al rev¨¦s. Se ha transgredido la primera norma de la mafia siciliana. Alguien ha transgredido la norma sagrada de la Cosa Nostra: el ruido no se lleva bien con los negocios. Y aqu¨ª el estruendo es descomunal. No va a quedar en pie nada despu¨¦s de este espect¨¢culo. Escuchamos a diario comentaristas sin el nivel, vemos a la polic¨ªa obligando a mujeres a quitarse camisetas de protesta contra el r¨¦gimen iran¨ª, hay censura informativa y ?un concierto de Maluma...! Dinamarca ha amagado con largarse de la FIFA y el otro d¨ªa hasta le robaron a una reportera mientras hac¨ªa un directo, liquidando as¨ª el mito de la seguridad total de estas monarqu¨ªas absolutas. Menudo desastre, toca decir. Hasta que ganen los nuestros.
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