Fahad est¨¢ desconcertado
Para cuando Qatar se enter¨® de qu¨¦ iba el Mundial, el ¨¢rbitro silbaba el final del tercer partido
A Fahad su padre le dice siempre que las palabras son importantes y que tenga mucho cuidado con lo que dice porque las palabras pueden hacer mucho da?o. Pero siempre le recuerda que son los hechos los que confirman lo que las palabras anuncian. Es por esto que anda desconcertado con las palabras del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, aquellas en las que se defini¨® con todas las formas posibles salvo como un ni?o. Y piensa Fahad que eso significa que para ese se?or que tanto manda el mundo infantil no existe, que ha perdido su alma de so?ador, que ya solo cree en las cosas que se pueden contar.
Es tambi¨¦n por eso que Fahad se sinti¨® maravillado cuando escuch¨® a Carlos Queiroz describir las capacidades del f¨²tbol para generar alegr¨ªa, afectos y lazos entre gentes y pueblos. Le gust¨® porque es de esa forma como ¨¦l tambi¨¦n se acerca a este juego maravilloso. Aunque tampoco entiende que si el juego es maravilloso, y Queiroz ten¨ªa raz¨®n, por qu¨¦ entonces le duele el alma tras la eliminaci¨®n de su pa¨ªs, Qatar, de este Mundial que se juega en su casa y en el que hab¨ªan puesto tantas ilusiones, no de clasificarse porque eso era muy dif¨ªcil, pero s¨ª de defender esa camiseta con honor y dignidad. Le parece a Fahad que para cuando se han enterado de qu¨¦ iba el Mundial, el ¨¢rbitro silbaba el final del tercer partido.
Para sumar elementos a su desconcierto, nuestro amigo, que sigue todas las noticias del Mundial junto a su padre Nasser, acaba de saber que el Costa Rica-Alemania de ayer iba a ser arbitrado por una mujer. Han tenido que o¨ªr dos veces la noticia para quedarse con el nombre de la colegiada, St¨¦phanie Frappart, y han debido pellizcarse tres para convencerse de que lo o¨ªdo no era una broma, ni una confusi¨®n ni una de esas noticias falsas que llegan cada d¨ªa con el ¨²nico fin de crear desconcierto. Ya le suele decir su hermana Amira que el futuro del f¨²tbol es de las mujeres, pero ¨¦l solo las ha visto jugar con el pelo recogido con su hiyab. Y se pregunta si St¨¦phanie Frappart saldr¨¢ con esa indumentaria al Al Bayt Stadium. Solo por eso ya sabe que se va a perder los primeros minutos del partido de Espa?a; que va a tener que renunciar por unos instantes a seguir a su jugador preferido, Pedri.
Porque a nuestro amigo Fahad le gusta el f¨²tbol, no para las pol¨¦micas y las discusiones sino para el juego, el disfrute y estar con sus amigos. Por eso le gusta esa forma de llegar a los estadios de equipos como Camer¨²n, Ghana, Senegal y Brasil. Ah¨ª, en medio de la m¨²sica, el baile y los cantos de todos los componentes de la expedici¨®n. Dicen que es una forma de quitarse los nervios, pero a ¨¦l le parece que la diversi¨®n debe estar en esto de jugar al f¨²tbol. Pero no es eso lo que le dice su madre, Halima; ella le dice que se fije en esos serios y concentrados jugadores japoneses, que no regalan sonrisas mientras dura la tarea, siempre inmutables sin que nadie sepa si sufren o disfrutan, porque esa forma de trabajar har¨¢ de Fahad un hombre de provecho.
Fahad sonr¨ªe y piensa para ¨¦l mismo que lo que nunca va a pasar en el tiempo de este Mundial es que su madre llegue a ver esa foto del vestuario japon¨¦s tras un partido disputado, un vestuario limpio, recogido, sin un papel fuera de su sitio y, adem¨¢s con una nota de agradecimiento. Porque sabe que si su madre ve esa imagen el ¨²nico cambio fijo, fijo, fijo, que va a quedar en Qatar tras el Mundial va a ser el del orden de su habitaci¨®n.
Y tampoco hace falta que el mundo cambie tanto.
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