Alcaraz cede ante Zverev y est¨¢ contra las cuerdas
La derrota del espa?ol, tercera consecutiva en un mes, amarga su estreno en Tur¨ªn (6-7(3) 6-3 y 6-4) y le obliga a ganar el mi¨¦rcoles a Rublev para seguir en el torneo
No est¨¢ fino Carlos Alcaraz y el estreno en Tur¨ªn constata la percepci¨®n. El primer viaje maestro comienza en forma de espejismo, porque en cuanto endereza el saque e insiste en la arremetida, 16 aces, Alexander Zverev reescribe, remonta y termina desequilibrando a su favor: 6-7(3), 6-3 y 6-4, en 2h 31). Se marcha el murciano al vestuario con el gesto torcido y rumiando la derrota, la tercera consecutiva en un mes. No es el estreno deseado, pero al menos la historia y el formato ofrecen consuelo: Novak Djokovic ¨Crendido en 2007 por David Ferrer¨C o Rafael Nadal ¨Cpor James Blake en 2006¨C tampoco despegaron con ¨¦xito, y hay posibilidad de remiendo. No termina el de El Palmar de encontrarse en este oto?o otra vez traicionero para ¨¦l, en una versi¨®n p¨¢lida y ahora contra las cuerdas, porque todo lo que no sea una victoria el mi¨¦rcoles ante Andrey Rublev ¨Cbatido por Daniil Medvedev (6-4 y 6-2) en el pulso que completa el Grupo Rojo¨C le abocar¨ªa a una salida autom¨¢tica del plano.
Este no es Alcaraz. O no desde luego el que acostumbra. Salta a la pista del Pala Alpitour nervioso, agarrotado, dubitativo; como si algo o alguien le hubiese arrebatado el poder que ten¨ªa hace no tanto. Plomizo. Arma el brazo y carga, pero la derecha est¨¢ anestesiada y no desborda. Falta chispa. Reincide en el error, demasiadas pelotas a la red y poca frescura en las maniobras. Es una versi¨®n ralentizada. Tarda pr¨¢cticamente una hora en esbozar la sonrisa, mal indicio en un tenista cuya bandera es el disfrute y que depende tanto de las sensaciones. Sentir o no sentir, esa es la cuesti¨®n. Precisa el tenis del murciano de alegr¨ªa y buenas vibraciones, de dinamismo y decibelios, de esas revoluciones y ese voltaje extra que se han evaporado en el ¨²ltimo mes; la puesta en escena es g¨¦lida, predomina el silencio y enfrente tiene un adversario que conoce bien el territorio. Sabe el bicampe¨®n Zverev de qu¨¦ va esto y de entrada aprieta, aunque despu¨¦s patinar¨¢.
El alem¨¢n obtiene la rotura y tiene aparentemente controlada la situaci¨®n, pero de alg¨²n modo se contagia y acaba imponi¨¦ndose el desorden. Compiten los dos a tirones, a bandazos. La impresi¨®n de la grada ¨C13.000 espectadores, todo vendido otra vez¨C es que va a prevalecer el servicio del gigant¨®n, pero Zverev entrega unos cuantos obsequios, va enmara?¨¢ndose y desperdicia una oportunidad de oro. Alcaraz sigue sin estar fino, pero escapa en el primer parcial. Al mal tiempo y el desatino reacciona con entereza, sin volver la cara. Se llama evoluci¨®n. Se le insiste desde su equipo en que es fundamental aprender a capear el temporal, en que su juego no puede depender exclusivamente de la buena inercia y en que todo gran tenista debe tener un Plan B; esto es, descubrir la gama de grises para sortear los d¨ªas duros. Tiene 20 a?os, y en ello est¨¢. L¨®gicamente, el margen de crecimiento es generoso en este sentido.
Es Alcaraz de esos jugadores (artistas) irremediablemente atados a su talento, plenamente instintivos. Para bien y para mal. La escuela Federer. Compiten con el piloto autom¨¢tico y lo contrario suele ser mala se?al, sin¨®nimo de zozobra, signo de que el golpe no fluye y de que las musas se han dispersado. Dependen los virtuosos como ¨¦l de c¨®mo pongan el primer pie en el d¨ªa y de por d¨®nde sople el viento, y el murciano ha llegado m¨¢s bien justo de gasolina e inspiraci¨®n a esta recta final de la temporada, en la que la falta de lucidez ha debilitado su propuesta. No es este competidor del oto?o el que deslumbr¨® hasta Wimbledon ni el que se sostuvo en Nueva York, y las dudas que tra¨ªa de Par¨ªs-Bercy se mantienen. M¨¢s all¨¢ del marcador y los derroteros que pueda adoptar en el torneo, el aterrizaje confirma el diagn¨®stico.
En cuanto Zverev corrige un poco la mirilla, el curso l¨®gico del duelo (teniendo en cuenta las circunstancias) va imponi¨¦ndose. No hay giro ni rebeli¨®n. Al alem¨¢n, un ca?¨®n que bajo techo se mueve como pez en el agua, le basta con sacar y contemporizar al resto. La presi¨®n de Alcaraz es relativa y una vez sorteado un primer punto de fricci¨®n, con la opci¨®n de break anulada nada m¨¢s comenzar el segundo set, le vale con su buen hacer para moldear definitivamente la victoria. Tres pasantes demoledores y un ace que evita el posible 5-5 finiquitan la historia. Eso s¨ª, hay susto. En un desplazamiento lateral para cazar una bola se le va el pie de apoyo y la espeluznante escena del Roland Garros del a?o pasado ¨Ccuando se rompi¨® siete ligamentos del tobillo derecho¨C congela a los presentes. Falsa alarma. Y luz de emergencia para el espa?ol, obligado este mi¨¦rcoles a ganar al ruso Rublev para seguir con vida.
¡°ME HUBIESE GUSTADO LLEGAR EN MEJOR FORMA AQU?¡±
Dice Alcaraz que físicamente ha llegado bien al torneo, pero que mentalmente está cansado. Su trayectoria reciente demuestra que sufre cierta saturación, toda vez que arrastra la carga competitiva de todo el año y los vaivenes emocionales que se derivan de ella. Se impone el murciano mejorar y evita un discurso derrotista, a la vez que confía en aprovechar la jornada de transición hacia el cruce con Rublev para corregirse.
“Me hubiese gustado llegar en mejor forma aquí, y hacerlo mejor de lo que lo he hecho hoy”, transmite a los enviados especiales y la prensa local. “Tengo que mejorar para llegar en mejores condiciones a este punto del año. Ha sido muy largo y muy exigente”, precisa, sabiendo que todavía tiene la oportunidad de enmendar este inicio complicado; “es el único torneo en el que si pierdes no estás eliminado, así que voy a intentar darme la oportunidad de pasar el round robin [grupo]”.
No le termina de convencer al español la pista, o al menos no el cambio tan abrupto de velocidades. “Es la más rápida del año, eso seguro”, responde cuando se le plantea el asunto. “Y no sé por qué. Venimos de jugar todo el año en pistas duras muy lentas, así que no lo entiendo. No voy a opinar sobre si el torneo debería ser al aire libre o bajo techo, pero no sé por qué eligen esta superficie”, prosigue.
Preguntado por la variedad de bolas escogidas a lo largo de todo el curso, Alcaraz tampoco termina de comprender los cambios constantes, dado que dificultan la adaptación y potencian las lesiones por la diferencia de pesos. “Es increíble que juguemos cuatro torneos seguidos, y que sean cuatro pelotas sean diferentes. Deberían hacer algo al respecto. No se deberían cambiar cada torneo. Si no he oído mal, hemos jugado con 20 o 21 distintas. Es una locura. Si la ATP quiere a los mejores del mundo en cada torneo, debería cambiarlo; si no, todos los jugadores nos vamos a lesionar”, finaliza.
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