Continuidad, reforma, ruptura
?Un gobierno libre no ser¨¢ capaz de mantenerse si no puede corregirse mediante sus propias leyes. ? Fue Montesquieu el que escribi¨® estas palabras, hablando del Imperio Romano. Vienen a cuento, hoy, para enjuiciar el problema de la reforma constitucional espa?ola, tan comentada, aludida y -por supuesto- manoseada en estos tiempos. Reformismo; continuismo; ruptura. ?Cu¨¢ntos mi les de palabras se han vertido a causa de los tres vocablos! Y, sin ¨¢nimo de ofensa para nadie, ?qu¨¦ pocas veces se ha examinado con serenidad desapasionada el ton do de la, cuesti¨®n quisieramos despojarnos de la opini¨®n subjetiva en tema de tan pol¨¦mica trascendencia, para enumerar fr¨ªamente la situaci¨®n del asunto tal y como lo vemos. Creemos que nada ayudar¨ªa a ilustrar al lector tanto como-, ofrecerle una panor¨¢mica del campo en que se desarrolla esta impcirtante con tienda. Informarno es apasionarsel ni quiera tratar -de convencer al que lee, sino ayudarle a formar un juicio. Cuanto mayor sea el n¨²mero y m¨¢s exacta la, composici¨®n de los elementos aportados a la explicaci¨®nl, m¨¢s f¨¢cil.ser¨¢ el que los espa?oles se interesen de verdad por las tareas pol¨ªticas, de las que hasta la fecha, seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas, se hallan peligrosamente alejados en un estado de mayoritaria indiferencia, alimentado quiz¨¢s por un profundo escepticismo.Termina el aislamiento espa?ol
La desaparici¨®n del general Franco de la cumbre del Estado y su sustituci¨®n por elRey Don Juan Carlos sin traumas visibles, inaugur¨® en el pasado noviembre el curso de la Monarqu¨ªa. Aunque prevista en los textos, la nueva forma de Estado no hab¨ªa tenido vigencia, pues los per¨ªodos en que el Pr¨ªncipe don Juan Carlos actu¨® con car¨¢cter temporal, durante las dos enfermedades de Franco, en 1974 y 1975, no fueron sino el simple ejercicio de mandatos temporales previstos en la ordenaci¨®n constitucional. El Rey, reci¨¦n instaurado, traz¨® en el Mensaje de la Corona las l¨ªneas de lo que deseaba que fuese su reinado en cuanto a contenido social y pol¨ªtico. La presencia de altos dignatarios extranjeros en los actos p¨²blicos de la asunci¨®n del Poder revel¨® simb¨®licamente y de modo evidente d¨®nde se hallaba una de las causas la, m¨¢ importante sin duda de la sis tem¨¢tica, hostilidad con que e r¨¦gimen espa?ol era acogido en su vertiente internacional por parte de naciones y gobiernos que, lejos de hallarse en la ¨®rbita totalitaria de la izquierda marxista, se alineaban en la galaxia -de las democracias occidentales liberales,- conservadoras o socialistas-pero -en cualquier caso contrarias al- avasallamiento sovi¨¦tico. Los pa¨ªses representados eran defensores de una sociedad plural, con, libertades individuales y sindicales en pleno rodaje y parlamentos libremente elegidos con sistemas econ¨®micos de car¨¢cter mixto, de sectores p¨²blicos y privados, compartiendo el proceso de la producci¨®n y de fencliendo, en suma, el doble principio de la soberan¨ªa popular y del consentimiento de los go bernados como base del poder p¨²blico.
Era indiscutible y resultaba necesario adecuar a la realidad social espa?ola y las instituciones pol¨ªticas. Durante cuarenta a?os, la excepcional concentraci¨®n de poder asumida por Franco y las no menos excepcionales circunstancias en que lo alcanz¨®, hicieron que el armaz¨®n diverso de leyes, principios y ¨®rganos de consejo, representaci¨®n y decisi¨®n ejecutiva, y que fueron estableci¨¦ndose, gradualmente, con parsimonia deliberada a lo largo de las cuatro d¨¦dadas no tuvieron en realidad funci¨®n importante que realizar. Para nadie es un secreto que en vida del Caudillo, ni el Consejo del Reino tuvo grandes tareas que llevar a cabo, ni el Consejo Nacional fue convocado. para intervenir en las hist¨®ricas ocasiones, ni las Cortes enmendaron sustancialmente un proyecto de ley, ni creemos que el Gobierno registrara una votaci¨®n adversa en el hemiciclo. De los distintos gabinetes podr¨ªa decirse, asimismo, sin ¨¢nimo de ser irrespetuoso, que contaban poco a la hora de mantener una l¨ªnea pol¨ªtica independiente con el monolitismo del poder supremo, exigente y d¨¦finitorio. en toda ocasi¨®n.
Ir hacia la. democracia significa devolver la soberan¨ªa al pueblo, a la comunidad nacional, a la sociedad espa?ola. En 1976,los treinta y seis millones y medio de ciudadanos -inclu¨ªdos los que residen y trabajan en la Europa occidental- reclaman su derecho de participar en- las tareas de la decisi¨®n en los asuntos p¨²blicos de inter¨¦s general. Y ¨¦l de ser informados con honestidad sobre esos asuntos que pertenecen al conocimiento de la naci¨®n.
Para ello hay que buscar un camino que re¨²na, a la vez, las condiciones de eficacia, rapidez y seguridad. Si la ruta elegida es vacilante o no conduce al resultado que se busca, mejor ser¨¢ no emprenderla. Si las dilaciones son probables, y largas hay que encontrar el atajo. Si el itinerario puede tropezar con uno o varios peligros, ser¨¢ menester alterarlo.
Digamos que varios criterios sobre esta importante cuesti¨®n.
?Acaso la democracia org¨¢nica funcion¨® alguna vez?
La derecha m¨¢s conservadora no quiere, en realidad, cambiar nada. Si el pueblo espa?ol ha cambiado tanto que es hoy la d¨¦cima potencia industrial del mundo y no tiene analfabetos, y se concentra . para viv¨ªr en diez ciudades grandes, y tiene un alto nivel de vida y de consumo, el -seg¨²n su argumento- porque ha disfrutado durante mucho tiempo de una dictadura paternalista, pr¨®vida y generosa, que obtuvo en. gran parte de ese pueblo, si no la conformidad, al me nos el conformismo. Ese sector que piensa as¨ª es, probablemente, no muy numeroso, pero s¨ª muy poderoso, y se atrinchera hoy en los ¨®rganos que estableci¨® el franquismo para amueblar el edificio constitucional pero sin ¨¢nimo de que se utilizaran en vi da suya. Puestos a hacer funcionar el mecanismo, se crea en los ocupantes de esa burocracia de alto nivel pol¨ªtico una expectativa insospechada de poder real que nunca hubieran so?ado. Y ello envalentona sus posiciones doctrinales henchidas, como es natural de dogmatismo ?No tocar un punto del dec¨¢logo instalado! ?Ni un ladrillo; ni una coma! En todo caso, hacer que funcione con m¨¢s perfecci¨®n la ?democracia org¨¢nica?. Tal es su programa. Pero ?es que en vida de Franco la ?democracia org¨¢nica? funcion¨® alguna vez?
El centro reformista es otro sector. Sobre ¨¦l cae el peso y la responsabilidad de la reforma que le ha dado el nombre. Este grupo, visiblemente representado en el Gobierno, procede en parte de las filas del franquismo y propugna una transformaci¨®n en profundidad del ordenamiento institucional vigente. Reformar, dicen, es hacer viable un sistema democr¨¢tico de poder, partiendo de la legal¨ªdad. El prop¨®sito del reformismo no es el continuismo, sino la ni9dificaci¨®n, aunque.¨¦sta tenga que verificarse, por la v¨ªa legal dentro de los cauces permitidos, por la normativa actual. ?Hasta d¨®nde llegar¨ªa esa reforma?- Hasta donde lo permitan la situaci¨®n y la posibilidad real,del pa¨ªs. Los reformistas, en una u otra. medida, son posibilistas y, muchos de ellos, dem¨®cratas sin,ceros. Entienden que por una vez hay que reconciliar pac¨ªficamente a las dos Espa?as y hacerlas convivir pol¨ªticamente en paz bajo la ley.
La estrategia de la oposici¨®n y el plan del Gobierno
Los grupos de oposici¨®n democr¨¢tica se sit¨²an en otra actitud. Para ellos el camino evolutivo no es viable m¨¢s que si se rompe la continuidad. La ruptura, m¨¢s que una palabra, es un m¨¦todo t¨¢ctico. Esperan que la contestaci¨®n social aumente su nivel a tan alto grado que el sistema,pol¨ªtico se vea obligado a pactar. No preconizan la violencia, pero s¨ª la presi¨®n progresiva. Sostienen que cualquier reforma ?desde dentro? es inviable a priori, por impedirlo el sistema mismo, que posee una serie de cerrojos de seguridad capaces de funcionar en una y otra instancia para hacer imposible el cambio real. Acusan a los reformistas de insinceros; a la reforma, de artilugio cosm¨¦tico para pintar la fachada, dejando intacto el interior. Y piensan, sobre todo, que a prop¨®sito central que anima a los reformistas est¨¢ basado en la intenci¨®n deliberada de evitar.a todo trance que exista la posibilidad de una alternativa viable para que la oposici¨®n, en cualquiera de sus formas legales, tenga un d¨ªa acceso al ejercicio temporal de poder por la v¨ªa del sufragio popular. Los matices de la oposici¨®n democr¨¢tica son variados y, en alg¨²n aspecto, hasta contrapuestos, pero sustancial mente creemos haber definido lo que en com¨²n denominador opinan sobre la reforma. Digamos, para terminar, que piden unas Cortes Constituyentes, un Gobierno que presida, las elecciones generales con imparcialidad total y la legalizaci¨®n de los partidos pol¨ªticos sin excepciones previas.
He aqu¨ª, en breve s¨ªntesis, las grandes tendencias que se enfrentan con el delicado y grave problema de la reforma pol¨ªtica. El Gobierno, a trav¨¦s del discurso de su Presidente y de los acuerdos del Consejo de Ministros del viernes 30 de abril, parece haber tomado una direcci¨®n definitiva en el asunto: se aprobaron dos proyectos de ley. Uno, relativo a la Ley de Sucesi¨®n. Otro, relativo a la constituci¨®n y estructura de las Cortes. Las l¨ªneas generales de ambos proyectos son ya conocidas despu¨¦s de su divulgaci¨®n por la Prensa y las agencias, a pesar del hermetismo oficial. Ambos textos ir¨¢n a informe y examen del Consejo Nacional, primero; de las actuales Cortes, despu¨¦s. El mes de mayo ser¨¢ consumido por el primer turno, el del Consejo. El mes de junio, por el segundo, que es el de las Cortes. El dictamen del Consejo es preceptivo, pero no vinculante. El de las Cortes, s¨ª. en- otras palabras, los proyectos pueden salir notablemente alterados a su paso por ¨¦stas ¨²ltimas. Se aplican en ambas instancias procedimientos de urgencia.
Con ello se llega al mes de julio. Si entendimos bien el discurso del Presidente, no se considera oportuno o posible acudir al refer¨¦ndum en estas fechas por la dispersi¨®n veraniega de los votantes o quiz¨¢s por falta material de tiempo para organizar debidamente la consulta, resolviendo previamente la delicada cuesti¨®n de las ?preguntas?. Con ello se remite el voto al oto?o, con campa?a previa que durar¨¢ al menos cuatro semanas. Llegar¨ªamos as¨ª noviembre. Convocadas entonces elecciones generales para elegir por sufragio universal, directo, igual y secreto, sucesivamente, el Congreso de los Diputados, con sus trescientos miembros, y los doscientos senadores que corresponden a entidades, sindicatos y corporaciones,. y ser¨¢n propuestos por ¨¦stos para ser elegidos, en las cincuenta, provincias, tendr¨ªanios'unas' Cortes bicamerales funcionando en los primerales funcionando, en los primeros meses del a?o 1977.
Siete preguntas sobre la-viabilidad del programa
Tal parece ser el calendario oficial previsto. A?¨¢dase que los proyectos de ley sobre derechos de reuni¨®n y manifestaci¨®n las modificaciones del C¨®digo Penal y la.ley de asociaciones pol¨ªticas, todas ellas con car¨¢cter de urgencia, ser¨¢n tramitadas en las Cortes actuales sin m¨¢s demora. Que una ley electoral, ya en estudio, no tardar¨¢ en ser aprobada y en viada a las Cort¨¦s antes del verano. Y que las elecciones municipales y provinciales ser¨¢n ve ros¨ªmilmente aplazadas hasta que tengan lugar las generales antes mencionadas. Con ello tendremos un esquema bastante completo del alcance y ritmo del proceso global de la reforma.
Ahora bien ese el rumbo fijado en los gabinetes planificadores. Pero la navegaci¨®n pol¨ªtica no es s¨®lo un itinerario fijo y definido, sino un resultado incierto de muchas fuerzas y circunstancias contradictorias. La reforma en la dimensi¨®n y alcance que el actual sistema propone est¨¢ lanzada. Quedan ahora en el aire las grandes cuestiones, que solamente queremos enumerar en forma descriptiva. a) La derecha conservadora y el franquismo m¨¢s ortodoxo ?dejar¨¢n pasar los proyectos de reforma por las horcas caudinas del Consejo y de las Cortes sin arrancar a dentelladas trozos sustanciales de su contenido por considerarlo demasiado liberal y democr¨¢tico? b) ?Las Cortes en su pleno dar¨¢n el voto mayoritario a estos. proyectos del Gobierno? c) ?Se debe llevar a refer¨¦ndum unos proyectos de ley detallados y t¨¦cnicamente fastidiosos, o era mejor haber consultado directamente al pueblo sobre la voluntad, o no, de hacer una reforma democr¨¢tica del orden vigente pidiendo una carta blanca para convocar nuevas Cortes con sufragio universal o para redactar una constituci¨®n refundida enteramente nueva? d) mejor celebrar refer¨¦ndum a cuatro o cinco meses de plazo desde que se conocen los proyectos de ley y han sido criticados y discutidos, o hubiera sido mejor convocar un plebiscito r¨¢pido para saber d¨®nde est¨¢ situada la opini¨®n num¨¦rica del pa¨ªs en estos momentos para clarificar as¨ª muchas posiciones y desmontar otras? e) La oposici¨®n democr¨¢tica, con la que tendr¨¢ que contarse ma?ana en el marco de una Monarqu¨ªa constitucional, ?t¨®mar¨¢ posiciones de abierta discrepancia con el contenido de la reforma? ?Criticar¨¢ abiertamente a ¨¦sta por considerarla resultado de un compromiso entre los ref¨®rmistas del Gobierno y el franquismo m¨¢s conservador, compromiso que tender¨ªa a no perder nunca las riendas y el control del poder de la actual clase pol¨ªtica establecida, sin garant¨ªas de que la alternativa que ellos represen tantenga acceso legal y viable al Gobierno en cualquier elecci¨®n, futura? f) Esa actitud oposicionista ?puede llevar a predicar una abstenci¨®n en el Proceso refrendatario y quiz¨¢s en el electoral subsiguiente? ?Se malograr¨ªa con ello el intento de reconciliaci¨®n nacional que la Monarqu¨ªa propugna? ?No perder¨ªa el prop¨®sito de integraci¨®n de los. espa?oles por la v¨ªa pac¨ªfica de, la convivencia ciudadana? g) la reforma sindical, que se hace indisipensable por la fuerza de las exigencias sociales empresariales y laboraJes, ?puede quedar como parece aplazada hasta que la reforma pol¨ªtica se convierta en realidad? ?No ser¨¢ preciso reformar tambi¨¦n el principio XIII del Fuero del Trabajo para adecuar las ley es a las realidades?
oeste ser¨ªa el conjunto de cuestiones que, en una primera aproximaci¨®n al monento actual, podr¨ªa plantearse el espa?ol de hoy. Hay en el inmediato futuro motivos para la preocupaci¨®n y raz¨®n creciente, por ello, para que cada espa?ol recupere su parte de responsabilidad dana y se sienta en el deber de participar. Para lo cual ser¨¢ indispensable una informaci¨®n ampl¨ªa, solvente y contrastada. A ello hemos querido contribuir leaImente los autores de este primer art¨ªculo.
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