"A C¨¦sar, lo que es del C¨¦sar"
Hace s¨®lo unas semanas, y con motivo de la subida del impuesto municipal, algunos medios de difusi¨®n, con el atrevimiento que permiten las circunstancias, alzaron su voz y expusieron sus argumentos en defensa del usuario.La parte afectada con esta t¨ªmida protesta (el Estado) se apresur¨®, a trav¨¦s de ¨®rgano tan importante como el Gabinete de Prensa del Ministerio de la Gobernaci¨®n, a publicar una en¨¦rgica nota que no dejaba lugar a duda ni a apelaci¨®n. Hab¨ªa que pagar. Hasta el propio se?or ministro remachaba en televisi¨®n la actitud oficial, refiri¨¦ndose de pasada ?a lo poco serio de las cr¨ªticas, ya que el usuario reclamaba de un modo constante mejoras que hab¨ªa que financiar?.
En otra entrevista hecha a tres alcaldes de otras tantas grandes ciudades -sentimos no recordar sus nombres- uno de ellos aseguraba que los impuestos provinientes del tr¨¢fico s¨®lo cubr¨ªan una sexta parte de los gastos que produc¨ªa el tr¨¢fico urbano.
En el caso del se?or ministro podr¨ªa parecer falta de respeto opinar que ¨¦l, por su condici¨®n, no tiene problemas de aparcamiento o que rara vez se ver¨¢ envuelto en el angustioso caos del tr¨¢fico. En el caso de los alcaldes, convendr¨ªa extenderse un poco m¨¢s, ya que, como su propio nombre indica, municipales parecen ser las necesidades y municipal es la idea que origin¨® el impuesto.
El coche nacional m¨¢s barato paga -sumados todos los conceptos, partiendo del precio de f¨¢brica- un 18 por 100. El m¨¢s caro de los 79 modelos existentes en el mercado, el 24 por 100. La media aproximada, cotejando los precios de todos, sobrepasa el 20 por 100.
Aqu¨ª s¨®lo se habla de autom¨®viles de turismo y tampoco se tienen en cuenta los posteriores impuestos de posibles transferencias, el ?papeleo? -car¨ªsimo- los impuestos sobre el carburante, la incidencia como propietario en la declaraci¨®n sobre la renta, impuestos sobre recambios, accesorios, lo que cuesta el carn¨¦ de conducir, peajes y alguna cosilla m¨¢s, que por m¨²ltiple queda olvidada en el tintero.
Seguros estamos de que, con la suma de estos impuestos, y bien administrados, los ayuntamientos espa?oles cubrir¨ªan m¨¢s de la sexta parte de los gastos que el autom¨®vil origina en las ciudades. Pero poco parece ser el dinero obtenido y, adem¨¢s, las necesidades van mucho m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito de las ciudades.
Mucho me temo que nuestros municipios, una vez que hayamos terminado de pagar, van a tener que seguir ingeni¨¢ndoselas a pesar de la subida para cubrir con otros impuestos las molestias que causamos, y ellos, adem¨¢s, mejor que nadie van a comprender que parte del dinero que paga el autom¨®vil tiene que destinarse a suprimir los 1.832 puntos negros existentes en nuestra red viaria en los que se producen el 25 por 100 de los 8.113 accidentes con v¨ªctimas que hubo en las carreteras espa?olas en un s¨®lo a?o. Si despu¨¦s de estas mejoras urgentes quedara a¨²n presupuesto podr¨ªamos, por ejemplo, comprar los terrenos necesarios para construir pistas de comprobaci¨®n de frenado, medida ¨¦sta obligatoria en toda Europa desde el a?o 1968 y sin aprobar en Espa?a (que es miembro de los acuerdos de, Ginebra) por falta de medios t¨¦cnicos. Instalar en todas las provincias espa?olas centros adecuados de comprobaci¨®n estatal que permitan revisar autom¨®viles que han circulado por nuestras carreteras veinticinco a?os abandonados de la mano de Dios.
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