Homenaje a Visconti
El festival ha dedicado un homenaje a Luchino Visconti, el gran cineasta italiano recientemente desaparecido con la proyecci¨®n de su ¨²ltima obra, El inocente, seg¨²n la novela, de Gabriele D'Annunzio del mismo t¨ªtulo. Visconti y D'Annunzio formaban, desde luego, una pareja bastante extra?a con pocos elementos en com¨²n. Entre el poeta decadente del novecientos con veleidades de grandeza y afanes aventureros, viejo inspirador del fascismo musoliniano y el noble heredero de una aristocr¨¢tica familia milanesa, convertido al marxismo, y condenado a muerte por su participaci¨®n en la resistencia contra los nazis no parece haber unas relaciones muy estrechas. ?? Por qu¨¦ D'Annunzio? -declaraba el mismo Visconti hace ocho - meses, cuando acept¨® la oferta de adaptar al poeta-; porque representa una fuente inagotable para el cine y porque su idea del amor, f¨ªsica, brutal, ,hondamente er¨®tica, nos es muy cercana.
Los m¨®viles secretos que llevan a un autor a poner en pie una obra pueden ser ignorados hasta por ¨¦l mismo y El inocente, pese a todo, se ha convertido en una historia plenamente vis continiana, parte integrante de ese mundo f¨ªlmico recreador del pasado cercano que naci¨® en Senso y se despleg¨®, sobre todo a partir de El gatopardo -obra cumbre de madurez- en realizaciones tan definidoras de su ¨²ltima etapa corno Luis II de Baviera, Muerte en Venecia, y Retrato de grupo con familia en un interior (horrendamente rebautizada, en la versi¨®n espa?ola, como Confidencias). Todas estas pel¨ªculas tienen en com¨²n una misma preocupa ci¨®n que llega a ser obsesiva por la reconstrucci¨®n del tiempo pasado a trav¨¦s de edificios, trajes, muebles y objetos. Se puede hablar de un cine voluntariamente, espectacular e increiblemente caro, de espaldas a la realidad contempor¨¢nea y con un gran soporte industrial. Comparada con el comienzo de su carrera -Obsesi¨®n, La tierra tiembla...- podr¨ªa hablarse de decadencia y esteticismo, o al menos, de enviscamiento en una ¨¦poca y una clase que eran sus preferidas.
Se dice que cuando un director pierde el talento se refugia en la fotograf¨ªa y en la decora b¨®n, No creo que Visconti careciera de capacidad creadora, a pesar de estar atado a la silla de ruedas desde que hizo sus tres ¨²ltimas pel¨ªculas, sino que se refugi¨® en la voluntaria y morosa concentraci¨®n de un tiempo que para ¨¦l, representaba el ¨²ltimo para¨ªso posible. Si la ambientaci¨®n recargada tiende a borrar los contornos dram¨¢ticos de los personajes en algunos momentos, la claridad de una narrativa que arranca del mundo decimon¨®nico nos restituye unos seres enloquecidos por sus pasiones- que goza ban de toda la simpat¨ªa del director. Su estilo brillante, barroco, es el ¨²ltimo estadio de muchas influencias entre las que se puede rastrear el peso de la pintura, la novela, la m¨²sica, la ¨®pera, el teatro... No se puede hablar de una manera original ni sorprendente de, entender el arte de las im¨¢genes en movimiento, pero s¨ª de una obra amplia y rica, a veces sofocante y pesada, e indiscutiblemente hermosa, que gustar¨¢, sobre todo, a los ya convencidos, e irritar¨¢ a los que aprecien un cine directo y vivo que no se apoye en un sentido admirativo del pasado, ni en un entendimiento reverencial de la cultura, sino en la misma m¨¦dula de nuestro tiempo, ajeno a influencias de otros sistemas expresivos que impidan su evoluci¨®n.
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