"La defensa a ultranza del orden callejero comporta un coste social alt¨ªsimo"
?Tengo la profunda convicci¨®n de que la tendencia al mantenimiento a ultranza del orden callejero -por supuesto, de un determinado orden- es una comodidad que a largo plazo tiene un coste social, alt¨ªsimo, con el que no tenemos derecho a gravar a las nuevas generaciones que ya hoy se encuentran a las puertas de la vida p¨²blica?, dijo el ministro de la Gobernaci¨®n, Manuel Fraga, en su defensa ante el Pleno de las Cortes de su proyecto de ley regulador de los derechos de Reuni¨®n y Manifestaci¨®n.En un discurso extenso, acad¨¦mico, lleno de citas hist¨®ricas y de referencias al pasado -una aut¨¦ntica lecci¨®n magistral-, el se?or Fraga analiz¨® el nacimiento y desarrollo de las libertades pol¨ªticas con gran amplitud, antes de referirse a la actualidad espa?ola, en cuyo contexto de reforma global se inscribe este proyecto de ley.
?Cuando el Gobierno de Su Majestad el Rey y el pa¨ªs entero -dijo tambi¨¦n el ministro en su discurso- han tomado decididamente la senda de una reforma democr¨¢tica del sistema institucional, es evidente que se impone un cambio radical en la consideraci¨®n y tratamiento del derecho de reuni¨®n. Un cambio que viene exigido no s¨®lo en virtud de planteamientos ideol¨®gicos, sino ante todo por estimaciones puramente program¨¢ticas. Todos estamos de acuerdo en que el orden p¨²blico es un valor capital de la convivencia ciudadana: pues bien, no estar¨¢ de m¨¢s recordar que el orden p¨²blico no consiste s¨®lo en el "mantertimiento de la paz interior", sino tambi¨¦n, y muy principalmente, en "el libre- y pac¨ªfico ejercicio de los derechos individuales, pol¨ªticos y sociales, reconocidos en las leyes'. Son palabras literales, como muy satien sus se?or¨ªas de la vigente Ley de Orden P¨²blico de 1959, sabias palabras producto de una vieja conciencia jur¨ªdica que deberrios recordar, recuperar y revitalizar.??Lo que quiero decir con todas estas alusiones, es algo bien simple: que es in¨²til desconocer y reprimir sistem¨¢ticamente como anorrrialidades las demandas sociales primarias, que estas demandas, tendentes a lograr la expresi¨®n de actitudes colectivas sobre la cosa p¨²blica, no se satisfacen con suced¨¢neos masificadores de la subcultura art¨ªstica o deportiva; y que, en definitiva -y aqu¨ª hablo ya desde mis responsabilidades como ministro de la Gobernaci¨®n- el mantenimiento del orden p¨²blico es a la larga imposible si no se consigue un ejercicio pac¨ªfico, habitual y jur¨ªdicamente garantizado de los derechos fundamentales de expresi¨®n colectiva.?
A continuaci¨®n, el ministro analiz¨® el actual estado jur¨ªdico regulador de los derechos de reuni¨®n en nuestro pa¨ªs. Ni la ley de 1880, ni la orden Circular de la Subsecretar¨ªa del Interior de 1939, que derog¨® a la anterior, son v¨¢lidas para el momento presente, dijo, ya que aluden a un contexto social muy diferente o responden a circunstancias excepcionales.
Orden con libertad
En sus consideraciones finales, el ministro de la Gobernaci¨®n record¨® a los procuradores que este no es un proyecto aislado, sino que, al someterles, como vicepresidente del Gobierno, y por delegaci¨®n del presidente, este proyecto legislativo, ?estoy inaugurando una hist¨®rica serie de debates en estas Cortes, en torno a un proceso legislativo de la mayor trascendencia para nuestro pa¨ªs?.
?Es la primera -a?adi¨®- de una serie de reformas que, por una parte, confirman y refuerzan nuestro Estado; por otra, la ponen al d¨ªa, ensanchan, su base, lo ponen m¨¢s de acuerdo con la realidad de la sociedad espa?ola de los a?os 70, y en definitiva lo acercan a los pa¨ªses de su conjunto geopobtico y cultural. Al decidir vuestro voto, deb¨¦is considerar que estamos construyendo la Espa?a de nuestros hijos.?
?Frente al inmovilismo frustrador, basado en la desconfianza hacia nuestro magn¨ªfico -pueblo, y frente a las posiciones ut¨®picas, aventureras o resentidas de este o aqu¨¦l grupo de rupturistas o revolucionarios, os cabe, se?ores procuradores, el orientar el cambio social y enderezar el rumbo legislativo por la v¨ªa de la reforma.?
? Un pa¨ªs pol¨ªticamente civilizado es aqu¨¦l en que hay orden con libertad; es decir, que ni el orden es sacrificado a la libertad, ni la libertad es suprimida para mantener el orden. Es, por lo tanto, un Estado, en el que existe todo el poder necesario para el bien com¨²n, y se le usa con toda, energ¨ªa, cuando es necesario; pero, al mismo tiempo, se cree en la moderaci¨®n del poder, y ¨¦ste no se usa en contra de la leg¨ªtima libertad, en cuya capacidad creadora se espera tambi¨¦n.?
?El ciudadano no es libre m¨¢s que en un Estado libre. Un Estado no es.libre m¨¢s que si es fuerte y sin peligros inminentes; y para ser fuerte ha de apoyarse en una ancha base social y en una legitimidad reconocida. Ha de ser capaz de evitar grandes concentraciones de poder econ¨®mico y social, en una sociedad verdaderamente pluralista, y con tendencia a la igualdad.?
? Dentro de nuestro plan de reforma pol¨ªtica, esta ley marca, pues, un primer paso, a la vez l¨®gico e importante. Os pedimos vuestro voto favorable; lo hago pensando en una Espa?a m¨¢s libre, y tambi¨¦n m¨¢s fuerte; m¨¢s capaz de acometer un futuro que, es ya presente. Que vuestro voto sea confirmaci¨®n de que todos trabajamos en el mismo esp¨ªritu, al servicio del Rey y de Espa?a.?
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