Divisiones en torno al Tratado de Madrid
El comit¨¦ de Relaciones Exteriores del senado norteamericano ha hecho p¨²blico el texto final del Informe sobre las audiencias relacionadas con la ratificaci¨®n del tratado de amistad y cooperaci¨®n entre Espa?a y los Estados Unidos. En el primer cap¨ªtulo de este documento, el senador Sparkman subraya la importancia de dicho instrumento, para el establecimiento de relaciones m¨¢s estrechas entre los dos pa¨ªses y para la integraci¨®n de Espa?a en las instituciones de Europa occidental. Los senadores estiman que la creaci¨®n del consejo hispano-norteamericano, presidido, por los ministros de Asuntos Exteriores de ambos pa¨ªses, podr¨ªa facilitar la cooperaci¨®n entre los dos ej¨¦rcitos y abrir la v¨ªa a los intercambios comerciales, tecnol¨®gicos y culturales entre Madrid y Washington.
Tambi¨¦n se dice en el informe que los Estados Unidos intentan promover (ya desde 1970) los intereses espa?oles en las instituciones europeas y atl¨¢nticas, bas¨¢ndose en las conclusiones de un estudio realizado por el National Security Council, cuyos expertos estiman que la presencia militar norteamericana en Espa?a es indispensable. Si bien, el tratado no prev¨¦ garant¨ªas para la defensa del territorio espa?ol en caso de conflicto internacional, sienta las bases para el ingreso de nuestro pa¨ªs en la OTAN y reconoce impl¨ªcitamente su importancia estrat¨¦gica para el mundo occidental.Detr¨¢s de las palabras cuidadosamente escogidas, detr¨¢s del informe equilibrado, el observador tropieza con una lucha abierta entre partidarios y detractores del tratado, con algunas consideraciones de tipo pol¨ªtico. Oficialmente, los senadores afirman que el mayor obst¨¢culo para la ratificaci¨®n del tratado radica en el sistema de financiaci¨®n a largo plazo negociado en Madrid y Washington. Se trata de un antecedente que el senado prefiere eludir, ya que dentro de unos meses tendr¨¢ que pronunciarse a favor o en contra de los acuerdos militares con Grecia y con Turqu¨ªa, que necesitan, la aprobaci¨®n del Congreso, puesto que se inscriben en el marco de las apropiaciones anuales incluidas en la ley de ayuda exterior. Pero no es menos cierto, que el verdadero obst¨¢culo tiene car¨¢cter pol¨ªtico. En realidad, tanto los liberales como los conservadores convergen en un punto: la evoluci¨®n democr¨¢tica de Espa?a es, seg¨²n ellos, demasiado lenta, la reforma parece estancada. Nadie quiere apoyar el status quo. Los senadores insisten: no se trata de una ingerencia en los asuntos internos de otro pa¨ªs, sino pura y simplemente de una constataci¨®n objetiva de un estado de cosas.
Los liberales, es decir, el grupo Eagleton, Clark y Pell, son partidarios de la ratificaci¨®n inmediata del tratado. Seg¨²n un portavoz de este grupo, se trata de un voto de confianza para don Juan Carlos y sus ministros reformistas.
Sin embargo, el grupo conservador, capitaneado por Mike Mansfield, intenta retrasar la ratificaci¨®n. En el grupo de Mansfield hay varias tendencias que se enfrentan: algunos estiman que se trata de un compromiso demasiado costoso, como lo dijo el senador Symington durante la ¨²ltima audiencia del comit¨¦, mientras que otros quisieran escuchar las palabras de don Juan Carlos ante las c¨¢maras.
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