... pero no todav¨ªa
LA REMISION por las Cortes a la Comisi¨®n de Justicia, bien dotada de representantes del b¨²nker -desde el obispo Guerra a Blas Pi?ar- del proyecto de ley que modifica el C¨®digo Penal constituye, seg¨²n se?alaba ayer EL PA?S, el primer tropiezo serio del Gobierno para salir airoso con la reforma. La situaci¨®n actual de hecho es que los partidos, aprobados por la ma?ana, eran al menos aplazados esa misma tarde. Han contribuido a ello la lamentable defensa que del proyecto en cuesti¨®n hizo la ponencia encargada de sacarlo adelante, la demagogia de los inmovilistas, que supieron moverse en los pasillos de la C¨¢mara, y la propia naturaleza de las cosas. En efecto, pedirle a unas Cortes no representativas, bien obedientes mientras la obediencia era moda y en absoluto democr¨¢ticas -salvo desde el punto de vista org¨¢nico- que aprueben las leyes de su suicidio, parece demasiado. Y por eso no es dif¨ªcil predecir que la batalla del C¨®digo Penal ser¨¢ la primera, pero tal vez no la ¨²ltima. La oposici¨®n democr¨¢tica insiste reiteradamente en se?alar que lo que se est¨¢ realizando es un experimento de democracia otorgada. Se les dice -esperamos que se les diga- a los hombres de la oposici¨®n que pueden asociarse, y c¨®mo, y cu¨¢ndo. Resulta algo irregular, pero quiz¨¢s fuera lo adecuado para un per¨ªodo de transici¨®n. Sin embargo, quedan todav¨ªa las leyes de reforma de la Constituci¨®n y la electoral que, seg¨²n lo previsto, tienen que ser tambi¨¦n aprobadas por estas Cortes que ya conocemos. La ley de Asociaciones Pol¨ªticas -con las adendas del C¨®digo Penal- define una selecci¨®n nacional de quienes pueden entrar en el juego. La reforma constitucional definir¨¢ el campo del mismo y la electoral las normas que han de regirlo. Pedirle a la oposici¨®n que concurra a todo ello sin consultarla sobre las reglas ni las dimensiones del estadio es poner en serio peligro toda la reforma. En una palabra, traer la democracia a trav¨¦s de instituciones no democr¨¢ticas resulta empe?o tan dif¨ªcil que su soluci¨®n -que esperamos pronta- ayudar¨¢ a resolver tambi¨¦n la tan famosa cuadratura del c¨ªrculo.
La reforma la pueden hacer el Rey o su Gobierno, pero no estas Cortes. Por eso, lo apropiado ser¨ªa cambiar el signo del refer¨¦ndum facultando al Rey a traer la democracia por decreto.
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