Raniero La Valle o la famosa autonom¨ªa de los laicos
Despu¨¦s de las dos intervenciones pontificias, que han venido a sumarse a las palabras de monse?or Benelli sobre el di¨¢logo cat¨®lico con los marxistas comunistas y a las prevenciones del episcopado italiano, que han pedido a los cat¨®licos italianos el no desperdigar sus votos o, lo que es lo mismo, votar por la Democracia Cristiana, el clima pol¨ªtico- religioso italiano est¨¢ alcanzando una radicalidad y una polaridad de las posiciones, que parece una nueva puesta en escena de la situaci¨®n de los a?os cincuenta, pero quiz¨¢s en una sola dimensi¨®n: en lo que aquellos a?os significaron de cruzada anticomunista en el contexto de la guerra fr¨ªa, y no en la otra dimensi¨®n de la coexistencia y, la confrontaci¨®n, pol¨¦mica, pero a la vez abierta, que estuvo representada en un tono que pudi¨¦ramos decir menor, pero no menos indicativo por eso, por las aventuras de Peppone y Don Camilo.No, esta vez no hay lugar para ninguna sonrisa ni para ning¨²n comentario menor, todo el ¨¢mbito pol¨ªtico-religioso de Italia se ha cargado hasta el dramatismo. En el Vaticano se teme una victoria comunista en las elecciones y que esa victoria venga apoyada por numerosos votos cat¨®licos, y, al parecer, se teme con raz¨®n, aunque parece as¨ª mismo creerse que todo ese c¨²mulo de intervenciones jer¨¢rquicas -y las que seguir¨¢n, seguramente- pueden evitar una cosa as¨ª. El grueso de los observadores es, sin embargo, m¨¢s esc¨¦ptico a este respecto, porque, como sin duda mostr¨® un referendum como el del divorcio, en un pa¨ªs que acaba m¨¢s o menos de descubrir su autonom¨ªa civil, despu¨¦s de una larga tutela eclesi¨¢stica de siglos, esas intervenciones de la Jerarqu¨ªa de la Iglesia pueden muy bien resultar contraproducentes, precisamente en un momento en que muchos cat¨®licos, ante las presiones de ciertos sectores de la izquierda extraparlamentaria, ciertamente brutales, parec¨ªan dispuestos a actuar por s¨ª mismos, y no era exactamente hacia el marxismo hacia donde iban sus preferencias. Esto es lo que estaba sucediendo con algunos grupos universitarios y con los sindicatos obreros cat¨®licos, al parecer bastante desenga?ados del compromiso con socialistas y comunistas en a?os pasados.
Lo que ha movido, sin embargo, al Vaticano a estas rotundas intervenciones de estos d¨ªas ha sido la postura de un grupo de intelectuales cat¨®licos que se presentan como independientes en las listas electorales del Partido Comunista: La Valle, Pratesi o Gozzini, que hasta ayer mismo no s¨®lo estuvieron muy vinculados a la Democracia Cristiana, sino que fueron voceros del catolicismo conciliar y estuvieron Comprometidos a movimientos de Iglesia. La opci¨®n de estos cristianos resulta absolutamente incomprensible para la Jerarqu¨ªa y, como el propio Papa expres¨®, la ha llenado de amargura. Y, sin embargo, esa opci¨®n, que en modo alguno es una opci¨®n por la doctrina filos¨®fica marxista o por la concreta pol¨ªtica comunista, sino por una f¨®rmula de gobierno que ellos creen es la ¨²nica que puede servir al bien com¨²n, ser¨ªa, en principio al menos, una opci¨®n responsable de cristianos laicos adultos, sobre la que la Jerarqu¨ªa no tendr¨ªa nada que decir sin caer en abierto clericalismo.
Raniero La Valle ha expresado as¨ª el car¨¢cter totalmente pol¨ªtico y, por lo tanto, laico de esta opci¨®n: ?No implica una adhesi¨®n ideol¨®gica al marxismo y ha sido hecha sobre la base de una garant¨ªa de la autonom¨ªa efectiva de los candidatos cristianos, en su futura acci¨®n parlamentaria?. Desde un puro punto de vista religioso, piensa La Valle que ?la presencia aut¨®noma de candidatos cristianos en las listas comunistas, torna visible el pluralismo de las opciones pol¨ªticas de los cristianos. Manifiesta la transcendencia de la fe con respecto a las ideolog¨ªas, rompe la identificaci¨®n entre Iglesia y Democracia Cristiana y se alza contra el sistema de poder fundado sobre el uso pol¨ªtico de la religi¨®n, y, en este sentido, considerada desde el punto de vista de la comunidad eclesi¨¢stica, la opci¨®n de estos cristianos representa un grito de liberaci¨®n. Y, sin embargo, no es ¨¦sta la raz¨®n de esta opci¨®n. La raz¨®n es pol¨ªtica. La decisi¨®n tomada por estos cristianos se funda en la comprobaci¨®n de que el sistema pol¨ªtico italiano ha llegado a un callej¨®n sin salida. No hay porvenir para la Democracia Cristiana si se mantiene, respecto a las fuerzas populares organizadas por el PCI, la prohibici¨®n que las aparta de toda participaci¨®n en la direcci¨®n del pa¨ªs.
La opini¨®n de un n¨²mero creciente de creyentes en Italia es que ?los cristianos no pueden asumir la responsabilidad de provocar, con una tal actitud de rechazo, la crisis y la ca¨ªda de la democracia en Italia?. Y, refiri¨¦ndose a la actitud de la Jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, que no proponen ?otras soluciones que continuar por caminos ilusorios que no conducen a ninguna parte?, dice, en fin, La Valle: ?Ante esta reacci¨®n de la Jerarqu¨ªa, los cristianos que han optado por presentarse en las listas comunistas, aun permaneciendo en comuni¨®n con la Iglesia Cat¨®lica, estiman que deben proseguir la acci¨®n emprendida. No Podr¨ªan, en efecto, abandonar sus responsabilidades sociales y pol¨ªticas. En la medida incluso que el porvenir y el bien del pa¨ªs est¨¢n en juego, no se trata para esos cristianos de ejercer un derecho al que Podr¨ªan renunciar, sino de cumplir con un deber?.
Problema pol¨ªtico
Y el problema es ¨¦ste, desde luego, un problema puramente pol¨ªtico y s¨®lo teol¨®gico en este sentido: ?tiene la Iglesia competencia de alguna clase para hacer un an¨¢lisis exclusivamente pol¨ªtico, deducir de ¨¦l cu¨¢l es el bien com¨²n de una sociedad e imponer ese an¨¢lisis a sus fieles? ?D¨®nde quedar¨¢ la famosa autonom¨ªa del laico y d¨®nde acabar¨ªa el imperio todav¨ªa medieval de la teolog¨ªa, de la que ser¨ªan pobres ?ancillae? o criaditas, no s¨®lo todas las ciencias, sino todas las realidades temporales? En realidad, un cat¨®lico puede ser muy consciente de la incompatibilidad de su fe con la doctrina marxista y, sin embargo, hacer la opci¨®n de esos intelectuales cat¨®licos que no se llaman marxistas en modo alguno. ?Acaso Juan XXIII no preve¨ªa una cosa parecida en su ?Pacem in Terris?? El drama de conciencia de esos cat¨®licos puede darse, sin duda, en si optan por escuchar a la Jerarqu¨ªa, que lamenta su decisi¨®n, u optan por ser fieles, m¨¢s bien, a su conciencia civil; pero es dif¨ªcil, seguramente, dudar de su ortodoxia m¨¢s estricta, a menos que se vuelva o se pretenda volver a la vieja situaci¨®n, en que un laico en su Iglesia no era m¨¢s que una ?manus longa clerical?, en este plano de la pol¨ªtica sobre todo.
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