Manzanares acab¨® con el cuadro
En la tercera corrida de los sanfermines se lidiaron toros de Ben¨ªtez Cubero, impresionantes de trap¨ªo, bravos y nobles, con los que consigui¨® un ¨¦xitomemorable Jos¨¦ Mari Manzanares. Ruiz Miguel.- Bajonazo y rueda de peones. Cinco pinchazos (aviso) y tres descabellos (pitos en los dos). Antonio Jos¨¦ Gal¨¢n. (Pinchazo al encuentro hondo, trasero y ca¨ªdo y tres descabellos (gran ovaci¨®n y saludos). Metisaca perpendicular y descabello (algunas palmas). Manzanares.- Siempre perdiendo la muleta y ech¨¢ndose fuera; pinchazo y estocada desprendida. Bajonazo. (Cuatro orejas). Gran lleno, como todos los d¨ªas. Coloc¨® un magn¨ªfico par de banderillas El Ecijano, de la cuadrilla de Manzanares.
Ayer, adem¨¢s de toros hubo toreo por gracia del arte de Jos¨¦ Mari Manzanares. Adelantemos que, estamos viendo en Pamplona unas corridas como debieron ser las de la Edad de Oro de la Tauromaquia. No cabe mejor presentaci¨®n. No cabe mayor trap¨ªo. No caben estampas m¨¢s acabadas del toro de lidia. Este es un acierto ejemplar de la Casa de Misericordia, organizadora de los festejos sanfermineros, la cual ha adquirido unas reses que para sus plazas quisieran los aficionados de toda Espa?a. No dejo de acordarme de Madrid y de su feria de San Isidro. Dicen que no haylos. Muchos se preguntan, cuando la isidrada, qu¨¦ diablos es lo que piden los vociferantes de la andanada. Pues aqu¨ª est¨¢: el toro. Ese toro como los de los osbornes o los guardiolas de los dos primeros d¨ªas. 0 como los benitezcubero de ayer, que parec¨ªan desgajados de las l¨¢minas que inmortaliz¨® Daniel Perea en ?La lidia?. Grandes, largos, serios, hondos, cornalones y bellos; todas las cabezas aparatosas y astifinas, y la del cuarto, sencillamente descomunal. De constituci¨®n, soberbios; de capa, bonitos tambi¨¦n, con un quinto de la tarde que ese s¨ª semejaba venido de los tiempos del Gordito, con un pelo berrendo en casta?o, botinero y capirote, seriedad en la cara, cuajo todo el que se pida, y cabeza a¨²n m¨¢s.Tambi¨¦n dicen, suelen hacerlo desde el taurinismo, que a toros as¨ª no seles puede torear. Pues ah¨ª est¨¢ la demostraci¨®n de lo contrario; ah¨ª est¨¢ el triunfo sin reparos de Manzanares, que obtuvo ayer el mayor ¨¦xito de su vida. No me perdonar¨ªa silenciarlo: hubo una tanda de derechazos en el ¨²ltimo de la tarde de tanta profundidad y tal arte, que a los mozos alborotadores de las pe?as, en aquellos momentos bajo los efectos excitantes de la merienda, la sangr¨ªa y el champ¨¢n, los dej¨® sentados y boquiabiertos.
Los benitezcubero embistieron de maravilla. Los seis fueron toros de oreja. Pero tan nobles que s¨®lo equilibrar¨ªa su calidad evidente un torero de arte. Y ese fue Manzan res. Ni la voluntad de Ruiz Miguel en el primero, ni los efectismos de Gal¨¢n en el segundo, empe?ado en ganarse con gestos las simpat¨ªas de las pe?as, hab¨ªan conseguido otras cosas que algunas palmas de aliento. Pero son¨® el clar¨ªn, salt¨® a la arena el tercero, un impresionante ejemplar por su hondura y cornamenta y all¨ª cambi¨® el panorama. La faena de Jos¨¦ Mari Manzanares result¨® exquisita. De menos a m¨¢s; primero no se centr¨® en derechazos, dio unos naturales sin ligar en los que citaba fuera de cacho, y de nuevo la muleta en la derecha construy¨® lo que ser¨ªa la quintaesencia del buen gusto. Crecido, sin brusquedad alguna, s¨®lo con los poderes del temple y el mando, desgran¨® pases en tandas medidas hasta rematar con el cante grande de los trincherazos, que provocaron ol¨¦s estruendosos.
Esa faena acab¨® con el cuadro. Ruiz Miguel y Gal¨¢n ante dos toros bollantes -el de aqu¨¦l casi un borrego, el de ¨¦ste la pintura dicha del berrendo en casta?o-, no lograron sobreponerse a la lecci¨®n recibida. Al ba?o, para decirlo de una vez, con-lo cual recogemos, por que la ocasi¨®n lo merece, el l¨¦xico de la afici¨®n de otros tiempos. Una lecci¨®n que tuvo su refrendo en el ¨²ltimo de la tarde, el menos descarado de pitones aunque astifino m¨¢s que ninguno y grandote como todos, en el cual despu¨¦s de unas series sin relieve sobre ambas manos, acab¨® Manzanares por centrarse y por ligar dos series de derechazos, uno de ellos de recorrido y empaque que quiz¨¢ vaya a ser elmejor de la feria y de muchas ferias. Lo dicho: las jaraneras pe?as se quedaron aqu¨ª clavadas en los asientos y ya no hab¨ªa pol¨ªtica, ni ?todos queremos m¨¢s?, ni champ¨¢n, ni nada, sino ol¨¦s y ol¨¦s y ol¨¦s, porque si el toreo tiene este ritmo y esta profundidad y este toque genial, se impone a todo. Y ya, en medio del delirio, cuando parec¨ªa que la mu?eca y la cintura y el coraz¨®n del torero alicantino no ten¨ªan m¨¢s que decir, vinieron dos pases de la firma, con los que puso los tendidos en pie, al borde de la locura, y rubric¨® una tarde de toros inolvidable.No pienso hacer hincapi¨¦ en lo mal que mat¨® Manzanares a sus dos enemigos, aunque lo se?alo pues es cierto; porque lo importante de ayer fue su toreo, del mejor corte, y los benitezcubero, que rec¨ªan escapados de las estampas rom¨¢nticas de Daniel Perea. Ah¨ª est¨¢ la gran verdad: el toro de pervive, y vale para el toreo de hoy. S¨®lo es necesario que aqu¨¦l tenga casta y ¨¦ste torer¨ªa, como Jos¨¦ Mari Manzanares.
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