Viaje tripulado a Marte
El primer viaje tripulado a Marte no ser¨ªa similar a los viajes a la Luna. Ser¨ªa un viaje mucho m¨¢s largo: la primera expedici¨®n interplanetaria de gran alcance. Una de las fechas ¨®ptimas para el comienzo de la expedici¨®n es la del 21 de diciembre de 1983.En otra fecha cualquiera tambi¨¦n es posible emprender el viaje pero la duraci¨®n del mismo y, por tanto, su costo, ser¨ªa mucho m¨¢s alto. Se estima, en el proyecto referido, que habr¨ªa tiempo m¨¢s que suficiente para ser preparado. Con un viaje de ida tan largo y otro de vuelta similar -unos doscientos cincuenta y un d¨ªas-, la estancia en Marte deber¨ªa compensar el esfuerzo del viaje: cuatrocientos cuarenta y cinco d¨ªas (un a?o y tres meses) de exploraciones y residencia en el planeta. Todo ello sumar¨ªa (viajes y estancia) la cifra de novecientos setenta y seis d¨ªas, dos a?os y ocho meses.
Un viaje de dos a?os y ocho meses es una expedici¨®n de tal envergadura que exigir¨ªa una nave con recintos habitables de grandes dimensiones y dotados de muchas comodidades para lograr que la tripulaci¨®n soportase el viaje en perfectas condiciones f¨ªsicas y ps¨ªquicas. Tendr¨ªa que estar previsto el descanso, esparcimiento, deporte, vida familiar, etc., lo que aumenta m¨¢s y m¨¢s el n¨²mero de servicios, instalaciones y personas que debieran integrar la expedici¨®n.
El gran viaje
Las experiencias espaciales realizadas hasta la fecha en las estaciones espaciales norteamericanas Skylab y sovi¨¦ticas Salyut se han centrado precisamente en comprobar las condiciones de residencia habitual en naves espaciales. Se ha experimentado durante un tiempo de varios meses lo que sucede cuando se vive en esas condiciones f¨ªsicas. La experiencia ha demostrado una vez m¨¢s que la adaptabilidad del hombre supera todos los retos que la naturaleza le presenta. El funcionamiento biol¨®gico humano no requiere la existencia de gravedad al nivel que se hab¨ªa pensado. Si bien es cierto que la aparici¨®n del hombre sobre la Tierra es una consecuencia de su medio y que, por tanto, el cuerpo humano est¨¢ pensado para vivir con peso, tambi¨¦n es cierto que los inventos de la naturaleza superan constantemente al medio e incluso lo modifican.
La ca¨ªda de los alimentos, por ejemplo, a lo largo del es¨®fago, est¨®mago, intestinos, etc., no es tan ca¨ªda como se pudiera considerar a simple vista. Existen unos movimientos gastrointestinales, denominados movimientos perist¨¢lticos, que hacen que el bolo alimenticio siga su curso, si hay gravedad como si no la hay. En otras palabras, el animal humano digiere en nuestra Tierra que nos somete a una fuerza de peso hacia su centro, pero tambi¨¦n digerir¨ªa boca abajo, horizontal, en ausencia de peso, como es el caso de los viajes en estaciones espaciales.
Casi lo mismo se podr¨ªa decir de las funciones circulatoria y respiratoria. Si bien todos los ¨®rganos que las hacen posible se han desarrollado en situaci¨®n gravitatoria, el n¨²mero y calidad de v¨¢lvulas que se han desarrollado permiten la circulaci¨®n sangu¨ªnea, la respiraci¨®n y las dem¨¢s funciones b¨¢sicas biol¨®gicas, aun en ausencia de peso o con un peso diferente. La investigaci¨®n que actualmente se lleva a cabo en la ambientaci¨®n del hombre a los viajes astron¨¢uticos tiene precisamente por objeto comprobar qu¨¦ es lo que sucede con viajes largos. Se trata de verificar si esa adaptaci¨®n del individuo humano es una adaptaci¨®n provisional o en profundidad.
El costo de la primera expedici¨®n tripulada a Marte rebasa las cifras con las que se trabaja habitualmente. Si poner sobre la superficie marciana ese modesto objeto que es el Viking-1, de peso inferior a los mil kilogramos, y sin regreso, ha costado unos mil millones de d¨®lares, calc¨²lese lo que costar¨ªa -empleando la proporci¨®n de doble peso, doble costo- poner en el planeta un objeto de multitud de toneladas con docenas de personas a bordo y con regreso asegurado. No se trata de un problema t¨¦cnico sino estrictamente econ¨®mico. Aunque existen formas de abaratarlo.
Ocho astronautas pasando por Venus
Una de esas posibilidades de abaratar el viaje a Marte ser¨ªa el empleo del planeta Venus como elemento auxiliar. Al pasar un veh¨ªculo espacial cerca del planeta Venus, su trayectoria queda fuertemente perturbada por la atracci¨®n del planeta. Calculando con precisi¨®n la direcci¨®n de aproximaci¨®n a Venus y la distancia m¨ªnima de paso al centro del planeta -cuanto m¨¢s cerca, mayo perturbaci¨®n-, podr¨ªa conseguirse que la perturbaci¨®n fuese altamente favorable y constituyese una apreciable ayuda en energ¨ªa y tiempo para llegar a Marte. Venus trabajar¨ªa en ese caso para la NASA, ahorrando con su energ¨ªa gravitatoria el costo de energ¨ªa, de t¨¦cnicos e instalaciones humanas.
El viaje, no obstante la colaboraci¨®n de Venus, requerir¨ªa una preparaci¨®n de bastantes a?os. Un trabajo publicado por la NASA en el a?o 1971 bajo el t¨ªtulo Reference System Characteristics for Manned Stopover Missions to Mars and Venus muestra como fecha propic¨ªa la del a?o 1986 para el proyecto econ¨®mico de ir a Marte, aunque tambi¨¦n ser¨ªa posible la fecha de 1993. Con una duraci¨®n total de quinientos veinte d¨ªas (un a?o y cinco meses), ir¨ªa a bordo una tripulaci¨®n de ocho personas.
La nave no partir¨ªa directamente de la superficie de la Tierra. Ning¨²n cohete existente hasta la fecha tiene bastante potencia para ello. Los subconjuntos principales de la nave se montar¨ªan en tierra y se pondr¨ªan en ¨®rbita de forma independiente. Seguramente se emplear¨ªan tres cohetes Saturno-V. Situados en ¨®rbita, ser¨ªa all¨ª donde se proceder¨ªa a su ensamblaje para poderse trabajar con ausencia de peso. El peso total de la nave, una vez integrada, ser¨ªa de unos 360.000 kilos. Se montar¨ªa en treinta d¨ªas.
Para salir de la ¨®rbita terrestre e iniciar el viaje a Marte se considerar¨ªa el empleo de propulsi¨®n nuclear, con un consumo de propulsante de 145.450 kilos. Aunque todav¨ªa no hay ning¨²n motor de propulsi¨®n nuclear de gran potencia, el tema est¨¢ en estado avanzado de desarrollo y podr¨ªa estar a punto en pocos a?os.
Respecto a la propulsi¨®n nuclear en los vuelos espaciales, el profesor G. Petr¨®vich, de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, se?ala que ?los motores-cohete at¨®micos son de cinco a diez veces m¨¢s pesados que los de combustible l¨ªquido en condiciones de una misma fuerza de empuje, y se distinguen por su funcionamiento considerablemente m¨¢s complejo, especialmente en la puesta en marcha y al pararlos... Por lo tanto, los motores nucleares tienen que funcionar solamente fuera de los planetas y de la atm¨®sfera de los mismos, o sea, en el espacio c¨®smico. El lanzamiento desde los planetas y desde sus sat¨¦lites, privados de atm¨®sfera, puede efectuarse solamente con ayuda de motores-cohete de propulsi¨®n l¨ªquida?.
Supuestamente superados estos problemas t¨¦cnicos con consecuencias biol¨®gicas (la propulsi¨®n at¨®mica plantear¨ªa otras necesidades de protecci¨®n a la tripulaci¨®n), se podr¨ªa utilizar el transporte nuclear. Al cabo de ciento sesenta y cinco d¨ªas de viaje la nave pasar¨ªa junto a Venus, a 2.600 kil¨®metros de su superficie. La trayectoria se desviar¨ªa debido a la atracci¨®n del planeta pero seguir¨ªa adelante, llegando a Marte ciento cincuenta y cinco d¨ªas despu¨¦s. Ya estar¨ªamos en los diez meses y veinte d¨ªas de viaje. El peso de la nave aligerada del combustible utilizado en este viaje de ida y vuelta del peso de los elementos consumibles por la tripulaci¨®n y la nave (16,6 kilos diarios de alimentos, presuraci¨®n de recintos habitables, sistema de control de orientaci¨®n, etc.) supondr¨ªa un total de 151.000 kilos, es decir, menos de la mitad del primer proyecto de la NASA.
Frenado aerodin¨¢micamente al llegar a las altas capas de la atm¨®sfera, la nave entrar¨ªa en la ¨®rbita del planeta rojo. Ser¨ªa una ¨®rbita de gran excentricidad, de la que partir¨ªa el gran lander de descenso con cuatro tripulantes a bordo y unos 56.000 kilogramos de peso. Otros cuatro tripulantes permanecer¨ªan en el Orbiter en torno al planeta, mientras sus compa?eros explorasen la superficie.
Los cuatro astronautas del descenso utilizar¨ªan freno aerodin¨¢mico y posteriormente un motor de propulsante l¨ªquido para el frenado final. Estar¨ªan en el planeta unos treinta d¨ªas. En el m¨®dulo marciano ir¨ªa incluido un veh¨ªculo para dos personas que permitir¨ªa hacer excursiones de dos a cinco d¨ªas de duraci¨®n recorriendo hasta 800 kil¨®metros.
Durante esos treinta d¨ªas los expedicionarios har¨ªan estudios geol¨®gicos, recoger¨ªan una selecci¨®n de muestras del terreno para su posterior an¨¢lisis en la Tierra, documentar¨ªan diversos instru-
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mentos cient¨ªficos para que autom¨¢ticamente siguiesen recogiendo y transmitiendo informaci¨®n durante varios a?os.
Vuelta a la Tierra
Terminado el programa de actividades, volver¨ªan a la Tierra. Despegar¨ªan de la superficie marciana, se reunir¨ªan con los otros cuatro tripulantes en ¨®rbita y que habr¨ªan aprovechado ese tiempo para efectuar estudios generales de gran parte de la superficie del planeta y estudios detallados de especial inter¨¦s. El veh¨ªculo iniciar¨ªa el regreso a nuestro planeta, aligerado ya de todo peso innecesario, pesando s¨®lo 70.400 kilos. Lograr¨ªan escapar de la ¨®rbita marciana con motores de propulsante l¨ªquido (ox¨ªgeno e hidr¨®geno l¨ªquidos).
En el regreso, los ocho astronautas realizar¨ªan un vuelo directo, sin pasar junto a Venus, en un viaje de ciento setenta d¨ªas. Cuando llegasen a la Tierra, la nave pesar¨ªa 30.500 kilos. Antes de penetrar en la atm¨®sfera terrestre soltar¨ªan el equivalente al m¨®dulo de servicio de las misiones Apolo.
La gran velocidad de regreso, unos 44.100 kil¨®metros por hora, ser¨ªa reducida mediante frenado aerodin¨¢mico primero y mediante paraca¨ªdas despu¨¦s. La c¨¢psula final, con los ocho tripulantes a bordo, pesar¨ªa ¨²nicamente 5.700 kilos, lo que ser¨ªa el 1,6 por 100 del peso de la nave que parti¨® un a?o y cinco meses antes. En total ser¨ªa el 0,07 por 100 del peso total lanzado desde la superficie de nuestro mundo.
Fantas¨ªa y futuro
Sin embargo, la descripci¨®n del viaje realizada est¨¢ t¨¦cnicamente muy pr¨®xima a nuestras posibilidades actuales. Pero la imaginaci¨®n va m¨¢s lejos.
Cabe esperar que si con el estado actual del desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico son perfectamente posibles y previsibles esos viajes, con la ciencia y t¨¦cnica de los a?os ochenta, noventa..., las aventuras humanas que podr¨¢n emprenderse ser¨¢n de mayor fondo y perspectiva.
Es m¨¢s que probable que el hombre presencie para esas fechas grandes victorias en este campo. Se crear¨¢n laboratorios, observatorios y estaciones habitadas en los sat¨¦lites artificiales de la Tierra, en la Luna y en los planetas m¨¢s cercanos. Se llevar¨¢n a cabo sondeos m¨¢s profundos del cosmos, viajes de ida y vuelta a otros planetas.
El citado profesor sovi¨¦tico Petr¨®vich describe as¨ª el futuro: ?Y vi el cielo negro, profundo e infinito, el conjunto de las constelaciones, y entre los fuegos eternos del universo, las fugaces chispas de las naves c¨®smicas terrestres. Surcaban veloces las rutas trazadas a trav¨¦s del casi infinito espacio del cosmos fr¨ªo y hostil, llevando en sus cabinas y salones el calor del planeta materno, el raciocinio de la humanidad.?
Y tambi¨¦n cabe especular con que ese calor materno no va a acompa?ar necesariamente al hombre. En otras palabras: es posible que se inicien viajes sin retorno, emigraciones colectivas, una vez se hayan habilitado otros cuerpos celestes a la vida humana.
Esa es la l¨ªnea desarrollada tambi¨¦n por la ciencia-ficci¨®n sovi¨¦tica cuando describe ?ciudades de planetas artificiales, escuadrillas enteras de mundos artificiales habitados que avanzan tambi¨¦n seg¨²n las leyes de la gravitaci¨®n universal y a voluntad de los seres que los gobiernan?.
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