La conquista del Espacio: una locura colectiva
Nuestra ¨¦poca, como casi todas las anteriores, est¨¢ enferma. Enferma de agresi¨®n y enferma de sue?os. Porque ?nos mejora realmente el inmenso capital que se invierte en la conquista del espacio? Cuando el pozo hond¨ªsimo que es el hombre apenas est¨¢ descubierto y lo poco que se ha descubierto se ha hecho por esfuerzos particulares, nunca por medio de un plan nacional de la envergadura de una operaci¨®n espacial ?no se ve claramente que el hombre no teme lo que pueda existir fuera de la ¨®rbita terrestre pero s¨ª que teme su propia ¨®rbita interna?
?No resulta clara la patolog¨ªa de los pueblos que dej¨¢ndose llevar por sus l¨ªderes y proyectando en ellos sus fantas¨ªas inconscientes les impulsan a inventar y crear enemigos gastando el dinero en armas y no en cultura ni alimentos?
Es dif¨ªcil quedarse callado cuando todo el mundo sabe que la delincuencia es el resultado de una patolog¨ªa individual (microsocial y macrosocial), cuando se sabe que el 60 por 100 de las enfermedades humanas son de origen ps¨ªquico, es decir causadas por la familia, la sociedad y los conflictos personales. El hombre tiene un inconsciente que sigue de forma ciega casi todos sus actos individuales y colectivos, seg¨²n mecanismos poco conocidos.
Pero investigar todo esto ser¨ªa poner en cuesti¨®n el hombre mismo, su colectividad y la civilizaci¨®n. Los entes colectivos, como buenos locos que son, creen que sus problemas de convivencia, de salud f¨ªsica o mental, de calidad de vida, se solucionar¨¢n con unas ideas o con otras, a ca?onazos siempre, o desviando fuera del grupo humano, hacia Marte por ejemplo, la necesidad que tenemos de invertir dinero.
Un esfuerzo se hace m¨¢s que necesario para resolver el hambre, la incultura y sobre todo los mecanismos de nuestro pensamiento colectivo e individual. En vez de eso se gasta el dinero fuera del hombre. Y a¨²n as¨ª se dar¨ªa por bien empleado si el hombre descubriese que es fr¨¢gil, que est¨¢ solo, que no se puede destruir as¨ª como as¨ª por ideolog¨ªas que no tienen m¨¢s de medio siglo de vigencia.
Sabemos que el hombre es un ser agresivo y amoroso a la vez. Necesita lanzar su odio blindado adorn¨¢ndolo con ideolog¨ªas contra los malos de fuera y guardando un amor futuro para con los de su grupo.
Se puede dudar razonadamente de la salud mental de los l¨ªderes pol¨ªticos pero creo que eso no es correcto. Son los grupos humanos quienes fabrican a sus l¨ªderes para cubrir profundas necesidades inconscientes que terminan casi siempre en lo de los buenos y los malos, en hacer la critica a los otros sistemas pero no practicar la autocr¨ªtica con el propio grupo.
En esa l¨ªnea se sit¨²a la b¨²squeda fuera de la Tierra. Podemos situar la aventura en Marte como una aventura infantil en el fondo pero eso significa que colectivamente buscamos nuestros or¨ªgenes y nuestra identidad pasada. Hasta es posible que los cient¨ªficos saquen alg¨²n aparatito nuevo y los dirigentes pol¨ªticos lo transformen en arma contra enemigos reales o creados por ellos mismos. No ser¨ªa de extra?ar -ya lo ha hecho la literatura- que se desarrollasen nuevas armas contra marcianos imaginarios. Despu¨¦s se nos dir¨ªa que eso es bueno, que para nuestra convivencia, salud, desarrollo...
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