El laborismo brit¨¢nico, de su supervivencia
Las sorprendentes declaraciones del ex ?premier? Harold Wilson sobre la ?amenaza? del comunismo mediterr¨¢neo y los ?peligros? de una alianza de la socialdemocracia con los PC del ¨¢rea, se?alan, no s¨®lo el retorno del l¨ªder laborista -al que muchos ya consideraban difunto- a la palestra brit¨¢nica, si:no tambi¨¦n el comienzo de una maniobra de alcances internacionales, tendente sin duda a completar la acci¨®n llevada a cabo recientemente en esa direcci¨®n por el canciller Schmidt en la conferencia de Puerto Rico. En las palabras de uno y otro se advierten tonos e intenciones demasiado coincidentes como para no pensar que forman parte del mismo libreto. Un libreto cuya coordinaci¨®n tambi¨¦n parece perfecta: el se?or Schinidt habl¨® poco despu¨¦s de las elecciones italianas, cuando ya se sab¨ªa que el ?eurocomunismo? caminaba con paso firme, al menos en el terreno electoral; ahora el se?or Wilson ha hecho o¨ªr su voz en el instante en que el Partido Comunista Espa?ol, igualmente eurocomunista, hac¨ªa su primera presentaci¨®n p¨²blica en Europa.Prop¨®sito dom¨¦stico
Pero aparte de las exigencias de lo que los socialistas europeos califican, no sin cierta iron¨ªa, de ?Santa Alianza?, es probable que el se?or Wilson haya tratado de satisfacer ciertos requerimientos dom¨¦sticos de su propio partido. Se tratar¨ªa, en primer lugar, de recuperar un nuevo protagonismo para una ?Labour Party?, muy disminuido frente a sindicatos hostiles, que ya empiezan a sugerir -y no sin fundamento- que las dr¨¢sticas medidas econ¨®micas adoptadas a mediados de julio por el se?or Callaghan y el equipo laborista ?moderado? obedecieron a determinadas ?advertencias? que el se?or Schinidt le hizo al primer ministro en Puerto Rico; advertencias muy semejantes, como ya indicamos (ver EL PA?S del 31 de julio), a las dadas a conocer por el canciller alem¨¢n en relaci¨®n con Italia. El laborismo atlantista y no izquierdista -ha venido a decir Wilson- est¨¢ en condiciones de jugar un papel de primer orden dentro de Occidente, no a la zaga de Alemania, ni s¨®lo como obediente aconsejado, sino tambi¨¦n como consejero, es decir, como factor de presi¨®n y control internacional. Pero para ello es necesario ajustarse el cintur¨®n, y prescindir de las veleidades izquierdistas (del se?or Foot y de las Trade Unions, seguramente). El socialismo brit¨¢nico debe homologarse con- el socialismo alem¨¢n. Ellos tambi¨¦n tienen a sus ?jussos?, pero estos ?jussos? han sabido hacer causa com¨²n con Brandt y Schmidt, congreso extraordinario del SPD, en junio. Hagamos como ellos, sugiere Wilson.
Miedo y resurrecci¨®n
Seg¨²n un comentario que se le atribuye al se?or Len Murray, dirigente del TUC (confederaci¨®n sindical), las declaraciones de Wilson tendr¨ªan otros dos objetivos: poner en marcha: lafigura laborista de reserva, que ser¨ªa la suya propia, y lanzar una nueva -imagen del partido laborista, por si se produce una crisis de gobierno y las elecciones tienen que adelantarse.
Conviene, en ese aspecto, tener en cuenta lo siguiente: si bien en lo que se refiere al eurocomunismo y a su eventual alianza con el socialismo europeo el se?or Wilson no ha innovado su l¨ªnea en absoluto, puesto que esas ideas ya las hab¨ªa expuesto en el congreso socialista de Elsinore, a principios de a?o, e incluso despu¨¦s de dejar el poder, durante una conferencia en Halifax, lo cierto es que la hora elegida para insistir en el tema, encaja exactamente con el momento en que el se?or Callaghan se ve m¨¢s cercado dentro y fuera del partido, y en el que el propio laborismo, con la retirada de los diputados escoceses, la semana pasada, se acerca peligrosamente al borde del colapso en los Comunes. Si por cualquier motivo -y hoy abundan en Gran Breta?a- el ?labour party? se queda en minor¨ªa, el ?premier? tendr¨¢ que llamar a nuevas elecciones.
En tal tesitura, Wilson ser¨ªa el ¨²nico capaz de contrarrestar la creciente popularidad de la se?ora Thatcher, jefe de los ?tories? -basada tambi¨¦n en un anticomunismo cada vez m¨¢s militantes-, y de proponer al electorado brit¨¢nico, ahora m¨¢s sensible que nunca, ante la inerma del prestigio internacional ingl¨¦s, el camino de la ?moderaci¨®n?, junto a los ?grandes? de Occidente, y adem¨¢s sin ?sobresaltos econ¨®micos?.
Podr¨ªan comprenderse as¨ª las razones, nunca aclaradas hasta hoy, que indujeron a Wilson a retirarse, meses atr¨¢s. No habr¨ªa renunciado por haber llegado al fin de su carrera, sino para poder, si es necesario, empezarla de nuevo.
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