Palabras, palabras, palabras

Este grupo al que el t¨ªtulo del film hace referencia, est¨¢ compuesto por ocho muchachas que concluyen sus estudios. Una vez fuera de la universidad, se seguir¨¢n relacionando a lo largo de reuniones, visitas y llamadas. telef¨®nicas, y sobre todo, gracias a la informaci¨®n que una (le ellas anota para s¨ª y para sus antiguas compa?eras. De este modo, la narraci¨®n nos lleva en tiempo presente a la acci¨®n real y en el tiempo del recuerdo a las circunstancias que motivaron las actuales peripecias.Las novelas como ¨¦sta de Mary McCarthy destinadas a convertirse en best-seller, o al menos a intentarlo, suelen hallarse construidas, . o mejor cocinadas, seg¨²n ciertas recetas repetidas una y otra vez y que al cabo del tiempo, como en tantos otros subg¨¦neros literarios, se evidencian todav¨ªa eficaces. Aqu¨ª tenemos las vidas de estas ocho mujeres, vistas como a trav¨¦s del ojo de la cerradura de sus cuartos, sus despachos y alcobas, presentadas ?tal como son? al amparo de los inevitables a?os treinta, tabla de salvaci¨®n ambiental de cierto tipo de narraciones. Todas son diferentes, viene a decimos la autora, todas tienen sus problemas, comunes y dispares a la vez; unas encuentran la felicidad y otras la muerte; en suma, la vida tal como sucede. ?Pero es la vida as¨ª? Evidentemente no, como no lo es tampoco esa ¨¦poca que se nos pretende dar, por mucho peri¨®dico que se nos muestre casualmente con t¨ªtulos que aluden a la guerra, por mucha alusi¨®n a Espa?a, al marxismo, la depresi¨®n econ¨®mica o el psicoan¨¢lisis. Tales alusiones tienen m¨¢s bien un car¨¢cter superficial, casi folkl¨®rico, como las pretendidas pasiones de las protagonistas, entre las que, como era de esperar, no falta la lesbiana inevitable.

Todo queda en palabras: el amor, la amistad, los problemas sexuales, las relaciones prematrimoniales. Todo queda en palabras y a la vez nada se olvida en este serial, de pretendidos altos vuelos, salvo la realidad de esa vida que la autora pretende retratar a¨²n reducida a sus ocho personajes. Destinada la historia a un p¨²blico tan lleno de prejuicios como sus protagonistas, las escenas nunca van m¨¢s all¨¢ de lo que cierto ?buen gusto? puede tolerar, por cierto bastante superado ya por nuestro p¨²blico. En este aspecto la pel¨ªcula evidencia un retraso bastante notable en su intento de explicamos estos esquemas de mujer, compuestos sobre t¨®picos ya demasiado conocidos.

Como el tiempo en el film es m¨¢s breve que en el libro, las diversas acciones se suceden a velocidad tal que a menudo se confunden, obligando al espectador a verdaderos alardes de memoria visual para adivinar d¨®nde y con qui¨¦n se halla antes de volver a caer en el apresurado torbellino que Sidney Lumet ha dirigido y nos ofrece de un modo bastante rutinario. Confiando como de costumbre el ¨¦xito al gui¨®n y los actores, esta vez la historia de la que ya hemos hablado demasiado, no le ayuda en absoluto, y en cuanto a los actores, s¨®lo cabe decir que ?ellas? salen mejor paradas que los hombres, quiz¨¢ porque la autora escribi¨® su historia pensando sobre todo en lo que algunos escritores a¨²n hoy entienden por p¨²blico femenino.