De lo espec¨ªfico a lo hortera
Sobre lo espec¨ªfico televisual se han escrito miles de folios, pero hasta la techa reina el m¨¢s absoluto de los desacuerdos. Seguramente porque estamos ante otro de los muchos falsos problemas que intentan impedirnos ver el bosque. Mientras se discute acerca de lo que es o no es esencialmente televisual, se orillan otros asuntos de bastante menos enjundia te¨®rica y el medio sigue su larga marcha hacia la total imbecilizaci¨®n de las masas, sin descartar que en contadas ocasiones se incurra en lo espec¨ªfico como quien al hablar hace prosa. El caso es que si sobre tan alto problema no hay unanimidad, sobre el concepto de lo hortera televisual empieza a ser m¨¢s f¨¢cil llegar a un acuerdo gracias a los denodados esfuerzos de algunos de nuestros realizadores y guionistas. El pasado mi¨¦rcoles, asistimos al estreno de un programa que ven¨ªa precedido de la habitual fanfarria y que se presentaba ante el telespectorado con grandes pretensiones. Se llama Con otro acento, est¨¢ realizado por Oscar Banegas y lo presenta Miguel de los Santos. Seg¨²n parece, estamos ante el en¨¦simo intento de mostrarnos la realidad oficial de esos pa¨ªses, que les dicen hermanos, a base de mucho plano general, de un par de insustanciales entrevistas, de tres o cuatro actuaciones musicales y de la tremebunda y codificad¨ªsima marabunta de met¨¢foras, que lo mismo se usan para una maja asturiana con gafas que para un Pantano extreme?o sin gafas.Obsesi¨®n
Es admirable la obsesi¨®n de RTVE por mostrarnos el vasto mundo cuando tiene tan a mano, a la vuelta de la esquina, esto que hemos dado en llamar Espa?a, del que todav¨ªa no conocemos, por lo visto, el nombre y el qui¨¦n de sus habitantes y cuyo exotismo y virginidad informativa dan ciento y raya a lo que desesperadamente intentan mostrarnos nuestros enviados especiales. El mi¨¦rcoles de autos, el espacio estuvo dedicado a Venezuela, pero momentos antes, en Los Reporteros, tambi¨¦n nos mostraron las calles y los paisajes, las tiendas y mercados, los hombres y las instituciones de Andorra y de Madagascar, como si con un Nodo para andar por casa no tuvi¨¦ramos suficiente. Y es que cuando un reportaje est¨¢ desprovisto de inter¨¦s period¨ªstico, no hay quien lo salve y resulta est¨²pido tal despilfarro de energ¨ªa material y espiritual para ofrecer unas secuencias que no se diferencian en un s¨®lo plano de las que, gratuitamente, ofrecen los documentales de las embajadas acreditadas en Madrid. Excepto que se pretenda precisamente eso: confeccionar pel¨ªculas destinadas a servir de propaganda oficial para Andorra, para Madagascar y para Venezuela, cuyas subdesarrolladas industrias cinematogr¨¢ficas todav¨ªa no pueden producir tal tipo de documentos favorecedores para encandilar al turista y a la opini¨®n p¨²blica. En tal caso, nada que objetar: el pasado mi¨¦rcoles hemos podido ver tres espl¨¦ndidos paradigmas cinematogr¨¢ficos dignos de figurar en las filmotecas de todos los servicios culturales de las diplomacias andorranas, malgaches y venezolanas.Con otro acento
La primera entrega de Con otro acento logr¨® acumular en su seno, y en apenas una hora, todos los elementos primordiales que integran eso que hemos dado en llamar lo hortera televisual, y est¨¢n los tiempos muy zorros como para desaprovechar la oportunidad. En dicho cat¨¢logo de la horteridad dominante hubo de todo: desde los rascacielos caraque?os hasta el picado a¨¦reo de las autopistas, pasando por las inevitables secuencias del aterrizar y despegar de ,aviones, del gran tr¨¢fico de la ciudad, de la cantante de turno subiendo por las escaleras mec¨¢nicas, del final enmarcado en una puesta de sol, de los chorros de las fuentes p¨²blicas, y el colmo: un ballet aut¨®ctono ilustrando un tema de Frank Pourcel. Como ya es preceptivo y ?ay? del director que ose transgredir las normas, los altos edificios fueron filmados por medio de un gran angular; el denso circular de los autom¨®viles, con un potente teleobjetivo; las actuaciones de m¨²sicos, cantantes y danzantes, seg¨²n,la ya manida f¨®rmula de montaje lazaroviano, buscando el contraste facil¨®n y la analog¨ªa m¨¢s elemental; el juego de las aguas fontaneras, con ingenuos enfoques y desenfoques; y para que nada faltara, un precioso flou rodeando el play-back de una moza con pretensiones de Mar¨ªa Dolores Pradera. De lo que nos narr¨® el presentador prefiero no opinar, porque despu¨¦s de lo escuchado ya no s¨¦ que apreciar m¨¢s: si su nula disposici¨®n para la sintaxis y la sind¨¦resis o su descabellada incursi¨®n en un mundo adjetival ¨²nicamente homologable al que rige para los comentarios que explican la parte de colores de esos cortos, que desde hace largos a?os intentan poner el mundo entero al alcance de todos los espa?oles, cuando precisamente se trataba de todo lo contrario, de poner a todos los espa?oles al alcance del mundo entero.
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