Otra mujer para los d¨ªas dichosos de la Casa Blanca
Los ?d¨ªas dichosos?, que seg¨²n la letra del himno del Partido Dem¨®crata norteamericano vuelven a aproximarse a los Estados Unidos, llevar¨¢n quiz¨¢s a la Casa Blanca a una nueva se?ora con peso pol¨ªtico: la propia Mrs. Carter, que forma parte del equipo de cinco consejeros que rodean al candidato. La personalidad de esta mujer est¨¢ siendo hoy seguida con atenci¨®n por las canciller¨ªas europeas, como en su d¨ªa lo fue la de Jackie Kennedy o la de lady Byrd, la esposa de Lyndon Johnson, que en la fat¨ªdica tarde del 22 de noviembre de 1963 hubo de ?arrastrar? a su marido -seg¨²n asegur¨® el alcalde de Dallas- y despu¨¦s ?sostenerlo literalmente? en el interior del avi¨®n donde Johnson prest¨® juramento como XXXVI presidente de los Estados Unidos. Uno de los mejores especialistas de la Comisi¨®n Europea en cuestiones norteamericanas, el alem¨¢n Henrich Kurt, dijo recientemente en Bruselas, a prop¨®sito de la se?ora Carter: ?Tiene la tenacidad, la inteligencia, la sutileza y la simpat¨ªa de Jackie y de lady Byrd, pero no las de cada una de ellas, sino las de las dos, sumadas. Eso parece mucho, sobre todo en boca de un tecn¨®crata alem¨¢n, hecho para resistir a lo irresistible.Rosalyn Carter es lo que en Washington se suele llamar una ?southern belle?, una ?belleza del sur?, calificativo que en las r¨¢pidas lenguas de las se?oras que se mueven alrededor de la Casa Blanca contiene ingredientes considerables de admiraci¨®n, envidia, despecho, desprecio y deseos de emulaci¨®n, todo a partes iguales, pero nunca de indiferencia. Casada a los 19 a?os, acaba de cumplir 49; ha tenido, pues, 30 a?os para forjar el ascenso espectacular de Jimmy Carter, y as¨ª lo ha reconocido el propio interesado. ?Comenz¨® -explic¨® Carter- por meterse en la cabeza la idea de la presidencia, y luego por met¨¦rsela a cada uno de los habitantes de Georgia?, a quienes al parecer Rosalyn Carter ?trata personalmente? y conoce por sus nombres de pila. No cabe duda de que ?meter? una idea como esa en las cabezas georgianas, que siempre se han resistido a esa clase de ideas -y a todas las dem¨¢s, seg¨²n afirma Hubert Humphrey constituye, sin m¨¢s, una ?¨®pera magna?. Pero Rosalyn ha demos trado que tambi¨¦n sabe manejar a las mujeres del partido, lo cual puede resultar a¨²n m¨¢s,dificil que convencer a los georg¨ªanos. En la Convencci¨®n dem¨®crata de Nueva York las se?oras se rebelaron y exigieron de golpe el 50 por 100 de los mandatos. Carter, urgido por las necesidades de la candidatura, se mostr¨® dispuesto a transar; Rosalyn dijo: ?Ni el 50 por 100, ni el 60, sino el mayor que se pueda ob tener?. A continuaci¨®n se llev¨® a las damas a ?deliberar?, y ¨¦stas al final se sometieron ? por temor -apunt¨® Rosalyn- a enfrentarse con el ¨ªdolo?. Otro tanto ocurri¨® con el programa electoral. Se impuso la voluntad de la se?ora Carter -anunci¨® despu¨¦s el derechista George Wallace, gobernador de Alabama- En pol¨ªtica se puede luchar contra el matriarcado, pero no contra la seducci¨®n?.Tal ?seducci¨®n?, en la que parece asentarse la carrera pol¨ªtica de Jimmy Carter, constituye tambi¨¦n, por si fuera poco, la t¨®nica dominante de su equipo de estrategas. Hamilton Jordan, de 31 a?os y gesto de adolescente, ex alumno de la Escuela de Administraci¨®n de Georgia, seguidor de Carter desde hace diez a?os, representa el puntal del grupo. Junto a Jordan, Jody Powell, de 32 a?os, experto en prensa y relaciones humanas, v¨ªnculo de Carter con el mundo exterior. Ambos usan el pelo corto, casi al rape, de acuerdo con la rroda carteriana. En el ?staff? figura, inmediatamente, Pat Cadell, de 26 a?os, melena y ?blue-jeans?, considerado el mejor t¨¦cnico en sondeos de opini¨®n de los Estados Unidos. Se inici¨® a los 22 a?os como consejero de Mac Govern. Finalmente, Charles Kirbo, ?el viejo?, de 58 a?os y un car¨¢cter -para emplear palabras del propio Carter- de ?sudista gru?¨®n?. Mucho m¨¢s conservador que el candidato, discute con Carter -y hasta con Rosalyn-, y detesta, como todo el equipo, a la vieja guardia del partido, a la que sin embargo han conseguido meterse en el bolsillo, sobre todo en lo referente a la designaci¨®n de Walter Mondale para la vicepresidencia, a la que se opon¨ªan los ?viejos?.
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