Festival Charles Bronson

Como si se tratara de Luis de Funes o de cualquier nuevo especialista de k¨¢rate, nos llegan ahora las pel¨ªculas de Charles Bronson de dos en dos, con reparto parecido, id¨¦ntico operador y director y aventuras similares, hasta el punto de parecer intercambiables. Si una nos lleva al lejano Oeste, en una trama a lo Agata Christie, la segunda nos narra los intentos de rescatar a un hombre preso en el M¨¦xico actual, condenado en dudosas circunstancias. Lucien Ballard, a quien se debe la fotograf¨ªa de algunos filmes de Ford y Walsh, retrata en Nevada Express el lento caminar de un tren hacia un fuerte perdido en el desierto, con el pretexto de llevar medicinas para poner coto a una epidemia. En realidad, todo el montaje ambiental que el autor y guionista pone en pie encubre un esquema de narraci¨®n polic¨ªaca que Tom Gries lleva adelante tan fatigosamente como el convoy protagonista, a lo largo de aventuras m¨¢s o menos veros¨ªmiles.En la segunda historia, desarrollada en la frontera mexicana, y en la que espor¨¢dicamente aparecen actores espa?oles junto a Jhon Huston y Emilio Fern¨¢ndez, de nuevo Charles Bronson, camino de convertirse a este paso, en caricatura de s¨ª mismo, debe solucionar los problemas de los otros aun a riesgo de su vida, por amor, aunque ¨¦l nos asegure lo contrario. Se trata, pues, de un filme rom¨¢ntico con todas las agravantes, de un h¨¦roe puro que ama a la mujer de quien debe salvar, pero que sabe renunciar a ella. Conforme a los c¨¢nones de este tipo de aventuras hay una cierta dosis de cinismo simp¨¢tico, algo de sexo moderado y mucho helic¨®ptero, por aquello de que es uno de los inventos contempor¨¢neos m¨¢s fotog¨¦nicos, tal como debieron ser las locomotoras en los primeros a?os cinematogr¨¢ficos. En esta segunda pel¨ªcula, Tom Gries acierta, al menos,con el ritmo y con cierto tipo de humor que le va bien al relato. No en balde acometi¨® en otro tiempo trabajos de mayor empe?o. Lo que no acierta a explicarnos, quiz¨¢s por culpa suya o de tijeras ajenas, es la raz¨®n oculta por la que se intenta acabar con el protagonista. Quiz¨¢s se trate de un asunto pol¨ªtico, o de multinacionales, o de la misma CIA. No se llega a saber. A lo mejor, en la pr¨®xima semana, Charles Bronson nos lo explica en otro nuevo filme, si, tal como parece, los exhibidores piensan ofrecernos en este verano sus obras completas.