Adi¨®s y "buena Lockheed", pr¨ªncipe Bernardo
Quiz¨¢ el verdadero problema del pr¨ªncipe Bernardo de Holanda no sean sus diferentes amores -su amor por la naturaleza, su amor por los negocios, su amor por los uniformes, y otros amores-, sino la reina Juliana. Casado con la mujer a la que se considera la m¨¢s rica del mundo, el pobre pr¨ªncipe no dispone, al parecer, de suficiente dinero de bolsillo para mantener con decoro el nivel de sus obras, a pesar de los 708.000 florines (alrededor de 16 millones de pesetas) que el Estado le ha designado como salario anual. Por si fuera poco, junto a la reina -que recibe m¨¢s de 3 mi!lones de florines- est¨¢n los socialistas neerlandeses, de quienes se dice que tienen el pu?o mucho m¨¢s cerrado a¨²n que el de Juliana, y no precisamente en un sentido pol¨ªtico. No debe sorprender, por tanto, que la Lockheed haya corrido en su ayuda.Bernhard Leopold Frederik Everhand Julius Coert Karel Godfried Pieter, pr¨ªncipe de Lippe-Biensterfeld por derecho propio, y pr¨ªncipe de los Pa¨ªses Bajos por derecho y voluntad de la reina Juliana, se cas¨® en 1936 con la actual jefa de Estado de Holanda, entonces s¨®lo princesa, y adem¨¢s hija de Guillermina, tambi¨¦n ?socialista?. Alem¨¢n por origen y formaci¨®n -estudi¨® en los gimnasiums de Zuellichau y de Berl¨ªn, y despu¨¦s en las Universidades de Lausanne, Munich y Berl¨ªn-, su matrimonio con Juliana en una ¨¦poca en que el nazismo alem¨¢n hablaba con desprecio del subgermanismo holand¨¦s, no fue muy bien recibido por el pueblo. Despu¨¦s llegaron los a?os dif¨ªciles de la guerra, durante la que el pr¨ªncipe se distingui¨® como buen piloto en Africa y Normand¨ªa. Fue en esa ¨¦poca, seguramente, en que aprendi¨® a amar los uniformes. Pero sus grandes vocaciones no comenzaron a revelarse hasta 1950, ya, por as¨ª decir, al pie del trono. En ese a?o, seg¨²n se puso en claro en Amsterdam en marzo pasado, el pr¨ªncipe Bernardo ?aconsej¨®? al Gobierno -luego de una visita a Buenos Aires- que le entregase un mill¨®n de d¨®lares al presidente Per¨®n para que el l¨ªder de los descamisados aceptase comprar material ferroviario holand¨¦s. El ?consejo argentino? de Bernardo le report¨® a su pa¨ªs adoptivo un negocio de m¨¢s de 100 millones de d¨®lares, y ganancias netas que de acuerdo con el Partido Socialista oscilaron entre los 15 y 20 millones de d¨®lares. A partir de ese momento, el autor de este ?milagro holand¨¦s? se convirti¨®, a los ojos de la opini¨®n, en el primer financista del pa¨ªs.
Se puede decir que desde entonces el pr¨ªncipe no ha hecho m¨¢s que luchar a brazo partido por conservar ese t¨ªtulo, y por ampliarlo a magnitudes internacionales. Con ese prop¨®sito fund¨® el llamado Grupo Bildersberg, en el que se mueven los m¨¢s notorios funcionarios y hombres de negocios del mundo, entre ellos dos espa?oles. Cre¨® adem¨¢s el famoso ? Club 101?, cuyo cometido p¨²blico internacional consiste en reunir fondos ?para la protecci¨®n de la naturaleza?. Empresarios suizos, alemanes, franceses, norteamericanos y espa?oles aportan sus medios al ?club?, que adem¨¢s se nutre del respaldo de consorcios tan sugerentes como el de la Lockheed. Puede haber ocurrido que los desastres ecol¨®gicos y la triste situaci¨®n de los conejos y de los pinos, temas de comuni¨®n diaria en este ?club?, hayan terminado por inspirar a algunos de los ?101 ? otra clase de inquietudes. Quien entrega recursos personales para salvar la vida de los tigres de Bengala puede estar dispuesto tambi¨¦n a facilitar los recursos ajenos. Probablemente la Lockheed record¨® el ?consejo argentino? de Bernardo. Lo cierto es que ahora se acusa al pr¨ªncipe de haber recibido un mill¨®n de d¨®lares -igual que Per¨®n- por ?aconsejar?, esta vez a su propio Gobierno, la compra de unos cuantos aviones Starfighters de la Lockheed, mejor conocidos por el nombre de ata¨²des volantes. En esa ¨¦poca (d¨¦cada de los 60) Bernardo era Ya famoso por sus hermosos uniformes, y por los no menos hermosos cargos que detentaba, no s¨®lo como pr¨ªncipe y rey consorte, sino tambi¨¦n como ?inspector de las fuerzas armadas? neerlandesas, a los que ahora se ha visto obligado a renunciar.
Pero, como ya adelantamos, el problema de Bernardo es su familia pol¨ªtica. La reina Juliana, seg¨²n vox populi en Amsterdam y en La Haya, tiene cada d¨ªa el pu?o m¨¢s cerrado, si anda en bicicleta, dicen los socialistas, no es por dar ejemplo o preservar la tradici¨®n, sino por ahorrar su gasolina. El pr¨ªncipe, que ha querido salvar la naturaleza del planeta, puede haber llegado al extremo de no poder salvar siquiera su propio jard¨ªn. Por lo dem¨¢s, su reina y sus hijas no han hecho mucho tampoco -aunque por otros motivos- por impedir comentarios mal¨¦volos. El affaire Hofman, en 1956, casi termina con la monarqu¨ªa. Todo comenz¨® cuando la hermosa y misteriosa alemana Greet Hofman fue introducida en el palacio de Soestdjik, cerca de La Haya, para que se hiciese cargo de la princesa Marta Cristina, gravemente enferma. En menos de ocho a?os, la Hofman, de ideas "pacifistas", pas¨® de enfermera a factotum de la corte, incluida la propia reina, que en sus discursos ante el Parlamento lleg¨® a reproducir p¨¢rrafos literales de declaraciones pol¨ªticas hechas antes por la Hofman ante visitantes de palacio. Los seminarios socialistas -como el Vrij Nederland, que en enero public¨® la lista de socios del ?Club 101? llegaron a acusar a esa ?princesa de la paz? holandesa de estar al servicio de la KGB. Curiosamente, fue la intervenci¨®n del pr¨ªncipe Bernardo, que despidi¨® a la Hofman de Soestdjik, la que salvo la situaci¨®n, cuando ya el trono empezaba a tambalearse. Posteriormente, el casamiento de la princesa Irene con el pr¨ªncipe Carlos Hugo de Borb¨®n Parma despert¨® tambi¨¦n la ira popular: para unirse al jefe carlista, Irene renunci¨® al protestantismo oficial y se convirti¨® al catolicismo, y todo eso con el permiso de su madre, y en un pa¨ªs en que la Casa de Orange figura como protectora -y como protegida- de la Iglesia Reformada de Holanda. En resumen: en una tierra que sigue siendo puritana, la realeza a?adi¨®, a los embrollos terrenales, los celestiales.
Hoy es Bernardo, el ?alem¨¢n? amante de casi todo -y sobre todo de la buena vida-, el que tiene que pagar los platos rotos. Adi¨®s, y buena Lockheed, a este ¨²ltimo gran bon vivant de Europa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.