Americanos en Europa
Una se?orita rebelde.Sobre una hisloria de Henry James. Direcci¨®n de Peter Bodganovich. Int¨¦rpretes: Cybill Shephard, Barry Brown y Cloris Leachman. Norteamericana. Comedia dram¨¢tica. 1974.
Americano de nacimiento, ingl¨¦s de adopci¨®n. Henry James pertenece a esa raza de escritores que, a lo largo de sucesivas generaciones, cruzaron el Atl¨¢ntico para venirse a establecer en Europa definitivamente. No fue la suya una generaci¨®n perdida en Par¨ªs o en Italia, en el fondo de la botella o el riesgo de la guerra; ni siquiera lleg¨® a sentar plaza de soldado y, sin embargo, lejos de pasiones frustradas o placeres prohibidos, acert¨® a expresar su infierno particular, un mundo que describe en sus cartas como salvaje y tenebroso.
Tal mundo personal se halla, se expresa en sus novelas y cuentos, a trav¨¦s de sus di¨¢logos que a veces se nos pueden antojar triviales, pero que, en su profundidad, nada tienen de vanos. Tal puede comprobarse en este filme de Bodganovich llegado recientemente hasta nosotros, en el que tales di¨¢logos entrecortados, interrumpidos frecuentemente, van perfilando, a medida que la historia progresa, el car¨¢cter de la protagonista, una joven americana de viaje por Suiza e Italia a principios de siglo. El contraste entre dos formas de entender la moral de la vida, la voluntad de permanecer tal como es, por encima de toda clase de prejuicios, va dejando tras s¨ª una historia de amor a la que Cybill Sherpard y Barry Brown prestan un encanto exacto y definitivo.
Fuerza invisible
En estos a?os de emancipaci¨®n de la mujer es como una llamada pat¨¦tica al espectador, la de esta familia que, de viaje por nuestro continente, vive y choca, con su propia forma de ser y a la vez, con una sociedad caduca, envejecida. En realidad, toda la vida en torno, paseos y actitudes, la vida en el hotel incluso, vendr¨¢ a ser dentro v fuera de la muchacha, la madre, su cochero o el ni?o, jard¨ªn prohibido donde un frustrado amor parece condenado a no llegar a realizarse sino momentos antes del adios definitivo. Es como si una fuerza invisible, marginal, que se adivina a veces, en la visita nocturna al Coliseo, en los rostros que observan o esp¨ªan, en el ambiente fantasmal de una ciudad ya mito de s¨ª misma, fuera trazando en la segunda parte del filme el camino a seguir por los dos distanciados amantes, una especie de destino oscuro y amargo que Henry James acert¨® a desentra?ar sin una sola alusi¨®n al fondo real de la tragedia.Peter Bodganovich, cuya predilecci¨®n por el cine europeo y por Europa le liga a tantos otros americanos famosos, ha acertado a trasladar a su pel¨ªcula, en im¨¢genes de una gran belleza formal a la vez morosas y profundas, ese tr¨¢gico encanto de las cosas y los lugares a un tiempo heroicos y venales que arrastran tras de s¨ª el destino, no de los dioses ya. sino de los modestos mortales, sus sucesores naturales.
En una ambientaci¨®n impecable gracias al buen uso de escenarios naturales, y a una fotograf¨ªa vaga y difusa cuando lo requiere la acci¨®n, reconocemos a actores y actrices de sus filmes anteriores, destacando Cybill Shephard y Cloris Leachman, aqu¨ª en el papel dif¨ªcil de la madre.
?Quiz¨¢s llevaba ya demasiado tiempo fuera de mi pa¨ªs?, murmura el protagonista como justificaci¨®n, al final de la pel¨ªcula. No es ¨¦ste el caso de Bodganovich. A juzgar por sus dos filmes llegados recientemente a nuestro pa¨ªs, nunca estar¨¢ demasiado tiempo entre nosotros.
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