Toreo y ambiente en las Ventas
Hubo en la novillada del domingo momentos brillant¨ªsimos; parec¨ªa que est¨¢bamos en anteriores ¨¦pocas del toreo, cuando el espect¨¢culo taurino a¨²n no se hab¨ªa convertido en el desatino que es ahora. Era como si hubi¨¦semos echado veinte. a?os atr¨¢s (lo cual en esta fiesta no ser¨ªa retroceso sino retorno a un camino que nuca se debi¨® perder) y vuelto a aquellos tiempos en qu¨¦ abundaba la afici¨®n porque, por la cima del escalaf¨®n de espadas, la sustentaban unos profesionales de vocaci¨®n y calidad, y por la zona baja, unos principiantes que llegaban queri¨¦ndose comer el mundo. Tiempos aquellos en que barriadas enteras de Madrid viv¨ªan las vicisitudes de los torerillos de la vecindad; novilleros de todas partes que ped¨ªan una oportunidad y llamaban a las puertas de Madrid con la fuerza de unos argumentos irrefutables: ilusi¨®n por torear y ganas de arrimarse.El domingo la gente acudi¨® en masa a Las Ventas a ver a Villalta, triunfador en la tarde anterior y que hab¨ªa apuntado posibilidades para abrirse camino en este duro of¨ªcio. El p¨²blico de Las Ventas, de nuevo, ten¨ªa la fiesta como cosa propia. Mucho tiempo hace que no, se produc¨ªa un ambiente parecido. Numerosos aficionados que hab¨ªan dejado de ir a los toros porque nada despertaba su inter¨¦s, volvieron a ocupar su asiento en el tendido para comprobar si en este Villalta arranca la nueva generaci¨®n torera que ha de poner la fiesta en el lugar que le corresponde.
El domingo se lidiaron en Las Ventas novillos de Diego Romero, para Pedro Somolinos, Lorenzo Manuel ?Villalta? y Antonio Lozano, debutante
Somolinos.- Pinchazo hondo, media delantera, rueda de peones y descabello barrenado (silencio). Estocada a cambio de una voltereta (vuelta). Villalta.- Estocada (dos orejas protestadas). Tres medias estocadas delanteras y tendidas, pinchazo, metisaca y estocada contraria (silencio). Lozano.- Buena estocada (dos orejas). Cuatro pinchazos y estocada que asoma por abajo (palmas). Los novillos.- Discretos de presentaci¨®n, encastados y nobles. Presidi¨® muy mal el se?or M¨ªnguez. Se excedi¨® en la concesi¨®n de orejas, y con frecuencia se equivoc¨® en el primer tercio, al cambiarlo precipitadamente.
Y se encontraron con la promesa de Villalta, s¨ª, pero tambi¨¦n con la de Antonio Lozano, un debutante que tra¨ªa la permanente novedad del toreo de arte, reposado y estilista. La lidia de los novillos segundo y tercero hizo vibrar al p¨²blico. Villalta tore¨® al segundo con variaci¨®n y ese fue su gran m¨¦rito. En derechazos y naturales apreciaron los defectos del d¨ªa de su presentaci¨®n: envarado en los cites, se encorva demasiado al embarcar, remata precipitadamente los pases, que le quedan incompletos; pero tambi¨¦n la virtud esencial de que intenta el toreo puro, se coloca con mucha verdad, es valiente. Adem¨¢s rompi¨® la monoton¨ªa de los trasteos al uso porque intercal¨® suertes diversas, siempre acopladas a las condiciones del novillo, y esto prendi¨® en los tendidos, donde se sigui¨® con verdadero inter¨¦s su labor.
Pero si inter¨¦s despert¨® Villalta, la tarea de Lozano deleit¨® a los aficionados. En las ver¨®nicas apunt¨® estilo. Y con la muleta redonde¨® una faena de calidad, que en algunos momentos nos record6al Curro Romero de las tardes de esencias y en otros al mism¨ªsimo Pepe Luis. Casi toda fue sobre la izquierda. Dio distancia en los cites y dibujaba el pase con temple, aunque siempre llevaba la mano alta. Pensamos que podr¨ªa ser habilidad del torero, para que el novillo no se le fuese al suelo, pues lo de Diego Romero estaba saliendo flojo. Pero no: debe ser defecto pues en el sexto, cuyas condiciones requer¨ªan que s¨¦ le bajara la cabeza, mulete¨® con la misma t¨¦cnica y perdi¨® por ello la oportunidad de alcanzar un nuevo triunfo. El momento culminante de la bonita faena de Lozano fue cuando lig¨® el natural con el pecho, un prodigio de belleza y de mando. All¨ª mismo se hizo con la plaza y con el ¨¦xito, que rubric¨® al cobrar una espl¨¦ndida estocada.
Villalta no entendi¨® al quinto, que se le venc¨ªa, y al que present¨® batalla en el peor terreno. Sufri¨® serios acosones y un revolc¨®n, a los que se repuso con valor creciente. Ten¨ªa mayor partido ese novillo, como sobre todo lo ten¨ªa el sexto, y tanto Villalta como Lozano no estuvieron en estas reses a la altura de las circunstancias. Pero no olvidemos que son novilleros, y es lo importante, que llevan la torer¨ªa en la cabeza y en el coraz¨®n. Si no se creen figuras y tienen la inteligencia suficiente para ser conscientes de sus defectos, y tratan de corregirlos, pueden llegar lejos.
La novillada, muy justa de trap¨ªo, sali¨® encastada y noble. Una magn¨ªfica novillada sin la docilidad del borrego, pero tambi¨¦n sin asperezas violentas que requirieran manos maestras: lo m¨¢s apropiado para dar la medida cabal de quienes empiezan. Con este g¨¦nero Somolinos estuvo aseado en su primero, al que mulete¨® con pulcritud, y le falt¨® temple en el otro. Es un torero a quien se ve con agrado pero da la sensaci¨®n de que ya ha llegado al l¨ªmite de sus posibilidades.
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