Fin de una pol¨¦mica y comienzo de un di¨¢logo Dividir la oposici¨®n

La pol¨¦mica suscitada a ra¨ªz del editorial de EL PAIS del pasado mi¨¦rcoles (1-9-76), sobre ?Autonom¨ªas y nacionalidades? ha tenido eco, como era de esperar, en Catalu?a, pues all¨ª era donde creo iba dirigida, y m¨¢s en concreto como censura a la decisi¨®n tomada por el CFPC, en el sentido de no asistir a la reuni¨®n del d¨ªa 4, convocada con car¨¢cter general por la Platajunta en Madrid.Esta decisi¨®n del CFPC puede estar relacionada con la falta de soluciones pol¨ªticas por parte de la dictadura franquista, para el problema de las nacionalidades, como su editorial se?alaba; sin embargo, creo que tambi¨¦n lo est¨¢ con la existencia de diferentes intereses de clase dentro de ese mismo organismo unitario; aspecto sobre el que, posiblemente, un an¨¢lisis del resultado de la votaci¨®n que determin¨® la no asistencia ala reuni¨®n de Madrid podr¨ªa aclarar algo las cosas.

No voy a hacer el an¨¢lisis, pues eso es labor de los propios catalanes, aunque s¨ª creo que la clase obrera catalana comprender¨¢, como el resto de los obreros espa?oles, que la democracia sin m¨¢s es el primer paso para su emancipaci¨®n como clase. A este respecto, la burgues¨ªa nacional catalana ha preferido anteponer los intereses de tipo econ¨®mico, que una negociaci¨®n aislada con el Gobierno les podr¨ªa proporcionar a m¨¢s corto plazo, olvidando que el problema de la consecuci¨®n de la democracia es algo que ata?e a todos los pueblos de Espa?a, y que su soluci¨®n definitiva, deber¨¢ tener un car¨¢cter general para todo el Estado espa?ol. Este es un problema primario junto al que se pueden dar otros, como el de las autonom¨ªas, que tambi¨¦n lo sean, y que as¨ª deben ser planteados por las instancias unitarias de Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, Galicia, etc¨¦tera. Tambi¨¦n tienen perfecto derecho, los catalanes, a aceptar la representatividad de Tarradellas como presidente leg¨ªtimo del catalanismo, e incluso si lo considera necesario, a reivindicar el Estado federal, que creo no supone un retroceso hist¨®rico como su editorial se?alaba. Pero todo ello no justifica el querer actuar en solitario y dividir la unidad de la oposici¨®n, m¨¢s a¨²n cuando esta unidad se plantea, no como la fusi¨®n de los distintos organismos regionales en otro de car¨¢cter nacional, sino como una reuni¨®n en la que se pretende analizar las posiciones de cada uno y, si es posible, llegar a una formulaci¨®n de objetivos generales de toda la oposici¨®n espa?ola.

El se?or Pujol, en la conferencia que pronunci¨® en el Ateneo de Madrid el pasado 9 de abril, sobre ?Una visi¨®n pol¨ªtica desde Catalu?a?, al ser requerida su opini¨®n en relaci¨®n con la reciente creaci¨®n de Coordinaci¨®n Democr¨¢tica, con poco tacto, dijo que las fuerzas democr¨¢ticas catalanas llevaban varios a?os de ventaja en la constituci¨®n de organismos unitarios de oposici¨®n, y que pod¨ªan y quer¨ªan ense?ar al resto de Espa?a sus logros en ese camino. Creo que lo que ahora nos ense?an no es precisamente c¨®mo conseguir la unidad.