El toro, desmochado, sangraba por un cuerno
El d¨ªa menos pensado se va a armar en una plaza de toros algo muy gordo, y luego vendr¨¢n las lamentaciones. No basta con echarle encima la Guardia Civil al p¨²blico cuando las cosas ya no tienen remedio. La Guardia Civil, o los procedimientos que la autoridad crea m¨¢s convenientes, hay que disponerlos antes, en el reconocimiento de los toros y, en definitiva, cuando se hacen todos los preparativos de la corrida.Lo de ayer en El Espinar fue una pura desverg¨¹enza. Muchas veces hemos dicho de los toros, para emplear un eufemismo suave, que eran ?sospechosamente romos?. Lo que sali¨® por los chiqueros de la plaza de El Espinar, en cambio, fue realmente afeitado, sobre todo el sobrero, cuyo cuerno izquierdo ten¨ªa evidentes se?ales de barber¨ªa, y el derecho estaba liso y llanamente aserrado y sangraba por el boquete. Naturalmente, el p¨²blico no pas¨® por alto estas cosas. Aguant¨® la lidia del flojo primero, y entre protestas y silencios soport¨® la del segundo, que se ca¨ªa pesadamente a la arena, cuan largo era y los peones ten¨ªan que levantarlo a brazo, tirando de la cornamenta y el rabo. Pero sali¨® el tercero, tan descaradamente disminuido de cabeza que no pod¨ªa pasar, y no pas¨®. Los gritos de ??Afeitado!? y la bronca fueron tan fuertes que la presidencia lo tuvo que devolver al corral. Mas he, aqu¨ª que el sobrero, chico y flojo, por a?adidura, apareci¨® con las mutilaciones dichas, y, naturalmente, sobrevino el esc¨¢ndalo y el alboroto. Los mozos de las pe?as, que estaban en sol, hicieron un conato de abandonar la plaza y luego decidieron pasar a sombra. Intervino la Guardia Civil, pero fueron muchos los que lograron alcanzar las localidades inmediatas a la presidencia, y desde all¨ª, con tambores, bombo y platillo y gritos le dieron el tabarr¨®n a la autoridad en sus mismas barbas y le dijeron lo que no hubiese tenido que o¨ªr si la hubiese ejercido en el momento oportuno.
Ayer se lidiaron en El Espinar tres toros de Mercedes P¨¦rez Tabernero, uno (el primero) de Higueros, otro (el sexto) de Sorando y un sobrero (el tercero) de Mayalde, para D¨¢maso Gonz¨¢lez, Luis Francisco Espl¨¢ y Parrita
Gonz¨¢lez;- Media, que produce v¨®mito, y rueda de peones (silencio). Pinchazo, rueda de peones y descabello (dos orejas). Espl¨¢. -Pinchazo en los bajos, estocada perpendicular, rueda de peones y descabello (palmas y saludos). Pinchazo, estocada que asoma por la barriga y dos descabellos (palmas). Parrita. -Estocada ca¨ªda, rueda de peones, estocada atravesada, once descabellos (aviso) y tres decabellos m¨¢s- (protestas). Siempre ech¨¢ndose fuera, cinco pinchazos y dos descabellos (algunos pitos). Los toros- Muy desiguales de tipo. Salvo el sexto (que carec¨ªa de trap¨ªo, aunque era astifino) sin fuerzas y escandalosamente mermados de cabeza. El tercero se devolvi¨® por afeitado, y el sobrero sali¨® desmochado y sangrando por un pit¨®n. Hubo por estos motivos una gran bronca y alboroto en los tendidos.
A nadie pod¨ªa pasar por la cabeza que aquel toro, ni incluso los restantes, no tan descarados, hubiese sido examinado en reconocimiento veterinario, en el que se supone que estar¨ªa el propio alcalde de El Espinar, que es, precisamente, veterinario titular de la localidad. Ha llegado el momento de que m¨¢s altas instancias, por lo pronto el gobernador civil, intervengan como se debe y pongan a estos desmanes un freno con categor¨ªa de ejemplaridad. Porque, lisa y llanamente, se estaf¨® al p¨²blico.
Con ese g¨¦nero, donde el que no era aparatosamente escobillado carec¨ªa de cabeza, o donde el que no se mor¨ªa a chorros carec¨ªa de trap¨ªo, Luis Francisco Espl¨¢, que banderille¨® con bastante vulgaridad, estuvo aseadito en la l¨ªnea de ese toreo moderno basado en ahogar la embestida; la mano que no torea, levantada como para el discurso, dar centenares de pases, no ligar casi ninguno y abusar del pico sin el menor reparo. Y Parrita, francamente desconfiado, incluso con el sobrero desmochado, aunque, eso s¨ª, pon¨ªa cara de disgusto mal contenido por las ins¨®litas cosas que estaban ocurriendo. S¨®lo D¨¢maso Gonz¨¢lez, que abrevi¨® en el ¨¢spero primero, sac¨® genio y verg¨¹enza torera, y al cuarto (por otra parte, el de m¨¢s cuajo) le hizo una faena de su estilo, es decir, que citaba encorvado, casi en ¨¢ngulo recto el tronco con el resto del cuerpo, ligaba los pases de los que dio docenas, y levantaba de los asientos al personal con las espaldinas.
Con el capote estuvieron los tres a una: rematadamente mal. Como si no existiese la ver¨®nica. Y en cuanto a variedad fue Espl¨¢ el que la intent¨®, con unos faroles poco iluminados, pero que se agradecieron.
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