La s¨¢tira gr¨¢fica
Existe una tradici¨®n m¨¢s que centenaria sobre la funci¨®n sat¨ªrica de las im¨¢genes, interrumpida brutalmente en nuestra patria en los a?os de la posguerra, aunque el enfrentamiento entre los dos bandos contendientes hab¨ªa originado un riqu¨ªsimo conjunto de creaciones ic¨®nicas -en forma de carteles de propaganda y caricaturas sangrientas del enemigo-, que exige un estudio monogr¨¢fico inmediato.En esta predemocracia que disfrutamos, ha vuelto a aparecer, con una extraordinaria pujanza y vitalidad que no tiene igual en ning¨²n pa¨ªs, esta misma l¨ªnea satirica expresada en im¨¢genes y textos, con m¨¢s riqueza formal que antes, si cabe.
La s¨¢tira no agota sus posibilidades creativas en estas formas, naturalmente, pero, aqu¨ª y ahora, su'mayor arraigo popular y est¨¦tico se centra en ellas, y su difusi¨®n se apoya en los peri¨®dicos y revistas, en algunas de las cuales constituye un contenido mayoritario. Espa?a hab¨ªa vivido, de manera marginada, el fen¨®meno a finales de los cuarenta, con el grupo de dibujantes catalanes -V¨¢zquez, Pe?arroya-, Cifr¨¦...- que trabajaron en las publicaciones de la editorial Brugera: Pulgarcito, DDT, T¨ªo Vivo, creadores de un estilo inmejorable, aunque fuera derivado en su origen de las creaciones de Divito, Oski y otros autores argentinos de Rico Tipo, revista bonaerense que no ha sido valorada todav¨ªa como se merece.
Aquella ¨¦poca tuvo su estilo -estudiado por Terenci Moix en su libro Comix, arte para el consumo y formas pop y, m¨¢s recientemente, por Juan Antonio Rarn¨ªrez, en La historieta c¨®mica de la posguerra- caracterizado por la violencia- soterrada, la ausencia de erotismo expl¨ªcito y la dur¨ªsima cr¨ªtica del patrimonio peque?o burgu¨¦s y de las instituciones menores, entre las que la. oficina represent¨® el techo de la. permisividad. (Las revistas humor¨ªsticas, con La Codorniz y Don Jos¨¦ a la cabeza, pod¨ªan Regar a la cr¨ªtica municipal, pero no m¨¢s, y as¨ª, durante los gloriosos a?os del imperio, con min¨²scula, disfrutamos esta ros¨¢cea s¨¢tira para subdesarrollados mental y econ¨®micamente, mientras nos consol¨¢bamos leyendo el fino, humor de Punch o The New Yorker -cuyo contenido sat¨ªrico era m¨¢s mitigado y metaf¨ªsico, sin dejar de ser muy valioso- o los chistes y caricaturas pol¨ªticas de los grandes dibujantes. americanos, c¨®mo David Levine y Oliphant, en los peri¨®dicos y revistas internacionales).
El nuevo modelo hisp¨¢nico, presente en publicaciones como El Papus o Muchas Gracias, y por creadores como nuestro Peridis y otros muchos dibujantes, se origina en Charlie-Hebdo, la corrosiva revista francesa autodefinida ?b¨ºte et mechant? y que ha consolidado una nueva forma cr¨ªtica: desvergonzada, irrespetuosa, cruel e inmisericorde.
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