Cuatro etapas en la vida de Pascual Carri¨®n
La silenciosa muerte de Pascual Carri¨®n el pasado d¨ªa 15 -¨²ltimo testimonio de una trayectoria personal que siempre se distingui¨® por un muy activo, pero, a la vez, sereno y poco enf¨¢tico quehacer en todas las dimensiones vitales- es una ocasi¨®n propicia para destacar los rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos de una biograf¨ªa profundamente marcada por algunos de los acontecimientos capitales de la historia espa?ola del siglo XX, as¨ª como para reflexionar sobre el sentido de la obra de qui¨¦n puede considerarse, sin titubeos, no s¨®lo como el mejor estudioso del r¨¦gimen de la gran propiedad agraria de la Espa?a de la preguerra (destacando sus aportaciones cient¨ªficas, incluso, aunque el enfoque no sea el mismo, sobre las de Bernardo de.Quir¨®s y D¨ªaz del Moral), sino tambi¨¦n como uno de los dos agr¨®nomos espa?oles m¨¢s ilustres (al lado de Jos¨¦ Casc¨®n) de los ¨²ltimos cien a?os.Nacido en 1891, Pascual Carri¨®n forma parte, por cronolog¨ªa y afinidad, de una generaci¨®n de universitarios espa?oles que, benefici¨¢ndose de la profunda y ramificada labor de los primeros institucionistas, va a proporcionar a la altura de los a?os 3, y con Ortega y za?a a la cabeza lgunos de los ¨¢s destacados hombres p¨²blicos e la II Rep¨²blica. La temprana vinculaci¨®n de Carri¨®n durante sus a?os de estudios de ingenier¨ªa en Madrid con los maestros de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza (desde el, propio Giner hasta un Ignacio Bol¨ªvar, por ejemplo) es, en cualquier caso, decisiva tanto para explicar la rigurosa conciencia profesional de aqu¨¦l, durante toda su vida, como su caracter¨ªstico talante.
Cuatro son las grandes etapas de la, actividad 'profesional de Carri¨®n. La primera, la menos conocida y quiz¨¢ m¨¢s fecunda, abarca desde 1917 hasta el final de 1921. Un per¨ªodo de tiempo corto, que va a sin embargo, para que Carri¨®n, destinado como agr¨®nomo en el Servicio de Avance Catastral de Sevilla, afirme desde entonces su vocaci¨®n reformista: es la respuesta a unas circunstancias tambi¨¦n apremiantes, pues su llegada a la capital del Guadalquivir coincide con el comienzo de una de las campa?as m¨¢s violentas y duraderas de las agitaciones campesinas andaluzas: el denominado trienio bolchevista. De la decidida voluntad de compromiso con una realidad muy concreta (los problemas econ¨®micos y sociales derivados del r¨¦gimen latifundista) nacen, as¨ª, no s¨®lo algunas de sus mejores p¨¢ginas (como las series period¨ªsticas publicadas en El Sol, a lo largo de 1919, y en la revista Espa?a, en 1921), sino tambi¨¦n su intensa participaci¨®n en el movimiento regionalista andaluz, cuyo liderazgo corresponde al autor -de nuevo ahora tambi¨¦n reivindicado con fuerza- de El Ideal Andaluz: Blas Infante, con quien Carri¨®n comparte una clara conciencia de la gravedad y trascendencia del problema de la distribuci¨®n de la propiedad en la mayor parte de la Espa?a del Sur y, lo que es muy importante, la creencia en las muy amplias posibilidades del campo de Andaluc¨ªa si su explotaci¨®n se modernizara e intensificase.
Con su traslado a Valencia -adscrito tambi¨¦n al Servicio de Catastro-, en diciembre de 1921, se abren un nuevo per¨ªodo en el itinerario de su dedicaci¨®n profesional y de sus actividades, en general. El pa¨ªs valenciano presenta un panorama geogr¨¢fico, econ¨®mico y social bien distinto al de Andaluc¨ªa. De ah¨ª que la actuaci¨®n de Carri¨®n, con una extraordinaria capacidad de identificaci¨®n con las circunstancias espec¨ªficas que le son pr¨®ximas, tambi¨¦n experimente una reorientaci¨®n, sobre todo por lo que se refiere a los temas que ocupan demanera predominante su atenci¨®n y a las organizaciones con las que colabora. Ahora, durante casi diez a?os, su trabajo se centra, fundamentalmente, en los problemas agrarios levantinos, sobre todo en los derivados del cultivo de la vid y tratamiento de los productos derivados; y, complementariamente, se ocupa tambi¨¦n, a escala regional y nacional, del cultivo del tabaco. A la vez, participa activamente en determinadas plataformas (como la Uni¨®n de Viticultores de Levante, la Confederaci¨®n Nacional de Viticultores o, finalmente, la Uni¨®n Agraria).
Reformista en la II Rep¨²blica
La Il Rep¨²blica enmarca la tercera de las etapas de la larga vida de Carri¨®n como profesional de la ingenier¨ªa agron¨®mica y como estudioso de la agricultura espa?ola. En ella su actividad alcanza un mayor relieve p¨²blico, siendo por eso tambi¨¦n la mejor conocida, sobre todo despu¨¦s de la minuciosa reconstrucci¨®n que Edward Malefakis ha hecho de las secuencias principales del proceso de reforma agraria. De cualquier forma, debe destacarse c¨®mo Carri¨®n sirve fielmente al r¨¦gimen republicano desde su mismo comienzo hasta el final de la guerra. Entre muchas, cuatro son sus contribuciones m¨¢s destacadas en ese sentido. La primera se traduce en la elaboraci¨®n durante los meses de mayo, junio y julio de 193 1, junto a Flores de Lemus y S¨¢nchez Rom¨¢n- del Anteproyecto de la Comisi¨®n T¨¦cnica Agraria para la soluci¨®n del problema de los latifundios, texto cuya influencia en los sucesivos proyectos de Reforma Agraria, incluso en el articulado definitivo de la ley de 15 de septiembre de 1932, est¨¢ fuera de toda duda. Poco despu¨¦s, Carri¨®n ocupa el puesto de secretario de la junta central de Reforma Agraria, desde el cual, entre agosto de 1931 y junio de 1932, impulsa toda una serie de inexcusables trabajos preparatorios de recopilaci¨®n y an¨¢lisis de datos para la ulterior puesta en pr¨¢ctica de la reforma. Durante la rep¨²blica, conseguir¨¢, asimismo, por oposici¨®n, la C¨¢tedra de Econom¨ªa en la Escuela de Ingenieros Agr¨®nomos, en enero de 1935. Y esta ¨²ltima plaza le llevar¨¢ a aceptar, al comenzar la guerra, la de director-comisario del Instituto Nacional Agron¨®mico, colaborando desde Valencia con el Instituto de Reforma Agraria, entre 1936 y 1939.
Carri¨®n, adem¨¢s, publica en los primeros a?os del r¨¦gimen republicano sus dos libros m¨¢s importantes sobre el problema de la gran propiedad agraria en Espa?a: por orden cronol¨®gico, La reforma agraria. Problemas fundamentales, en 1931, y Los latifundios en Espa?a, cuya primera edici¨®n data de 1932. Ambos constituyen t¨ªtulos fundamentales en la bibliograf¨ªa sobre la agricultura de la Espa?a del siglo XX. El primero es una especie de programa elemental, de ¨ªndice comentado de cuestiones, en el que destaca tanto la capacidad de s¨ªntesis, cuanto la visi¨®n globalizadora del autor al contemplar u nos problemas sectoriales, en el marco general de -la econom¨ªa espa?ola. El segundo es un modelo de libro bien elaborado, del que sobresale el esfuerzo de cuantificaci¨®n de Carri¨®n en el que constituye hasta entonces el m¨¢s ambicioso intento de precisar estad¨ªsticamente la localizaci¨®n y la importancia de las grandes propiedades agrarias en aquellas zonas del mapa espa?ol, para las que ya se dispon¨ªa de datos catastrales. En ambas obras, en fin, Carri¨®n refleja con claridad una actitud pol¨ªtica moderada, aunque l¨²cidamente reformista, que le lleva a defender con tenacidad la exigencia de introducir cambios profundos en la estructura de la propiedad de la tierra y, tambi¨¦n y complementariamente, en la del sistema financiero, no s¨®lo como medio de contrarrestar las cada vez m¨¢s agudas tensiones sociales, sino tambi¨¦n como eficaz instrumento de garantizar -mediante una reforma agraria que sirviera a la vez de impulso a la industrializaci¨®n del pa¨ªs- la continuidad del sistema a medio y largo plazo, sin tener que acudir a soluciones extremas. Precisamente el lenguaje que a derecha no estaba dispuesta a escuchar, hasta el punto que el conservadurismo extremadamente reaccionario, de la gran propiedad agraria y de la oligarqu¨ªa financiera explica en buena parte el destino de la II Rep¨²blica y la guerra, civil.
Con el final de esta ¨²ltima se inicia la cuartaetapa profesional de Carri¨®n. Etapa final, que es muy significativa en dos extremos distintos. En primer lugar, la brutal torpeza del nuevo r¨¦gimen, que no s¨®lo va a privar de libertad durante meses a quien siempre hab¨ªa sido un ejemplar servidor del Estado, sino que por uno de aquellos innumerables y vergonzantes expedientes de depuraci¨®n va a inhabilitar a Carri¨®n para el desempe?o de la c¨¢tedra, impidi¨¦ndole al mismo tiempo -por coacci¨®n externa y por una represi¨®n interiorizadavolver, a ocuparse del tipo de problemas para el que siempre hab¨ªa mostrado mayor capacitaci¨®n profesional: el de la gran propiedad agraria. Para el mejor agr¨®nomo del pa¨ªs, el franquismo, desde 1941 hasta 1961 -cuando se jubila Carri¨®n- no encuentra mejor destino que la estaci¨®n enol¨®gica de Requena.
Todo ello, sin embargo, no es suficiente para acabar con la capacidad de Carri¨®n para entusiasmarse con cualquier actividad que considere ¨²til para afrontar algunos de los problemas m¨¢s acuciantes de la agricultura espa?ola. Y desde su obligado destino en Requena, conseguir¨¢, durante m¨¢s de dos d¨¦cadas, impulsar un vasto movimiento cooperativista en los campos levantinos y manchegos.
As¨ª, con, una energ¨ªa personal casi excepcional, Carri¨®n salva ese dif¨ªcil per¨ªodo de los a?os 40 y 50, para volver a ocuparse, avanzada ya la d¨¦cada de 1960, de los temas que desde sujuventud le apasionaron... Por ello no resulta casual que su vida se haya agotado a los pocos meses de aparecer la segunda edici¨®n, cuidada celosamente por ¨¦l misnio, de Los latifundios en Espa?a. Su lectura, hoy, es quiz¨¢ el mejor homenaje que podemos tributar a su autor.
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