The Academy of St. Martin in the Fields, en el Real
Dentro del ciclo organizado por la Comisar¨ªa de la M¨²sica, la Academia de St. Martin in the Fields, a lo largo de dos programas ha demostrado una vez m¨¢s su calidad extraordinaria.La orquesta, formada por tres atriles de violines primeros, dos de segundos uno de violas y de cellos un contrabajo, flauta, oboes y trompas, posee una t¨¦cnica espl¨¦ndida. La cuerda es asombrosa; de sonido lleno, c¨¢lido, aterciopelado; la afici¨®n es magn¨ªfica; la igualdad de arcos, de vibrato y de car¨¢cter es absoluta. Sin embargo lo que tal vez distinga a la Academia es su equilibrio, equilibrio en lo musical y en lo sonoro conseguido ¨¦ste en la cuerda por la perfecta graduaci¨®n de los arcos largos en el agudo, cortos y ligeros en los bajos.
The Academy of St
Manin in the Fields. Programa: ?Concierto Op 6, n? 6?, de Haendel; ?Follia?, de Corelli: ?Op. 3, n.? 3?, de Vivaldi; ?Concierto n.? 3 de Brandemburgo?, de J. S. Bach y la sinfon¨ªa ?F¨²nebre?, de Haydn. Teatro Real.
Pueden dividirse las obras interpretadas en dos grupos: barrocas y cl¨¢sicas.
La Academia de St. Martin no es conjunto plenamente especializado en barroco en el sentido de que ni utilizan instrumentos antiguos, ni intentan reproducir su t¨¦cnica (los golpes de arco, por ejemplo, son de t¨¦cnica moderna), ni la presencia del clave y sus realizaciones tienen m¨¢s importancia que la de dar colorido instrumental, ni emplean apenas h¨¢bitos barrocos tales como la ornamentaci¨®n (solamente en ocasiones recurren al ponente o al acento de la primera nota en grupos de tres o cuatro).
Ello no quiere decir en absoluto que estuvieran fuera de estilo: es un barroco, hermoso, c¨¢lido y apasionado. No debe pensarse que por ser apasionado sea rom¨¢ntico (la interpretaci¨®n fr¨ªa del barroco es ya hist¨®rica): un music¨®logo como Robert Donington estudia el fuerte sentimiento de esta m¨²sica. Baste recordar la frase de Fran?ois Couperin: ?Prefiero aquello que me emociona que aquello que me asombra?, o la descripci¨®n de un traductor en 1709: ?Nunca encontr¨¦ un hombre que se dejara arrastrar tanto por sus pasiones mientras tocaba el viol¨ªn como Arcangelo Corelli, cuyos ojos se volv¨ªan rojos como el fuego; su rostro se distorsionaba; sus pupilas airaban c¨®mo en una agon¨ªa y se entregaba tanto en lo que hac¨ªa que no parec¨ªa ser el mismo hombre.? ?Qui¨¦n pensar¨ªa que se trata de Corelli cuyos ojos se volv¨ªan rojos como el fuego; su rostro se distorsionaba: sus pupilas giraban como en una agon¨ªa y se entregaba tanto en lo que hac¨ªa queno parec¨ªa ser el mismo hombre." ?Qui¨¦n pensar¨ªa que se trata de Corelli no de Paganini?
La Academia ofreci¨® una espl¨¦ndida versi¨®n del Concierto Op 6, n.? 6, de Haendel. una menos lograda de la Follia de Corelli (en la transcripci¨®n de la Op. 5 de Geminiani) y una dif¨ªcil de superar del famoso Op. 3. n.? 3 de Vivaldi (transcrito por Bach para cuatro claves).
En el tercer concierto de Brandemburgo la orquesta, reducida a nueve elementos para respetar la pasi¨®n de Bach por el n¨²mero 3 y sus m¨²ltiplos perdi¨® parte de su homogeneidad. El tiempo central, compuesto por dos ¨²nicos acordes suele interpretarse con una breve improvisaci¨®n del clave o del concertino. La Academia ha buscado una soluci¨®n aceptable: introducir un tiempo de una sonata para viol¨ªn y continuo cuya cadencia resuelve la orquesta con los acordes originales. En el segundo, la sustituci¨®n de la flauta dulce por la travesera y de la trompeta por la trompa priva de gran parte del encanto t¨ªmbrico. aunque hace el conjunto tal vez m¨¢s homog¨¦neo. En ambos casos se trata de un Bach algo r¨ªgido con poca graduaci¨®n de tensiones y, quiz¨¢ excesivo ¨¦nfasis en lo r¨ªtmico.
Si es bueno el barroco de la Academia mejor a¨²n es el clasicismo por su elegancia y profundidad.
El flautista W. Benet demostr¨® en el concierto en re menor de C. F. M. Bach y en el segundo de Mozart su gran talla. Su sonido es bueno -mejor el agudo que el grave- que su t¨¦cnica de gran virtuosisino. lona Brown concertino-directora de gran eficacia hizo oala de gusto t¨¦cnica v sonido en el tercer concierto de Mozart, especialmente en el adagio.
Pero lo mejor pudo ser escuchado el la sinfon¨ªa F¨²nebre de Haydn, a la que es dif¨ªcil sacar mayor partido: elegancia, perfecci¨®n, t¨¦cnica y profundidad sin la menor concesi¨®n a lo superfluo. pusieron de manifesto todo el dramatismo de una m¨²sica pocas veces tan bien tratada.
El ¨¦xito fue muy grande.
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