Hoy se inaugura la Exposici¨®n Giacometti
Todas sus ¨¦pocas y "g¨¦neros", por primera vez en Espa?a
Nacido en 1901 en Stampa, pueblecito de la Suiza italiana, desde muy joven su relaci¨®n con lo real es obsesiva. Los motivos de sus primeras obras (a los doce a?os, pinta unas manzanas; a los trece, realiza una escultura de su hermano Diego) perviven sin alteraci¨®n alguna en muchas de sus obras tard¨ªas. Sin embargo, al joven Giacometti que marcha a Par¨ªs en 19221 le interesan durante a?os otras cuestiones. Influido (a pesar de una estancia en el taller de Bourdelle) por el cubismo y la escultura de los pueblos primitivos, en 1928 conoce a Andr¨¦ Masson y por ¨¦l a Michel Leiris.Ese mismo a?o se relaciona con algunos surrealistas en ruptura con la para ellos excesiva dominaci¨®n de Bret¨®n sobre el movimiento. En 1930, cuando Giacometti se vincula al grupo de Breton, este es el surrealismo en aquel momento considerado como ortodoxo, en su obra no existe inflexi¨®n alguna hacia un surrealismo de t¨®picos. Palacio a las cuatro o Bola en suspenso, en su juego er¨®tico y espacial, poseen una presencia inquietante en la que reconocemos al que luego ser¨ªa el artista de la figura en el espacio.
En efecto habr¨¢ luego un corte en la obra de Giacometti, uno de esos momentos de crisis interna en que recupera su importancia el principio de realidad. En 1935 vuelve al trabajo del natural, que en 1925 hab¨ªa abandonado con cierta desesperaci¨®n. Rompiendo con el grupo surrealista, se relaciona con Balthus -el hermano de Klossowski- y con Derain. La obra de estos pintores de lo real y de la representaci¨®n, puede servir para explicar el g¨¦nero de trabajo figural que se inicia entonces para Giacometti. En 1940, el trabajo del natural deja sitio al trabajo de memoria. Dec¨ªa que no ve¨ªa m¨¢s que cuando olvidaba el modelo. Tras la segunda guerra mundial, Giacometti conocer¨¢ la fama y se convertir¨¢ en el escultor m¨¢s conocido de su ¨¦poca. Sus figuras filiformes, extremadamente estiradas, se convertir¨¢n en uno de los t¨®picos de nuestra modernidad, dando lugar a un un sinf¨ªn de imitadores.
Por otra parte, hay en ¨¦l como la esencia de lo que socialmente se ha entendido como bohemio. Sus relaciones con Sartre, Picasso, Gen¨¦t, le sit¨²an de lleno en el mundo cultural parisino. Todos los que le recuerdan nos hablan de una vida ansiosa de caf¨¦s, bebida y obsesi¨®n representativa. En sus dibujos y en sus pinturas, el tema no es tan solo la relaci¨®n espacio/figura como en sus esculturas, sino el producirse del espacio en torno a la figura, doblado de un producirse del sentido (y del espacio ilusorio de la representaci¨®n) en la acci¨®n misma de dibujar o pintar. De ah¨ª que la mina del l¨¢piz insista tanto sobre lo que representa; pero de ah¨ª tambi¨¦n que la goma de borrar lo niegue o lo l¨ªe a¨²n m¨¢s. ?No hago sino deshaciendo?, dec¨ªa ¨¦l mismo.
En la muestra est¨¢n representadas todas sus ¨¦pocas y g¨¦neros. En escultura, desde obras influidas por el cubismo (Pareja y Mujer-Cuchara, de 1926) o por el surrealismo (Objetivo invisible, 1934-1935), hasta los grupos de varios hombres, los hombres andando, los bustos de su hermano Diego, o de su mujer Annette las mujeres venecianas. En pintura, dibujo y grabado, una buena selecci¨®n: retratos (un cuadro y un dibujo de Gen¨¦t). En definitiva, una ocasi¨®n inigualable de conocer a Giacometti, no con todo detalle pero s¨ª en sus aspectos m¨¢s importantes: el artista tal vez m¨¢s obsesionado por el fen¨®meno mismo de la representaci¨®n de cuantos han trabajado en nuestro siglo, el creador aterrado por su impotencia ante el motivo; y sin embargo, el creador. Nos lo recuerdan en el cat¨¢logo sendos textos de Jean Paul Sartre y Jean Gen¨¦t (este ¨²ltimo, un fragmento de L'atefier de Giacometti).
El acto de inauguraci¨®n ser¨¢ a las ocho de esta tarde, en la Fundaci¨®n Juan March (Castell¨®, 77). Aym¨¦ Maeght, presidente de la Fundaci¨®n Maeght, pronunciar¨¢ una conferencia.
Babelia
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