Las Cortes
El espa?ol medio, cuando se pone metaf¨ªsico, suele hacerse estas dos preguntas incontestables y gaseosas: para qu¨¦ sirve el recibo de la luz, con su prosa indescifrable, y para qu¨¦ sirven las Cortes. Hay incluso algunos espa?oles m¨¢s extremados que se preguntan a diario para qu¨¦ sirve su santa esposa. Pero qued¨¦monos en lo contencioso. A don Torcuato Fern¨¢ndez-Miranda le gusta lo contencioso:- A las Cortes bastar¨ªa con clausurarles la pr¨®rroga- ha dicho con voz saducea.
Porque recuerden ustedes que las Cortes ya no existen desde hace meses. Son como ese muerto/vivo artificial al que basta retirarle el ox¨ªgeno para que tome partido. Y don Torcuato Fern¨¢ndez-M?randa, halc¨®n perfilero de sutiles cetrer¨ªas hist¨®ricas, alzado hoy en el guantelete de la Monarqu¨ªa, lo ha dicho como si nada: ?Bastar¨ªa con suspenderles la pr¨®rroga.?
O sea que tomen nota los se?ores procuradores, inflados hoy por el viento de la historia, ya que van a decidir sobre la reforma: ellos no son sino fantasma de s¨ª mismos, paisaje muerto con una corza de los montes de El Pardo al fondo. Me lo dijo Ram¨®n G¨®mez de la Serna antes de la guerra, mientras nos tom¨¢bamos un agua de litines en Pombo:
- En la vida s¨®lo tenemos treguas. Treguas que nos va dando la muerte.
- Ni que fu¨¦ramos procuradores, maestro le dije yo.
Porque el procurador en Cortes de 1976, que no es m¨¢s que una tregua de s¨ª mismo, va a decidirlo todo desde la nada. T¨¦ngase, pues, y medite. La otra noche, en una cena, me lo dijo Fernando Su¨¢rez, uno de los goleadores de la reforma:
- Va a ser un mes dif¨ªcil.
?Para qu¨¦ sirven las Cortes? En la Ciudad de los Angeles -sur suburbial de Madrid- hay una mujer de setenta y tantos a?os, casi ciega, que, llena de urgencias tard¨ªas y amorosas, trae revueltos a los jubilados del barrio. As¨ª nuestros caducos procuradores, movidos por la pasi¨®n senil y ciega que es ya s¨®lo recuerdo de s¨ª misma: el franquismo.
- Anoche me lo dec¨ªa Nadiuska en Bocaccio:
Mi futuro est¨¢ en el cine europeo.
Y el futuro de Espa?a tambi¨¦n est¨¢ en Europa, querida Nadiuska. Si las Cortes no mandan otra cosa. Olano estren¨® sus Historias verd¨ªsimas en un caf¨¦-teatro y la duquesa de Medina-Sidonia se subi¨® al escenario a echar un mit¨ªn. Las Cortes, hoy, est¨¢n en cualquier sitio menos en las Cortes.
- Las Cortes somos usted y yo y el parado- le digo al quiosquero. Las Cortes son la calle y el parlamento de papel. O ese restaurante a?os veinte que se ha puesto de moda en Barquillo. Lo de la carrera de San Jer¨®nimo es ya como el Caf¨¦ de Chinitas, pero con Fern¨¢ndez de la Mora en lugar de la Argentinita.
- ?Para qu¨¦ sirven las Cortes?
No se comprende bien por qu¨¦ hay que lidiar el toro de la reforma en esa plaza donde unos est¨¢n cara al sol, sin enterarse de nada, y otros se fuman el partag¨¢s de la pr¨®rroga en un tendido de sombra, por matar la tarde.
Una editorial madrile?a quiere exhumar a los retroporno de los a?os veinte: Zamacois, Belda, Pedro Mata, Ins¨²a, el Caballero Audaz, Hoyos y Vinent, todos. ?Y por qu¨¦ no exhumar todo lo
que se ha dicho en las Cortes durante cuarenta a?os? Eso s¨ª que ser¨ªa retroporno. Pero da pena quitar unas Cortes tan raciales. En las Cortes debieran meter billares y que los ex procuradores vayan all¨ª en plan c¨ªrculo ganadero. Hasta les podr¨ªan poner un bingo, unas mesitas de domin¨® y un televisor. Yo no soy partidario de echar a nadie. Al pol¨ªtico, en cuanto le retiras le empieza la cosa renal, como a Arias. Y adem¨¢s que es mucha cruz aguantar todas las tardes a la santa esposa:
- No; Petra, hoy no puedo llevarte a ver El adefesio. Lo primero, porque Alberti es rojo, y adem¨¢s, que tenemos junta los de la ponencia. Aunque s¨®lo tengan una partidita de tresillo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.